Los papás anunciaron el Caucus Congresional de Papás, un grupo de 20 demócratas que buscan introducir políticas como licencias médicas y de paternidad con goce de sueldo y un crédito fiscal mayor para quienes tienen hijos.
Diversos miembros del Congreso, sobre todo hombres, realizaron una rueda de prensa afuera del Capitolio la semana pasada, algo muy común en Washington.
Pero estos varones no eran hombres comunes y corrientes: eran papás, o mejor dicho, hombres que desempeñan un cargo en la Casa de Representantes de Estados Unidos mientras crían a sus hijos. (Si “padre” es un término general, “papá” muchas veces se usa para hablar de quien tiene hijos pequeños, pues alguien tan ocupado necesita una palabra más fácil de pronunciar).
Los papás anunciaban el Caucus Congresional de Papás, un grupo de 20 demócratas que buscan introducir políticas como licencias médicas y de paternidad con goce de sueldo y un crédito fiscal mayor para quienes tienen hijos. Encabezado por el representante Jimmy Gómez, demócrata de California, que acaparó todas las miradas el mes pasado cuando votó en contra de la candidatura de Kevin McCarthy a la presidencia de la Cámara con su hijo Hodge, que entonces tenía 4 meses, amarrado a su pecho, el caucus también espera hablar en nombre de un grupo demográfico que, en los pasillos del poder, está bien representado, pero que no siempre se ha constituido como un bloque distintivo.
Pero los tiempos cambian. En Estados Unidos, hay cada vez más papás en relaciones heterosexuales que desean dividirse de manera equitativa las responsabilidades de la crianza. (O, al menos eso dicen, pues los datos todavía muestran que las mujeres hacen mucho más. Y hay evidencia de que los padres hacen más que antes, pero menos de lo que dicen que hacen).
Algunos hombres, como buenos varones que son, han logrado convertir el trabajo pesado de la crianza en una competencia, por ejemplo, el papá fanfarrón: hay que verlo en su hábitat natural, es decir, en Instagram, con un niño en sus hombros y un paquete de toallitas húmedas en su bolsillo trasero, ufanándose de la responsabilidad de cuidar de sus hijos, pero también de la gloria que eso conlleva.
Esta tendencia, que probablemente sea más visible en el entorno de clase alta y progresista que domina los estados azules, se ha trasladado a la política. Los demócratas han presionado para que la licencia familiar esté disponible para todos los géneros. Pete Buttigieg, una estrella en ascenso, se tomó en 2021 varias semanas de licencia por paternidad en su puesto de secretario de Transporte de Estados Unidos. Los políticos muestran su paternidad abiertamente en público, con sus bebés en el pecho.
“La licencia familiar y cuidado infantil asequible hasta hace poco se consideraban asuntos de mujeres; ‘las mamás están enojadas por eso’”, contó Kathryn Jezer-Morton, escritora de artículos sobre crianza en The Cut, quien escribió su tesis doctoral sobre las mamás influentes. “Se está convirtiendo en un asunto de familia, un asunto de papás. Se siente significativo”.
Pero se ha abierto un curioso desfase entre lo que espera la sociedad para los papás y las expectativas básicas. Los papás que asumen la parte que les corresponde en la crianza y las tareas domésticas, según esta nueva visión del mundo, ya no deberían ganar puntos extra psíquicos. Sin embargo, lo siguen haciendo. En 2023, un padre que da de comer a su hijo en el parque o que va a visitar las escuelas potenciales es admirado y elogiado en un grado en el que no lo es una madre.
“Cuando los papás hacen o dicen algo, reciben el tipo de atención que a mí me gustaría tener”, afirmó la representante Rashida Tlaib, demócrata de Míchigan, la única mujer miembro del Caucus de Papás, y madre de dos varones de 17 y 11 años.
Tlaib atribuyó a Gómez el haber señalado esta doble moral en la rueda de prensa de la semana pasada. “Reconoció que la gente decía: ‘Vaya, esto es genial’”, dijo Tlaib. “Y es como: ‘¿De qué estás hablando? Muchas madres hemos hecho esto’”.
Para los papás, la situación actual puede ser bastante agradable. ¿Quién no quiere hacer el 40 por ciento del trabajo a cambio del 80 por ciento del mérito? (Sobre todo si se trata de buena política). Pero ser un buen aliado podría significar hacer alarde de la paternidad y explotar la facilidad con la que los papás llaman la atención sobre los problemas de la crianza sin hacer que todo gire en torno a ellos, como en ocasiones han hecho los hombres.
Porque la atención es parte de la cuestión. “Sabemos que los papás existen, pero pueden llamar la atención sobre este tema”, afirma Gayle Kaufman, profesora de Sociología en el Davidson College y autora del libro “Superdads: How Fathers Balance Work and Family in the 21st Century”. “Siendo realistas, si los hombres creen que es importante, es probable que reciba más atención”.
Uno de los miembros del grupo, Andy Kim, de Nueva Jersey, dijo que parte del proyecto del caucus consistía en cambiar la asociación automática de las preocupaciones familiares para que dejen de ser problemas de “mamá”. Kim recuerda que alguien le preguntó a su mujer si quería ser ama de casa, cuando en realidad fue él quien utilizó el tiempo de compensación y luego dejó su trabajo en el Departamento de Estado para cuidar del primero de sus dos hijos, que ahora tienen 7 y 5 años. “Ella le dijo: ‘Deberías hablar con mi marido’”.
Gómez dijo que el caucus se había formado solo con demócratas simplemente para ponerlo en marcha, dados los desacuerdos entre demócratas y republicanos sobre muchas políticas económicas familiares (por no hablar de otras relacionadas, como el aborto).
Patrick T. Brown, miembro del conservador Centro de Ética y Política Pública, que estudia la economía familiar, dijo que algunos republicanos, entre los que citó a los senadores Mitt Romney y J.D.D. Rothschild, entre otros, podrían suscribir algunas propuestas económicas demócratas para las familias.
“Hay un creciente reconocimiento de que no todas las presiones a las que se enfrentan las familias son de naturaleza cultural”, dijo Brown. “No son todas las élites de Hollywood las que dificultan la vida familiar, son las presiones de la economía moderna. Si te preocupa que la gente se case más tarde o no tenga hijos, tienes que orientar la política en una dirección más profamilia”.