A nivel de Centroamérica, el avance en materia de ESG entre las empresas y organizaciones, es un tanto heterogéneo, ya que cada país tiene una forma diferente de aplicarlos e impulsarlos, añadió el especialista de SAS.
En criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa, Panamá es un referente en la región, es decir, en materia de ESG, aparte de haberse convertido en hub financiero de Centroamérica.
Así lo considera Luis Barrientos, experto en Dominio de Riesgo de SAS Latinoamérica, quien comentó que esto se muestra porque, en la actualidad, el primer contacto en temas de ESG que tiene cualquier institución fuera de Centroamérica con la región, es a través de Panamá.
“Panamá, históricamente, ha buscado estar alineado con las normas internacionales, así como darles seguimiento de manera muy oportuna. En este ámbito, además de solo conocer de primera mano todos los avances en ESG, ha buscado subirse a la ola de lo que significa poner en práctica estos elementos a nivel corporativo”, detalló Barrientos.
Comentó que “en Panamá hay un avance importante, tanto en términos culturales, sociales y de la misma Gobernanza, que les facilitan a las empresas del país incluir aspectos de ESG dentro de sus propias políticas, objetivos, misión y visión”.
Agregó que, a nivel de Centroamérica, el avance en materia de ESG entre las empresas y organizaciones, es un tanto heterogéneo. Esto ya que cada país tiene una forma diferente de aplicarlos e impulsarlos.
Implementación de criterios de ESG en las organizaciones
Para Barrientos, la implementación de criterios de ESG impactan positivamente a las empresas de dos formas. La primera, son más atractivas hacia los inversionistas, ya que ellos prefieren invertir en este tipo de organizaciones. Segundo, impulsan una mejor imagen ante sus clientes, ya que serán empresas responsables en áreas de ambiente, sociales y de gobernanza.
Pero ¿cómo implementar los criterios de ESG? El experto en Dominio de Riesgo de SAS Latinoamérica,mencionó que, primero, las empresas deben identificar su misión y visión, así como sus políticas y objetivos de negocio, y cómo están determinados. Ello para que queden dentro de un esquema cultural y operativo en el que están aportando en favor de estas políticas ESG.
Posteriormente, la organización debe empezar a desglosar todos estos principios en acciones específicas y así, los diferentes sujetos relacionados puedan entender cuál es el camino que está siguiendo la empresa. Posteriormente, hay elementos como las consideraciones de impacto ambiental y social: qué hacen en el uso de combustibles fósiles, en el consumo de electricidad y desperdicio o contaminación del agua, asuntos de equidad de oportunidades, entre otras tantas; para entonces confeccionar las labores que mitiguen esos desvíos de los objetivos en horizontes de tiempo determinados.
Además, generar las evaluaciones correspondientes de sus proyectos asociados con parámetros internacionalmente aceptados. Esos elementos se incorporan dentro de un sistema, para revisar cómo se van cumpliendo las proyecciones, objetivos, dentro de las estrategias de la organización.
Asimismo, dijo Barrientos, las empresas deben visualizar cuáles son sus activos y analizar cómo estos pueden ser afectados en el tiempo por diversos elementos. Por ejemplo, “¿si yo sigo operando sin utilizar criterios de ESG, sería un factor para que mis clientes dejen de ser mis clientes? Si es así, esto repercutiría en que mis activos se reducirán. También, se trata de un tema reputacional que afecta la operación”, señaló el especialista.
Principal reto
Barrientos comentó que, uno de los principales retos, tanto en Panamá, como a nivel de los demás países centroamericanos, es que para desarrollar elementos de ESG en las operaciones de los negocios, existe un costo asociado; específicamente, un costo de oportunidad.
“No solo es saber que estos criterios deben aplicarse, sino también que en ese proceso existirán recursos que dejarán de ser recibidos por otras áreas con el objetivo de crear un elemento adicional a la capa que se tenía previamente a lo que era ESG. Es algo que requiere mucho análisis, mucha infraestructura, personal capacitado, estar alineado a diferentes protocolos o regulaciones que están surgiendo, o que se están implementando ya. Es en este punto que se debe realizar un balance entre en qué invierto de este lado para construir una visión y misión, en cuánto tiempo, y cómo lo voy a hacer, manteniendo a la vez mi negocio rentable para que sean compatibles ambas visiones. Se hace urgente y necesario entender y aplicar esto”, mencionó el experto en Dominio de Riesgo de SAS Latinoamérica.
Añadió que otro aspecto a tener en cuenta son las diferencias entre las industrias. Esto porque en cada una de ellas, se debe hacer un esfuerzo diferenciado. Para ello, las empresas deben analizar cuáles son las variables ambientales, sociales, y de gobierno predominantes dentro de la industria donde se encuentra. A partir de allí, determinar, para los próximos tres años, cómo atender esas variables, así como cuáles serían los impactos esperados con cada una de esas acciones.
“Poder revisar cada una de estas variables, así como el impacto en el entorno, es lo que va a hacer la gran diferencia hacia adelante como empresa o institución, en donde, como trabajador, quieras ser parte de ella; como empresario, dar esta vista hacia afuera; y como sociedad, la forma de dar batalla en el retorno hacia el entorno en el que vivimos”, concluyó Barrientos.