La transición energética lista para despegar en Estados Unidos en medio de una inversión récord en energía eólica, solar y otras tecnologías de bajas emisiones de carbono se enfrenta a un serio obstáculo: el volumen de proyectos ha saturado los anticuados sistemas de la nación.
Los planes para instalar 1,200 hectáreas de paneles solares en Kentucky y Virginia se postergaron para dentro de varios años. Los parques eólicos de Minnesota y Dakota del Norte se cancelaron de manera abrupta. Y se están tambaleando los programas para animar a los residentes de Massachusetts y Maine a fin de que adopten la energía solar.
La transición energética lista para despegar en Estados Unidos en medio de una inversión récord en energía eólica, solar y otras tecnologías de bajas emisiones de carbono se enfrenta a un serio obstáculo: el volumen de proyectos ha saturado los anticuados sistemas de la nación para conectar las nuevas fuentes de electricidad a los hogares y los negocios.
Hay tantos proyectos intentando colarse en el proceso de aprobación que los retrasos pueden prolongarse durante años, por lo que algunos desarrolladores se desesperan y renuncian.
A finales de 2021, más de 8,100 proyectos energéticos —la gran mayoría de los cuales eran eólicos, solares y de baterías— esperaban permisos para conectarse a las redes eléctricas, en comparación con los 5,600 del año anterior, lo que atascó el sistema conocido como interconexión.
Es el proceso por medio del cual la electricidad que generan los aerogeneradores o los paneles solares se incorpora al tendido eléctrico, la red de cables de luz y transformadores que transporta la electricidad desde el lugar donde se crea hasta las ciudades y las fábricas. No hay una sola red; Estados Unidos tiene docenas de redes eléctricas, cada una de las cuales está bajo la supervisión de una autoridad distinta.
PJM Interconnection, que gestiona la mayor red regional del país, que va desde Illinois hasta Nueva Jersey, se ha visto tan abrumada por solicitudes de conexión que el año pasado anunció que suspendería las nuevas solicitudes hasta 2026 para poder atender las miles de propuestas atrasadas, en su mayoría de energías renovables.
Ahora, los desarrolladores deben esperar más o menos cuatro años, en promedio, para obtener la aprobación, el doble que hace una década.
Y cuando las empresas por fin consiguen que se revisen sus proyectos, a menudo enfrentan otro obstáculo: la red local está al límite de su capacidad y se les exige gastar mucho más de lo previsto en nuevas líneas de transmisión y otras mejoras.
Muchos desisten. Según un estudio del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, menos de una quinta parte de las propuestas de energía solar y eólica llegan a superar la llamada fila de interconexión.
“Desde nuestro punto de vista, el proceso de interconexión se ha convertido en el principal exterminador de proyectos”, opinó Piper Miller, vicepresidenta de desarrollo de mercado de Pine Gate Renewables, uno de los principales desarrolladores de energía solar y baterías.
Después de años de crecimiento vertiginoso, las instalaciones solares, eólicas y de baterías a gran escala en Estados Unidos cayeron un 16 por ciento en 2022, según la Asociación Estadounidense de Energía Limpia, una agrupación comercial. La asociación culpó a los problemas en la cadena de suministro, pero también a los retrasos prolongados en la conexión de los proyectos a la red.
La producción de electricidad genera alrededor de una cuarta parte de los gases de efecto invernadero que se producen en Estados Unidos; su limpieza es clave en el plan del presidente Joe Biden para combatir el calentamiento global. El histórico proyecto de ley sobre el clima que Biden firmó el año pasado otorga subsidios de 370.000 millones de dólares para ayudar a que las tecnologías energéticas con bajas emisiones de carbono —como la eólica, la solar, la nuclear o las baterías— sean más baratas que los combustibles fósiles.
Sin embargo, la ley hace poco para derribar muchas de las barreras prácticas que impiden la construcción de proyectos de energías limpias, como los retrasos para obtener permisos, la oposición local o las limitaciones de transmisión. Según los expertos, si no se resuelven esos obstáculos, hay un riesgo de que los miles de millones de dólares en subvenciones federales no produzcan las reducciones importantes de emisiones que imaginan los legisladores.
“No importa cuán barata sea la energía limpia”, comentó Spencer Nelson, director gerente de investigación de ClearPath Foundation, una organización sin fines de lucro enfocada en la energía. “Si los desarrolladores no pueden superar el proceso de interconexión con suficiente rapidez para poner el acero necesario en el suelo, no lograremos nuestros objetivos para el cambio climático”.
Una espera de años
En las redes más grandes, como las del Medio Oeste o el Atlántico Medio, un operador regional gestiona el flujo bizantino de electricidad procedente de cientos de plantas eléctricas distintas a través de miles de kilómetros de líneas de transmisión para abastecer de electricidad a millones de hogares.
Antes de que un desarrollador pueda construir una planta eléctrica, el operador de la red local debe asegurarse de que el proyecto no cause interrupciones; por ejemplo, si el tendido eléctrico existente recibe más electricidad de la que puede soportar, podría sobrecalentarse y fallar. Después de realizar un estudio detallado, el operador de la red puede exigir mejoras, como una línea que conecte la nueva planta con una subestación cercana. Este costo suele correr a cargo del desarrollador. Luego, el operador comienza a estudiar el siguiente proyecto.
Este proceso era bastante rutinario cuando las empresas energéticas construían unas pocas centrales enormes de carbón o gas al año. No obstante, ha colapsado conforme la cantidad de proyectos de energía eólica, solar y de baterías ha aumentado de manera drástica en la última década, gracias a la caída de los costos, los mandatos estatales de energía limpia y, ahora, los generosos subsidios federales.
“El desafío más grande es el alto volumen de proyectos”, comentó Ken Seiler, quien dirige la planificación de sistemas de PJM Interconnection. “Hay un número limitado de ingenieros eléctricos capaces de realizar los estudios sofisticados que necesitamos para garantizar la confiabilidad del sistema y todo el mundo quiere contratarlos”.
PJM, el operador de la red, está estudiando 2700 proyectos energéticos —en su mayoría eólicos, solares y de baterías—, una cifra que se ha triplicado en tan solo tres años. Ahora, los tiempos de espera pueden alcanzar cuatro años o más, lo cual provocó que el año pasado PJM pusiera en pausa las nuevas evaluaciones y ajustara sus procesos.
Los retrasos pueden cambiar drásticamente los modelos de negocio de los promotores de energías renovables. A medida que pasa el tiempo, el aumento en los costos de los materiales puede erosionar la viabilidad de un proyecto. Las opciones para comprar terrenos expiran. Los clientes potenciales pierden interés.
Objetivos climáticos en riesgo
Los reguladores se han percatado de los retrasos en las redes. El año pasado, la Comisión Federal Reguladora de Energía propuso dos reformas importantes para agilizar las filas de interconexión y animar a los operadores de las redes a planificar más a largo plazo.
Sin embargo, el destino de estas reglas no está claro. En diciembre, Richard Glick, el expresidente de la comisión reguladora que encabezó ambas reformas, dejó el cargo después de discutir con el senador Joe Manchin, demócrata de Virginia Occidental, por políticas sobre ductos de gas natural que no estaban relacionadas con el tema. En este momento, la comisión está dividida entre dos demócratas y dos republicanos; cualquier nueva reforma necesita la aprobación de la mayoría.
Si Estados Unidos no puede solucionar sus problemas con las redes eléctricas, podría tener dificultades para hacerle frente al cambio climático. Los investigadores del proyecto REPEAT, el cual lidera la Universidad de Princeton, hace poco calcularon que los nuevos subsidios federales para las energías limpias podrían reducir a la mitad las emisiones de electricidad para 2030. No obstante, eso supone que la capacidad de transmisión se amplíe al doble de velocidad en la próxima década. De no ser así, los investigadores hallaron que en realidad las emisiones podrían aumentar, pues las energías solar y eólica quedarían obstaculizadas y las plantas de gas y carbón funcionarían más a menudo para impulsar los autos eléctricos.
Massachusetts y Maine ofrecen una advertencia, comentó David Gahl, director ejecutivo del Instituto de las Industrias de la Energía Solar y el Almacenamiento. En ambos estados, los legisladores les ofrecieron grandes incentivos a las instalaciones solares a pequeña escala. Los inversionistas abrieron sus carteras, pero en pocos meses los gestores de la red quedaron desbordados y retrasaron cientos de proyectos.
“Ahí hay una lección”, opinó Gahl. “Puedes aprobar leyes climáticas grandes y ambiciosas, pero, si no prestas atención a los detalles como las reglas de interconexión, puedes meterte rápidamente en problemas”.