Cuando se lanzó a escribir este libro -que viene precedido del éxito de “El tren de los niños”-, la escritora pensó en todas esas mujeres anónimas del “futuro”.
La periodista italiana Viola Ardone revisita la figura legal del “matrimonio reparatorio” en su novela “La decisión”, una historia donde recuerda cómo en Italia, hasta 1981, estuvo vigente una ley por la que un hombre podía evitar la cárcel por un delito de violación si se casaba con su víctima.
Así lo explicó la periodista (Nápoles, 1974) durante su visita a Madrid para presentar este libro, que este miércoles se pone a la venta en España.
Cuenta la historia real de Franca Viola, la mujer que denunció a Filippo Melodia, quien en 1966 la raptó, violó y después tenía la intención de casarse con ella para no pagar la pena de cárcel.
Pero Franca denunció el caso y su violador fue condenado a once años de prisión, una pena inferior a la que es condenado el protagonista de la novela, quien también trunca la vida de Oliva Denaro, una siciliana de 15 años que vive en una pequeña localidad -en plenos años 60- donde las mujeres tenían que tener claro que “la mujer es como un cántaro: quien lo rompe se lo queda”.
Algo que sucede aún en países como Afganistán o Irán, sociedades a las que Occidente “puede ayudar” y donde los “matrimonios reparatorios” siguen dándose, recordó la autora.
Pero cuando su discurso vuelve a Italia, Ardone lamenta que se esté “yendo hacia atrás” en su país: “En Italia tenemos una presidenta que es de un partido de extrema derecha que está llevando al partido hacia atrás, está en contra del aborto (…) Me da miedo porque la mentalidad cambia más lentamente que las leyes y el peligro es que las personas empiecen a pensar, retroceder y volver al fascismo”.
Lo que dice tiene mucho que ver con lo que vive su protagonista porque, más allá de la ley, en la sociedad italiana de los años 60 imperaba también el peso del “qué dirán”, que es el “verdadero móvil de honor”.
Se refiere a que la “sociedad patriarcal” hacía que fueran las propias mujeres las que adoptaran el papel más duro, el de formar a sus hijas para vestir de manera decorosa, para mirar al suelo y no a los ojos, para dejar la escuela y casarse bien, porque ese era el único objetivo vital al que una mujer tenía que aspirar.
En la novela vemos crecer en este entorno a una joven “normal”, una joven que no es rebelde, pero que mira la vida con los ojos de alguien que desea estudiar y poder vivir su vida libremente.
En su camino se cruza ese monstruo y Oliva, que es “una joven normal”, se ve envuelta en un ir y venir de preguntas, de dudas, de inseguridades y pocas certezas.
En este sentido, Ardone reconoció que el hecho de construir un personaje normal, y no guerrero, fue algo muy personal: “Hay una retórica de las mujeres rebeldes que no me gusta, no todas tenemos que serlo”, afirmó.
Cuando se lanzó a escribir este libro -que viene precedido del éxito de “El tren de los niños”-, la escritora pensó en todas esas mujeres anónimas del “futuro”, en esas jóvenes que, en pleno siglo XXI, le dicen en las firmas de ejemplares que se sienten cercanas a Oliva porque también se sienten juzgadas por su manera de vestir y que sienten miedo cuando van solas por la calle.
Y con la convicción de que “decir no” es algo que las mujeres tienen que decir más alto, Ardone construyó también un relato lleno de personajes masculinos que arrojan luz y esperanza sobre esos personajes femeninos que viven bajo el terror de perder la “dignidad” y la vida.
“Aunque las cosas ahora han cambiado, en Italia sigue muriendo una mujer casi todos los días por la violencia machista. Yo hablo de una historia del pasado pero desde un punto de vista positivo, porque creo que en pocos años se ha avanzado y ahora les toca a las jóvenes seguir la lucha que iniciaron otras”, concluyó la autora.