La indumentaria de estos grupos sigue un patrón similar: botas, vaqueros o pantalones de cuero, chaquetas de cuero, chalecos, guantes de moto, cascos, gafas de sol oscuras y cadenas de complemento. Tatuajes, barba y pelo largo son habituales también.
Ángeles del Infierno (HAMC), Bandidos, Gremium, No Surrender, Satudarah, Outlaws, Comanchero, son bandas moteras que cada vez cuentan con más “capítulos” en España y que con actividades aparentemente legales obtienen ingresos de la droga, la prostitución y la extorsión.
Estos grupos violentos, con origen en Estados Unidos, Alemania, Países Bajos o Australia se han desplegado por un buen número de países, también España, y, según recalcan a EFE fuentes de la Guardia Civil española están pasando por una fase de “expansión” con un objetivo común: hacerse con el territorio.
El juicio contra los Ángeles del Infierno por delitos cometidos entre 2009 y 2013 y el reciente golpe policial a la banda Comanchero MC reflejan su presencia en España.
Estas fuentes destacan su carácter “violento”, hasta el punto de que no dudan en dirimir sus diferencias, sobre todo por el control del territorio, de “forma contundente” y son habituales las peleas.
Aunque tratan de ser discretos a la hora de llevar a cabo estas represalias, para pasar desapercibidos ante las fuerzas de seguridad, y otras veces han llegado a un pacto de no agresión.
NEGOCIOS “LEGALES” PARA “TAPAR” LOS ILEGALES
Estos grupos obtienen sus ingresos con negocios “aparentemente legales” con los que sufragan sus gastos, como los alquileres de sus Club Houses, su defensa legal, la compra de “merchandising” o la asistencia a eventos internacionales.
Entre esos negocios “legales”, donde blanquean el capital obtenido con actividades ilícitas, destacan los talleres especializados en la customización de vehículos, centros de tatuajes, convenciones y organización de conciertos y eventos deportivos, principalmente de artes marciales y de motos.
El dinero que luego blanquean en esos negocios procede de sus principales fuentes de ingresos: la prostitución -seguridad de los clubes de alterne y proxenetismo, entre otras actividades-, el tráfico de drogas y la extorsión.
Sin llegar al nivel de las organizaciones del norte de Europa, con vinculaciones estrechas con carteles de la droga de México o Colombia, las bandas moteras en España ocupan un nivel intermedio en el narcotráfico y se dedican, sobre todo, a la logística: guarderías de la droga y transporte, generalmente en camiones o coches adaptados para esconderla.
UNA FÉRREA JERARQUÍA
No es fácil acceder a la banda, pero tampoco salir de ella. Cuentan con una férrea estructura muy jerarquizada y cualquiera de sus “capítulos” está encabezado por una junta directiva elegida democráticamente por los miembros del club.
Solo puntualmente son admitidas mujeres en estos clubes, pero jamás acceden a cargos en la junta. Eso sí, la novia o esposa del presidente puede asistir como observadora en las reuniones del órgano directivo.
No obstante, existen “capítulos” exclusivamente femeninos que repiten la estructura y cargos de los masculinos.
Casi todas las bandas moteras tienen una particular indumentaria, que incluye chalecos con parches representativos del club y que nadie ajeno puede tocar ni usar.
La indumentaria de estos grupos sigue un patrón similar: botas, vaqueros o pantalones de cuero, chaquetas de cuero, chalecos, guantes de moto, cascos, gafas de sol oscuras y cadenas de complemento. Tatuajes, barba y pelo largo son habituales también.
Muchas veces el tatuaje y los parches en los chalecos reflejan la posición jerárquica dentro del club.
También portan parches a modo de condecoraciones por la participación de ese miembro en una acción violenta, pues el parche de Filthy Few o Frontline reconoce, en bandas como los Ángeles del Infierno o Bandidos, a quien ha cometido un asesinato en beneficio de la banda, mientras el Dequiallo se otorga por luchar contra la Policía.