El Parlamento marroquí aprobó en junio de 2021 una ley que regula por primera vez los usos terapéuticos e industriales de la planta del cannabis, pero castiga su uso “recreativo”.
El Gobierno marroquí emitió este lunes la primera autorización para la importación de semillas de cannabis para que los agricultores puedan cultivar esta planta de manera legal para usos farmacéuticos e industriales, tras la legalización en 2021 de este tipo de cultivo y comercialización en Marruecos.
Según pudo constatar EFE, la autorización fue entregada hoy por la Oficina Nacional de Seguridad Sanitaria de Productos Alimentarios (ONSSA) al beneficiario, que tenía previamente otro permiso de la Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relativas al Cannabis (ANRAC), el organismo que controla el cultivo de esta planta.
Con este permiso, el beneficiario, que pidió que se guardara su anonimato, explicó a EFE que importará las primeras semillas que cumplen los criterios legales requeridos (con la proporción de tetrahidrocannabinol o THC menos un 1%). Estas semillas se entregarán a una veintena de agricultores que han solicitado empezar el cultivo lícito de esta planta.
La producción de estos agricultores se venderá posteriormente a las cooperativas creadas para este propósito para su transformación y comercialización, bajo el seguimiento de los representantes de ANRAC y las otras administraciones implicadas.
“Es un circuito con una gran trazabilidad”, indicaron a EFE fuentes de una cooperativa de transformación que se dedicará a extraer del cannabidiol (CBD) de la planta para uso farmacéutico.
Las fuentes se mostraron optimistas en cuanto a la regulación de este sector para mejorar las condiciones de vida de los agricultores y para convertir el país en un destino preferido por los industriales europeos, “por los costes de producción competitivos que presenta”.
“De aquí a tres años, las grandes empresas farmacéuticas internacionales contarán más con Marruecos en la producción del CBD”, aseguraron las mismas fuentes, que añadieron que las familias que vivían del cultivo del cannabis de manera ilegal, que antes de la pandemia ganaban entre 100.000 y 150.000 dirhams (entre 9.000 y 13.000 euros) al año, verán subir sus ingresos con la actividad lícita.
El Parlamento marroquí aprobó en junio de 2021 una ley que regula por primera vez los usos terapéuticos e industriales de la planta del cannabis, pero castiga su uso “recreativo”. En marzo de 2022, el Gobierno dio forma a esta regularización con la aprobación de un decreto que determina el cultivo en las norteñas Alhucemas, Chauen y Taunat, por ser las provincias históricamente conocidas por actividad.
El decreto exige a los beneficiarios de las diferentes autorizaciones relacionadas con esta actividad presentar informes mensuales a la ANRAC sobre la producción y venta de cannabis, y sobre el estado de almacenes, semillas, plantas y productos, entre otras medidas, para evitar cualquier uso delictivo de la planta.
La ANRAC ha determinado nueve permisos de las actividades relacionadas con el cannabis: de cultivo y producción, creación y explotación de viveros, importación y exportación de las semillas y plantas de cannabis, transformación y fabricación, transporte del cannabis y sus productos, comercialización y de importación y exportación del cannabis y sus productos.
Cerca de 250 permisos fueron entregados por la ANRAC hasta ahora desde el comienzo del proceso en octubre de 2022, los dos tercios son agricultores.
Según un informe del Ministerio de Interior marroquí, al menos 400.000 personas pertenecientes a 60.000 familias de condición humilde viven del cultivo de esta planta, generalmente en pequeñas explotaciones en el norte de Marruecos, uno de los mayores productores de cannabis en el mundo.