De acuerdo con los profesores, todos los accidentes automovilísticos son calificados de “aparatosos”, porque se dan con aparatos, pero no debe caerse en esta pobreza lingüística.
Cada vez que se usaba el término “aparatoso” para adjetivar un accidente automovilístico en una noticia en los medios panameños allá en la década del 70, en la Facultad de Comunicación Social, de la Universidad de Panamá, los profesores criticaban severamente este empleo y les recomendaban a los estudiantes no caer en ese y otros facilismos de emplear adjetivos anodinos en las noticias.
Pero no solamente en Panamá se revivió la palabreja, sino en periódicos extranjeros: “Aparatoso accidente de tránsito en la vía a los Valles deja víctimas fatales y varios heridos”. Esto fue en Cochabamba, Bolivia, donde los periodistas también caen en estos dislates.
En estos días ocurrió el accidente de un autobús en Chiriquí, en el cual fallecieron más de 40 migrantes, y la expresión “aparatoso accidente” no formó parte del lenguaje que emplearon los periodistas para describir el hecho. Sin embargo, en otro accidente, en el corredor Sur, hacia las afueras de la ciudad, se empleó la expresión desde un principio a gritos por los periodistas y se replicó muchas veces como si fuera una nueva forma de describir un accidente de automóvil.
En el accidente acontecido en Chiriquí no se adjetivó de manera exagerada el hecho, mientras que en el que pasó en el corredor Sur, en el cual no falleció nadie, sí se empleó el vocablo “aparatoso” desmedidamente.
De acuerdo con los profesores, todos los accidentes automovilísticos son calificados de “aparatosos”, porque se dan con aparatos, pero no debe caerse en esta pobreza lingüística. Hay otros accidentes que han ocurrido, por ejemplo, en presentaciones musicales, los cuales también han sido llamados “aparatosos” porque involucran artefactos como instrumentos.
Cuando se pensaba que había desaparecido la expresión, los periodistas, sobre todo los de la televisión, la han revivido. Los profesores de Redacción Periodística de las Facultades de Comunicación de las universidades estatales y privadas deben recomendarles a sus estudiantes el empleo de palabras adecuadas en sus noticias para bridarles a los usuarios las formas correctas del uso de la lengua española.
Pero no solamente se ha caído en la práctica de revivir estas expresiones expiradas, sino que echan mano a cualquier recurso, sea gramatical o no, para escribir sus noticias, sin importarles las consecuencias de sus decisiones. Entre esos desparpajos figuran los gerundios de posterioridad y el mal empleo del presente del indicativo, los tiempos verbales y palabras tomadas de otros idiomas, por lo general, del inglés, que todos los días forman parte de su acervo lingüístico.
No está de más recordar que para ser un buen periodista no solo se necesita ser honrado, íntegro y sentir amor por sus congéneres, sino también ser un ardiente y vehemente defensor de su lengua materna de la mejor forma posible. La autocorrección y el uso del diccionario no son opciones, sino obligaciones profesionales. Los usuarios están cansados de escuchar y leer todos los días las faltas ortográficas, de sintaxis y semánticas que cometen los periodistas.