A pesar de la idea errónea generalizada, las personas pueden volverse adictas al cannabis igual que a otras drogas, como el alcohol o la cocaína. A medida que más estados despenalizan o legalizan el cannabis, lo consumen más personas que nunca.
Fumar marihuana siempre había sido una actividad social para Julian. Probó el cannabis por primera vez en el bachillerato y, de adulto, fumaba un par de veces al mes con sus amigos; sin embargo, las cosas cambiaron cuando se mudó a una ciudad nueva donde no conocía a nadie.
Julian (quien solicitó no usar su apellido al hablar de una afección médica delicada) no tenía mucha vida social, así que empezó a fumar a solas para pasar el tiempo. “La marihuana se convirtió en mi amiga”, afirmó. “Salía del trabajo y fumaba porque estaba aburrido”.
Pronto, la vida de Julian empezó a girar en torno al cannabis. Fumar nunca interfirió con su trabajo, pero le impedía hacer casi todo lo demás. “Por lo general, cuando te mudas a una ciudad nueva, estableces relaciones nuevas, y yo no estaba haciendo nada de eso”, señaló. “Vivía casi como un ermitaño”.
Fue solo hasta que conversó con un amigo que Julian se dio cuenta de que quizá tenía un problema. Había “pensado que era imposible volverse adicto” a la marihuana, pero cuando buscó en internet la definición de trastorno por consumo de cannabis, se dio cuenta de que cumplía casi todos los criterios.
A pesar de la idea errónea generalizada, las personas pueden volverse adictas al cannabis igual que a otras drogas, como el alcohol o la cocaína. A medida que más estados despenalizan o legalizan el cannabis, lo consumen más personas que nunca.
Según la Encuesta Nacional sobre la Salud y el Consumo de Drogas de Estados Unidos, en 2021, aproximadamente el 19 por ciento de los estadounidenses mayores de 12 años consumieron cannabis y casi el 6 por ciento de los adolescentes y adultos presentaron síntomas de un trastorno por consumo de cannabis, el nombre clínico de la adicción. (En comparación, cerca del 11 por ciento de los estadounidenses mayores de 11 años padecen trastorno por consumo de alcohol).
“La mayoría de las personas que consumen cannabis no tienen problemas relacionados con este y no van a desarrollar un trastorno por consumo de cannabis”, aseveró Ayana Jordan, profesora adjunta de Psiquiatría en el hospital Langone Health de la Universidad de Nueva York, pero, añadió, “solo porque se legalice el cannabis (y, de hecho, creo que debería legalizarse) no significa que no haya daños asociados”.
Las posibles consecuencias del trastorno por consumo de cannabis no son tan graves como en el caso de otras drogas como los opiáceos, en el que las muertes por sobredosis son una grave preocupación, pero la adicción al cannabis puede causar “una disminución drástica de la calidad de vida”, afirmó Christina Brezing, profesora adjunta de Psiquiatría de la Universidad de Columbia.
A continuación, te decimos lo que debes saber.
Síntomas de adicción
La quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría define el trastorno por consumo de cannabis mediante once criterios que se dividen en cuatro grupos de síntomas (los mismos criterios diagnósticos se utilizan para todos los trastornos por consumo de sustancias). Se considera que padeces un trastorno por consumo si cumples al menos dos de los siguientes criterios:
Pérdida de control
— Consumir la droga en una cantidad mayor o con más frecuencia de la que tenías previsto
— Pasar demasiado tiempo consiguiendo o consumiendo cannabis
— Tener ganas o ansias irrefrenables de usarla
— Intentar suspender o reducir su consumo sin éxito.
Consecuencias interpersonales
— Privarse de otras actividades sociales o recreativas para consumir cannabis
— Tener conflictos interpersonales a raíz del consumo de la sustancia
— Imposibilidad de cumplir con las obligaciones laborales o del hogar a raíz del consumo de cannabis.
Consumo de riesgo
— Ponerse en situaciones peligrosas como consecuencia de la búsqueda o el consumo de cannabis,
— No suspender su uso a pesar de los efectos negativos a nivel físico y psicológico.
Dependencia física
— Desarrollo de tolerancia —la necesidad de consumir la sustancia en mayor cantidad para lograr el mismo efecto—.
— Presentar síntomas de abstinencia cuando dejas de consumir cannabis, como insomnio, irritabilidad, ansiedad, estado de ánimo depresivo y disminución del apetito.
Factores de riesgo
Existen algunos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de que alguien desarrolle un trastorno por consumo de cannabis. Uno de ellos es empezar a consumir la droga en la adolescencia.
“El trastorno por consumo de cannabis se produce en todos los grupos etarios, pero es una enfermedad que afecta sobre todo a los adultos jóvenes”, comentó David Gorelick, profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland. “Y hay pruebas de que cuanto más joven se inicie en el consumo de cannabis, más rápido se desarrollará el trastorno por su consumo y más grave será este”.
Tener otro diagnóstico psiquiátrico, como ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático o trastorno por déficit de atención e hiperactividad, también se asocia con un riesgo mayor. Una posible razón de la superposición es que algunas personas se automedican con cannabis y, cuanto mayor es el consumo de una persona, más probabilidades tiene de desarrollar dependencia física.
“Yo diría que, si fumas a diario y en grandes cantidades, va a ser difícil no desarrollar tolerancia y síndrome de abstinencia”, dijo Brezing. “Pero sí es posible consumirla a diario y no desarrollar el trastorno”.
Opciones de tratamiento
No hay medicamentos aprobados para tratar el trastorno por consumo de cannabis, pero los psiquiatras especializados en adicciones en ocasiones recetan medicamentos que pueden ayudar a aliviar los síntomas de abstinencia, como la falta de apetito y el insomnio.
La mayoría de las intervenciones para el trastorno por consumo de cannabis implican diferentes tipos de terapia, como la terapia de refuerzo motivacional y la cognitivo-conductual. Estas pretenden ayudar a las personas a desarrollar estrategias de afrontamiento para combatir los antojos o el deseo de consumirla.
“Intentas combatir los desencadenantes”, dijo Jordan. “Tratas de averiguar cuál es la motivación para dejar de consumir la sustancia por completo y reforzar esas motivaciones”.
La terapia también puede ser útil para las personas que se enfrentan a problemas psiquiátricos subyacentes que podrían estar provocando su consumo.
Ese fue el caso de Julian. Tras darse cuenta de que tenía un problema, empezó a tratarse con un terapeuta, el cual le diagnosticó ansiedad y le ayudó a gestionar sus sentimientos de una manera más sana.
Ahora Julian fuma marihuana muy poco, solo una vez cada tantos meses si está con algún viejo amigo. Dice que no la extraña. “La claridad que tengo ahora hace que me dé cuenta de que antes no le prestaba atención a la vida que me rodeaba”.