La justificación es que “París es una ciudad particularmente vulnerable a las consecuencias del cambio climático, porque la intensidad de los usos y su carácter mineral (con mucho cemento o alquitrán en los suelos) la hacen sensible a los fenómenos de las islas de calor urbano”.
El Ayuntamiento de París aprobó este lunes un nuevo plan urbanístico “bioclimático” cuyo objetivo es adaptarse al cambio climático con más zonas verdes y menos espacio para la circulación, en favor en particular de las bicicletas.
El Plan Local de Urbanismo (PLU), que renueva el precedente que se adoptó en 2006 y establece una serie de objetivos para la ciudad en el horizonte de 2035, prevé ya unas 70 hectáreas adicionales de espacios verdes, con la ampliación de algunos parques existentes y la creación de otros.
El proyecto más ambicioso, a ese respecto, es un gran parque metropolitano al norte, en una de las zonas más populares de la ciudad, entre la Puerta de la Chapelle y la Villette.
A más largo plazo, se quiere llegar a 300 hectáreas adicionales, un objetivo muy ambicioso teniendo en cuenta que en el primer mandato de la actual alcaldesa, Anne Hidalgo (2014-2020), se crearon 30 hectáreas de nuevos espacios verdes. Desde 2006 han sido 80 hectáreas.
Se trata de llegar a la norma de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que preconiza una media de 10 metros cuadrados de espacios verde por habitante, cuando ahora la cifra en la capital francesa es de 5,8 metros cuadrados, si se excluyen los bosques de Boulogne y de Vincennes, en los contornos oeste y este de la ciudad.
El plan actual establece como irreversible la progresiva conversión en espacio peatonal desde 2012 de las orillas del Sena que en el pasado habían sido una vía rápida de circulación para atravesar la ciudad, y contra la que se opuso la derecha en la oposición.
También da una protección muy especial a 250 árboles destacables y a 100.000 árboles de alineación.
El Ayuntamiento prevé de aquí a mediados de siglo la despermeabilización del 40% del espacio público, lo que significa, sobre todo, sustituir revestimientos de hormigón o de alquitrán por otros de tierra.
La justificación es que “París es una ciudad particularmente vulnerable a las consecuencias del cambio climático porque la intensidad de los usos y su carácter mineral (con mucho cemento o alquitrán en los suelos) la hacen sensible a los fenómenos de las islas de calor urbano”.
Después de haber reducido a la mitad la circulación de vehículos en los últimos 20 años, la voluntad es continuar con esa tendencia, entre otras cosas con más espacio para las bicicletas, para lo que se prevé duplica la superficie para guardarlas en los edificios.
Por lo que respecta a la construcción, la demolición de edificios para construir otros nuevos será la excepción y “la rehabilitación se convierte en la nueva norma para disminuir el impacto medioambiental”.
Podrá aumentar la altura de los edificios existentes, pero a condición de que eso sirva para crear viviendas y a la “deshormigonización” de los patios. Además, la producción de energía renovable será obligatoria en todos los proyectos inmobiliarios de más de 1.000 metros cuadrados.