La decisión de Ron DeSantis de enviar migrantes de lugares cercanos a la frontera con México a la capital de California en una primera instancia parecía el último de varios choques, cada vez más álgidos, entre el gobernador de Florida y su contraparte demócrata, Gavin Newsom.
Pero la táctica performativa en los primeros días de la candidatura presidencial de DeSantis para 2024 se entiende mejor como una apuesta inicial para demostrar a los votantes de las primarias republicanas que él puede ser tan provocador e incendiario como el expresidente Donald Trump.
En el caso de DeSantis, los vuelos ilustran la apuesta más amplia que ha hecho de que la fuerza que anima al Partido Republicano hoy en día ha pasado del conservadurismo a la confrontación. Y que en esta nueva era, nada es más fundamental que buscarse peleas y hacerse con los enemigos adecuados, ya sean los migrantes que han recorrido a veces miles de kilómetros para meterse por la frontera, los medios de comunicación o el director ejecutivo del mayor estado del país en el que predomina el apoyo hacia el Partido Demócrata.
DeSantis ya ha recurrido antes a este método. El año pasado ordenó vuelos desde la frontera de Texas a la aldea simbólicamente liberal de Martha’s Vineyard, en Massachusetts, una maniobra que provocó exactamente la indignación que buscaba. Esos vuelos son ahora un componente habitual de su discurso político, que suele suscitar vítores entre el público. Sus aliados en la Asamblea Legislativa de Florida han destinado este año 12 millones de dólares de los contribuyentes a este fin.
“El modo más fácil de demostrar la lealtad tribal en los Estados Unidos de 2020 es odiar con dramatismo a la otra tribu”, afirmó Russell Moore, redactor jefe de Christianity Today y expresidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur.
En los últimos días, dos vuelos fletados bajo la dirección del gobierno de DeSantis transportaron a unas tres docenas de migrantes desde un aeropuerto de Nuevo México a Sacramento, California. Los migrantes, en su mayoría venezolanos, dijeron que habían sido reclutados en el exterior de un refugio en El Paso, Texas, con promesas de empleo que, según las autoridades de California, equivalían a un engaño. Newsom, el gobernador de California y de por sí un posible futuro aspirante a la presidencia, sugirió que el asunto podría merecer “cargos de secuestro”, y llamó a DeSantis en un tuit un “hombre pequeño y patético”.
Moore dijo que creía “que los migrantes y los solicitantes de asilo son creados a imagen de Dios y no deberían ser maltratados ni tratados como escenario político para nadie”. Pero también entendía los cálculos más mezquinos que DeSantis está haciendo en una era polarizada en la que los políticos se definen más claramente no por lo que defienden, sino por contra quién están.
La única herejía que ninguna tribu parece permitir es negarse a odiar a la otra tribu”, expresó Moore.
DeSantis, que voló a Arizona el miércoles para un acto en la frontera, no es un pionero en este sentido. Fue Trump quien comenzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos, quien prometió “construir el muro” y más tarde anunció un veto a los musulmanes, convirtiendo la estrategia de “Estados Unidos primero” en la inmigración en un tema central del partido. Y fue el gobernador de Texas, Greg Abbott, el primero que el año pasado empezó a enviar migrantes en autobús a ciudades y estados tradicionalmente demócratas (una idea que Trump planteó como presidente en 2018, pero que nunca llevó a cabo). Más tarde, DeSantis fue más allá y organizó vuelos sorprendentes a Martha’s Vineyard, lo cual ahora es objeto de una demanda colectiva federal.
En el epicentro demográfico y geográfico de la candidatura presidencial de DeSantis se encuentra un empeño por atraer a los votantes evangélicos profundamente conservadores de Iowa, donde comienza la contienda por la nominación de los republicanos en 2024. Los votantes evangélicos ayudaron a impulsar las victorias en Iowa de Ted Cruz, Rick Santorum y Mike Huckabee en las tres últimas contiendas abiertas.
Sin embargo, la campaña de DeSantis y sus aliados ven la lucha contra la izquierda como la manera más rápida de atraer a esos votantes en lugar de muestras abiertas de religiosidad. “Los cristianos no están buscando un salvador para que sea presidente; ya tienen uno”, dijo un asesor de DeSantis, que no estaba autorizado a hablar públicamente de la estrategia, para explicar cómo Trump ha dominado ese bloque de votantes a pesar de las preocupaciones sobre su carácter moral.
La indignación vende. Las contribuciones a las campañas han aumentado repetidamente para los mercaderes de furia de la derecha, ya sean los políticos que venden la mentira de que las elecciones de 2020 fueron robadas o los partidarios de la línea dura del Partido Republicano que lucharon contra el ascenso del representante Kevin McCarthy a la presidencia de la Cámara de Representantes. La mentalidad de “ganarles a los liberales” ha llegado a impulsar, si no a definir, a la derecha en internet.
En la izquierda, también Newsom ha tratado de encumbrarse a sí mismo a través de sus peleas con DeSantis. El año pasado realizó un anuncio televisivo en Florida atacando al gobernador. Lo retó a un debate. Viajó esta primavera al New College de Florida, una institución pública de artes liberales donde DeSantis está diseñando una toma de poder por parte de los intelectuales de derecha. En su cuenta personal de Twitter, Newsom ha atacado a DeSantis mencionándolo por su nombre al menos 20 veces.
“Creo que estoy siendo generoso —‘pequeño y patético’—, muy generoso”, dijo Newsom en una entrevista en el programa “Today Show” de la NBC emitida el miércoles. Acusó a DeSantis de utilizar a los migrantes como “peones”, y añadió: “Es solo debilidad disfrazada de fuerza”.
El nuevo comité de acción política de Newsom ha estado publicando una sucesión de anuncios de recaudación de fondos en línea que atacan a DeSantis. “En mi opinión, un matón y un cobarde no merece ser el líder del mundo libre”, dice Newsom de DeSantis en un anuncio en video que comenzó a circular en Facebook el miércoles.
La mesa redonda de DeSantis en Arizona sobre seguridad fronteriza fue un acto gubernamental financiado por los contribuyentes, no por su campaña. Tras días de incógnita, el martes el gobierno de DeSantis asumió la responsabilidad de los vuelos a Sacramento. El miércoles, no mencionó a Newsom por su nombre, pero dijo que las “jurisdicciones santuario” habían “incentivado” la inmigración ilegal.
Si llegara a la presidencia, DeSantis ha dejado claro que usaría al máximo los poderes de la Casa Blanca. Le gusta decir que ganó la gubernatura por primera vez en 2018 con apenas el 50 por ciento de los votos, pero esa victoria llegó con el 100 por ciento de la autoridad ejecutiva.
Como gobernador, utilizó con orgullo el poder del Estado para anular a los gobiernos locales, destituyendo a un fiscal y prohibiendo a los distritos escolares imponer mandatos de cubrebocas. Tales acciones se alejan del conservadurismo de antaño, basado en un gobierno limitado. Sus aliados dicen que es una señal clara para los votantes de que DeSantis aprovechará los poderes del gobierno para luchar contra sus enemigos, en un momento en que muchos republicanos sienten que sus valores y su nación están sitiados.