La Amazonía brasileña registró en junio 3.075 incendios forestales, un 20 % más que en el mismo período del año pasado (2.562) y el mayor para este mes en los últimos 16 años, informó este sábado el Gobierno.
El número de focos de calor en la parte brasileña de la mayor selva tropical del mundo para un mes de junio no era tan elevado desde el registrado en 2007, cuando fueron contabilizados 3.519 incendios, según los datos medidos por los satélites del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
El número de incendios en la Amazonía brasileña viene saltando de forma exponencial en los últimos meses, desde 768 en abril hasta 1.692 en mayo y hasta 3.075 en junio, y deben seguir aumentando debido a que en julio comienza el período de sequía en la región (de julio a octubre), cuando los focos de fuego por lo general se disparan.
Además, la previsión es que los incendios forestales tiendan a aumentar aún más este año como consecuencia de los efectos del fenómeno de El Niño, que debe dejar la región aún más seca y con menos lluvias.
De acuerdo con el INPE, la Amazonía acumuló 8.344 incendios en el primer semestre de este año, un número en un 10 % superior al de los seis primeros meses de 2022 (7.533) y el mayor para el período en los últimos cuatro años, tan sólo superado por el medido entre enero y junio de 2019 (10.606).
Pese a ese crecimiento, el fuego ha sido aún más severo en el Cerrado, como es conocida la sabana brasileña, que en el primer semestre del año registró 10.322 focos de calor.
Del total de 23.356 incendios registrados en todo Brasil en los primeros seis meses de este año (un número en un 3 % superior al del mismo período de 2022: 22.670), el 44,2 % fue detectado en el Cerrado y el 35,7 % en la Amazonía.
El Cerrado, el segundo mayor ecosistema de Brasil y que circunda la Amazonía, es un importante horizonte agrícola y los hacendados tienden a quemarlo, incluso en las áreas protegidas, para preparar la tierra para sus cultivos.
Pese a que el área incendiada en el Cerrado está creciendo, la selva amazónica ha sido el bioma brasileño más afectado históricamente por los incendios y concentra el 43 % de todo lo que se ha quemado en el país en casi cuatro décadas.
Sólo en 2022 el área devastada por las llamas en la Amazonía brasileña creció un 14 % frente a la de 2021, con un total de 163.000 kilómetros cuadrados de selva destruidos.
Según un estudio del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía, la cobertura vegetal destruida por los incendios en la región entre 1985 y 2022 es de unos 809.500 kilómetros, que equivale a cerca del 19 % de toda la selva tropical brasileña.
Los incendios arrasan un promedio anual de 68.000 kilómetros cuadrados de vegetación en la Amazonía, un área equivalente a la de un país como Lituania.
Así como en el Cerrado, los incendios en la más extensa selva tropical del planeta son resultado de las quemas relacionadas con la deforestación y el manejo de pastizales.
La deforestación en la Amazonía aumentó un 60 % en el cuatrienio del Gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022) por la reducción de los controles, el desmonte de los órganos de fiscalización y la retórica antiambientalista del líder ultraderechista, que defiende la explotación incluso de las reservas ambientales e indígenas.
La recuperación de la Amazonía brasileña es uno de los principales compromisos del Gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, que asumió en enero pasado y se esfuerza en combatir las actividades ilegales en el bioma y en recordar a los países ricos la necesidad de apoyar financieramente esa batalla para evitar una crisis climática mundial.