Con las manos y las piernas atadas y una mordaza en la boca, el disidente más importante de Ruanda se sintió aliviado cuando, tras dos días detenido, le quitaron por fin la venda de los ojos.
Dijo que de pie frente a él, tapando la luz cegadora, estaban dos altos funcionarios del gobierno ruandés que prometieron liberarlo de inmediato si comenzaba a cooperar. Mencionó que prometieron darle cualquier puesto en el gobierno que quisiera —embajador, un cargo ministerial, cualquiera menos la presidencia— si revelaba quiénes eran los gobiernos extranjeros y cómplices que sospechaban que respaldaban su rebelión.
Puedes obtener todo lo que quieras”, recordó Paul Rusesabagina, el hotelero cuyo heroísmo ante el genocidio de 1994 inspiró la película nominada al Óscar “Hotel Rwanda”, que le dijeron los funcionarios, quienes agregaron: “la decisión es tuya”.
Pero Rusesabagina sabía que no era su decisión
Ese episodio apenas unos días después de ser capturado en agosto de 2020 en la capital ruandesa, Kigali, dio lugar a dos años y medio de encarcelamiento que llevaron el escrutinio internacional a la nación sin salida al mar de África Central. Según contó Rusesabagina, fue torturado, se le negaron los medicamentos que necesitaba y luego fue acusado de terrorismo y sentenciado a 25 años en prisión en un juicio que suscitó la condena mundial.
En una entrevista con The New York Times, la primera tras salir de la cárcel en marzo como parte de un acuerdo mediado por Estados Unidos, Rusesabagina describió los 939 días que pasó privado de su libertad, explicó su relación con un pastor que lo llevó de vuelta a Ruanda y negó las acusaciones de que pretendía derrocar al gobierno ruandés mediante la violencia. Algunas de sus afirmaciones no pudieron verificarse de forma independiente y contradecían lo que había dicho anteriormente.
El gobierno de Ruanda no respondió a varias solicitudes de comentarios
Rusesabagina rompía el silencio a pesar de haber escrito el año pasado una carta en la que solicitaba el indulto del presidente Paul Kagame y prometía retirarse “en tranquila reflexión” si era puesto en libertad. En lugar de lo que decía su carta, Rusesabagina, de 69 años, dijo que empezaría a hablar de nuevo contra Kagame, a quien acusó de convertir Ruanda en una “propiedad privada protegida”.
Esperaban que guardara silencio, que fuera bueno y me comportara”, afirmó Rusesabagina la semana pasada en su casa en un condominio horizontal de San Antonio, a donde se mudó con su familia en 2009 después de que, según afirmó, agentes ruandeses amenazaron con matarlo en Bélgica.
Nadie me va a callar así de fácil”, declaró Rusesabagina con calma, rodeado de carteles de bienvenida elaborados en abril y globos de su reciente fiesta de cumpleaños.
El improbable viaje de regreso a Ruanda de Rusesabagina inició a mediados de 2019, cuando un amigo abogado, Innocent Twagiramungu, le presentó a un pastor de Burundi, Constantin Niyomwungere.
Los tres se reunieron varias veces en Bélgica, donde Rusesabagina, residente permanente en Estados Unidos, tiene la ciudadanía y otra casa. Rusesabagina dijo que el pastor quería que visitara Burundi para hablar en sus iglesias sobre reconciliación y derechos humanos.
No fue posible ponerse en contacto con Niyomwungere para que hiciera comentarios. Twagiramungu no respondió a los mensajes de texto.
Sin embargo, a medida que avanzaban los planes para el viaje, Rusesabagina declaró que empezó a desconfiar del pastor.
Afirmó que el pastor le pidió que volara a Dubái, Emiratos Árabes Unidos, y viajara solo en un avión privado alquilado. Rusesabagina se negó e insistió en que volaran juntos.
El pastor le dijo entonces que no informara a su familia a dónde iría. Pero Rusesabagina lo hizo de todos modos. Primero llamó a su esposa y luego le envió un mensaje de texto a su hija cuando aterrizó en Dubái. Prometió informarles cuando aterrizara en Burundi.
Al abordar el avión privado, Rusesabagina dijo que preguntó por separado al piloto y a la asistente de vuelo cuál era su destino final. Ambos dijeron que iban a Burundi (Rusesabagina y su familia demandaron a la aerolínea privada, GainJet, que no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios).
Dijo que le dieron una bebida mientras el avión despegaba justo antes de la medianoche, hora de Dubái.
Me quedé profundamente dormido”, comentó Rusesabagina. “Creo que la copa de champaña tenía algo”.
Agregó que se despertó cuando el vuelo aterrizó y vislumbró la torre del aeropuerto de Kigali. “Me dije a mí mismo que hasta ahí había llegado mi vida”, recordó.
Dijo que cuando las fuerzas de seguridad lo ataron y gritó pidiendo ayuda, la tripulación no hizo nada y solo miraba. “Por principio sospecho de todo, nunca confío en nadie”, añadió. “Pero, aun así, caí en la trampa”.
En un juicio que comenzó poco después, los funcionarios ruandeses acusaron a Rusesabagina de liderar una coalición de la oposición cuyo brazo armado mató a civiles dentro de Ruanda y planeaba colaborar con otros grupos paramilitares en Burundi y el Congo.
Niyomwungere testificó en contra de Rusesabagina en el tribunal. El pastor ha declarado que aceptó servir como informante del gobierno para evitar que lo enjuiciaran y que había llegado a condenar la presunta implicación de Rusesabagina en atentados terroristas.
En la entrevista, Rusesabagina dijo que, al momento de su detención, ya no era líder de la coalición opositora. También afirmó que la coalición había expulsado al partido político de la oposición que tenía un brazo armado en junio de 2020 porque no había informado a la coalición de sus actividades.
Había declarado ante el tribunal que había entregado 20.000 euros al grupo armado, conocido como Frente de Liberación Nacional. En la entrevista, dijo que esa confesión fue obtenida mediante tortura. “Solo quería salir de la cárcel”, aseveró.
El gobierno ruandés hizo circular como evidencia en su contra un video de 2018 en el que Rusesabagina proclamaba que el cambio en Ruanda tenía que venir “por cualquier medio posible”.
Durante su entrevista en la cárcel con el Times en 2020, Rusesabagina dijo que no recordaba haber hecho nunca ese video. Esta vez, reconoció la existencia del video, pero dijo que esas palabras fueron sacadas de contexto:
Mi principio es luchar no con las armas, sino con las palabras”.