A medida que la generación X se acerca a la jubilación y sus integrantes de mayor edad están a solo cuatro años de poder empezar a cobrar su Seguridad Social, los planes de jubilación de estos estadounidenses podrían verse alterados por las deudas, sobre todo porque la pausa en el pago de los préstamos estudiantiles está llegando a su fin.
Se considera generación X a los nacidos aproximadamente entre 1965 y 1980, lo que significa que los miembros de más edad tienen 58 años, a tan solo un año o más de poder retirar los fondos de jubilación sin penalización y a menos de una década de poder acceder a Medicare.
En el primer trimestre de este año, los miembros de la generación X poseían cerca de una cuarta parte de los 1,6 billones de dólares de deuda pendiente en préstamos estudiantiles del país, por valor de casi 49.000 dólares por prestatario, según TransUnion, la oficina de información crediticia. Y este otoño, los prestatarios tendrán que empezar de nuevo a pagar esos saldos. A partir de septiembre, los préstamos volverán a acumular intereses y los pagos vencerán en octubre, por primera vez desde marzo de 2020.
Para personas como Renita Thompson, de Washington D. C., la fecha límite que se acerca con rapidez hace que la planificación para el futuro sea más difícil. Thompson, de 51 años, está cursando una licenciatura en gestión de recursos humanos y debe entre 75.000 y 80.000 dólares en una combinación de préstamos estudiantiles federales y privados.
Thompson comentó que pudo utilizar la pausa de tres años en los pagos de préstamos estudiantiles para pagar algunas otras deudas. Relató que haber cursado un programa de gestión de deudas con una organización de asesoramiento crediticio, GreenPath, le permitió pagar unos 15.000 dólares de deudas de tarjetas de crédito.
Creo que cuando obtenga el título aumentará mi sueldo”, afirma Thompson. Pero calculó que aún le quedaban otros tres o cuatro años para saldar el resto de sus préstamos estudiantiles. “Estoy haciéndolo, pero no tan rápido como pensaba”, dijo. “Desearía haber pensado en esto antes, ya que me estoy haciendo mayor”.
Trent Graham, asesor financiero de GreenPath, comentó que este es un predicamento común. “En general, hemos visto clientes que se centran más en el ahorro y no se centran en esos préstamos estudiantiles”, explicó. “De hecho, no tenían un plan para hacer frente a esos préstamos estudiantiles”.
Costo universitario más elevado, menos pensión
La generación X enfrenta una confluencia desalentadora de tendencias socioeconómicas. En el lugar de trabajo, estos empleados fueron los primeros para quienes los planes de jubilación de aportación definida, como los 401(k), empezaron a sustituir a las pensiones de prestación definida.
El mayor cambio es que esto dificulta más el ahorro para la jubilación”, afirma Tyler Bond, director de investigación del National Institute on Retirement Security, una organización política y de investigación sin fines de lucro. “Cuando se piensa en el impacto de la deuda por préstamos estudiantiles en los ahorros para la jubilación, aquí es donde comienza esta intersección”, señaló.
La generación X se inscribió a la universidad en el momento en que el costo de la educación superior rompió un patrón de estabilidad que llevaba décadas vigente. Los datos del Centro Nacional de Estadísticas Educativas del Departamento de Educación muestran que, ajustadas a la inflación, las matrículas universitarias se mantuvieron estables durante gran parte de la década de 1970 e incluso bajaron algunos años, pero a principios de la década de 1980 (justo cuando los mayores de la generación X empezaron a graduarse de la preparatoria) esos costos empezaron a subir y no han parado.
Hay estudios que han encontrado pruebas de que la deuda de préstamos estudiantiles puede perjudicar la cantidad que las personas ahorran para la jubilación. En 2018, los investigadores del Centro de Investigación sobre la Jubilación del Boston College descubrieron que, si bien la deuda estudiantil no disuadió a los adultos jóvenes de abrir una cuenta 401(k), sí afectó sus aportaciones a esa cuenta.
Un estudio anual que lleva a cabo la organización Northwestern Mutual encontró que un 55 por ciento de la generación X no creía que estaría preparada económicamente para el retiro.
Christian Mitchell, director de atención al cliente de Northwestern Mutual, afirmó que estos prestatarios se enfrentaban a opciones poco atractivas: trabajar más tiempo o vivir con menos al jubilarse.
La jubilación es teórica hasta que deja de serlo”, comentó. “Quizá lo que la agrava en este caso es toda la agitación económica que hemos tenido en los últimos años”, agregó. Para una generación en sus años de mayores ingresos, la interrupción de ese impulso, cuando se perdieron millones de puestos de trabajo durante la pandemia, puede crear un déficit financiero del que puede ser difícil recuperarse.
La realidad es que es probable que algunos de estos prestatarios tengan que trabajar durante más tiempo y vivir de forma más austera, sobre todo porque los préstamos estudiantiles, a diferencia de otros tipos de deudas no garantizadas como las tarjetas de crédito y las deudas médicas, no se pueden condonar fácilmente en caso de quiebra.
Haciendo malabares entre los gastos de los hijos y los suyos
En general, la generación X ya tenía una deuda considerable: la plataforma de préstamos en línea LendingTree encontró que este grupo etario tenía las deudas hipotecarias y de otro tipo más elevadas, con un promedio de más de 167.000 dólares por prestatario. Las tasas de interés más altas que los deudores pagan en la actualidad, debido a la lucha de la Reserva Federal contra la inflación, dificulta el pago de las deudas que tienen tasas de interés variable, ya que una mayor cantidad de cada pago mensual se destina al servicio de la deuda en sí, en lugar de amortizar el principal.
Tiene mayor impacto en su presupuesto en general, lo cual significa que tienen más dificultades para cubrir otros gastos”, señaló Graham.
La carga de la deuda estudiantil amenaza con exacerbar la desigualdad de ingresos y de riqueza existente en la sociedad estadounidense, ya que estos prestatarios tienen que elegir entre pagar el costo de su propia educación o ahorrar para los gastos universitarios de sus propios hijos.
Terrell Grant, un profesional de la salud que dirige una agencia de atención domiciliaria en Sacramento, California, hace aportaciones a una cuenta 529 para ayudar a financiar los estudios universitarios de sus dos hijos, de 12 y 10 años, a pesar de que tiene dos empleos para pagar los casi 110.000 dólares que pidió prestados para estudiar una licenciatura y una maestría.
Grant, de 40 años, el primero de su familia en graduarse de la universidad, dice que no se arrepiente de haber invertido en su educación, pero reconoce que ha tenido que recalibrar sus expectativas para la jubilación.
Esperaba trabajar hasta los 55, pero tal y como están las cosas, me parece que más bien será hasta los 65”, reconoció, y añadió que está tratando de convencer a sus hijos para que consideren oportunidades educativas que no requieran pedir préstamos. “Intento enseñarles las consecuencias a largo plazo de los préstamos estudiantiles. “Si pueden evitar contraer esa deuda, sería lo ideal”.
‘Estoy rezando para que no sea una locura’
En su estudio, Northwestern Mutual encontró que solo cerca de la mitad de los participantes en la encuesta de la generación X creen que tienen o tendrán seguridad financiera, lo que supone 5 puntos porcentuales menos que los encuestados de todos los grupos de edad. Los encuestados de la generación X también expresaron menos confianza en sus perspectivas de éxito profesional y en su capacidad para hacer frente a imprevistos o emergencias que el resto de los encuestados.
Las deudas, en general, preocupan a la generación X”, afirmó Mitchell, de Northwestern Mutual. “En la medida en que algunos de ellos siguen arrastrando deudas de préstamos estudiantiles, creo que puede ser un foco, un punto de referencia para preocupaciones más amplias sobre la jubilación”.
A esta ansiedad generalizada se añade la incertidumbre que sienten los deudores de préstamos estudiantiles sobre el importe de la factura mensual que tendrán que enfrentar cuando se reanuden sus pagos.
Estoy rezando para que la cifra no sea una locura”, confesó Thompson, la reclutadora de Washington. Dijo que estaba preparada financiera y mentalmente para pagar hasta 500 dólares al mes, pero le preocupaba qué pasaría si los pagos eran más elevados. “Espero que no sea más que eso”, comentó.