“Canova fue una figura fundamental en la política cultural del Vaticano. No sólo como artista, sino también como protector. Trabajó toda su vida para proteger y valorizar el patrimonio de diversas obras”, explicó la comisaria de este recorrido, Alessandra Rodolfo.
Los Museos Vaticanos se han volcado para conmemorar el 200 aniversario de la muerte de Antonio Canova, el escultor neoclásico que no sólo dejó importantes obras en las exposiciones pontificias, sino que fue su director, mentor y el héroe que consiguió que volvieran a Italia las obras robadas por las tropas napoleónicas.
Para ello, no sólo ofrecerán un recorrido expositivo por las diferentes secciones donde poder admirar una amplia selección de sus obras, sino que se ha abierto una nueva sala hasta ahora cerrada al público: “La Sala de le Dame”, una pequeña joya escondida en los recovecos de los Museos vaticanos, y otro espacio que recrea la atmósfera del “estudio romano” del escultor requerido por reyes y papas.
En esa pequeña sala de las Damas, la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jata, explicó a EFE que en este espacio “se respira ese espíritu antiguo que emulaba el artista y que brilla y llega hasta su época (…) Un espacio bellísimo, con los techos con frescos de Guido Reni, y que eran el lugar adecuado para exponer sus bustos, sus yesos y obras que se han encontrado en nuestros almacenes y que hoy queremos compartir con el público”.
Una sala, añadió la directora, dedicada a un artista no sólo vital por “su importancia e influencia en el arte de su tiempo” sino también por ser “una figura fundamental para la política cultural papal que potenció su capacidad organizativa, su espíritu de servicio, su interés por la protección y la salvaguardia del patrimonio artístico que estaba confiado a su vigilante control”.
“Los Museos Vaticanos le deben mucho a este personaje extraordinario y por eso hemos querido homenajearlo”, agregó Jatta.
Mientras en los pasillos de los Museos Vaticanos reina su famoso Perseo triunfante, que orgulloso sostiene en sus manos la cabeza cortada de Medusa, exhibiéndola como un trofeo, en esta pequeña sala hay varias obras, sobre todo de carácter religioso, como el yeso del busto de Pio VII, o algunas pruebas de sus esculturas realizadas personalmente con la escayola y el horno de su estudio romano.
La atmósfera de su estudio, establecido en 1783 entre via delle Colonnette y via di San Giacomo, hoy denominada via Antonio Canova, y que fue meta de diplomáticos, aristócratas e intelectuales junto con jóvenes escultores deseosos de obtener las preciosas enseñanzas del maestro, ha sido recreada junto con una maqueta de cómo era ese espacio.
“Canova fue una figura fundamental en la política cultural del Vaticano. No sólo como artista, sino también como protector. Trabajó toda su vida para proteger y valorizar el patrimonio de diversas obras”, explicó la comisaria de este recorrido, Alessandra Rodolfo, conservadora del Departamento de Arte de los siglos XVII-XVIII de los Museos Vaticanos.
Un recorrido que incluye también otros espacios ya conocidos por los visitantes del Museo: el Gabinete de Perseo situado en el espléndido marco del Cortile Ottagono donde la conocida escultura se encuentra junto a las dos famosas estatuas de los boxeadores Creugante y Damasseno.
O la Galería Chiaramonti, creada a principios del siglo XIX para ampliar las colecciones de escultura papal tras el regreso de las obras que se apropió Napoleón, y que fue realizada bajo la estricta supervisión de Canova, ya que fue él el verdadero héroe cuando se presentó en el Louvre, encargado por el Papa Pío VII, para recuperar los tesoros italianos robados.
Gracias a sus dotes diplomáticas regresaron a Roma el Apolo del Belvedere, el grupo del Laocoonte y la Transfiguración de Raffaello Sanzio. “Fue un héroe para el Estado pontificio”, aseguró la directora de los Museos Vaticanos.