Ante la posibilidad de un conflicto con Israel – que en 2006 bombardeó el aeropuerto, carreteras, puentes y puertos libaneses-, las autoridades también buscan introducir más combustible en Líbano, pero el titular de Salud Pública afirma que “no es fácil de hacer”.
Un Líbano gravemente lastrado por cuatro años de crisis económica se prepara como puede para el potencial estallido de una guerra con Israel, un plan “indispensable” dada su situación y que incluye reforzar su doliente sistema sanitario, explica el ministro libanés de Salud Pública, Firass Abiad.
En una entrevista con EFE en Beirut a punto de cumplirse un mes de intensos ataques cruzados entre el grupo chií Hizbulá y las tropas israelíes, Abiad reconoce que “la situación ha cambiado completamente” desde la última guerra librada entre esos dos actores en el verano de 2006.
Desde el estallido de una grave depresión en 2019, el país ya ha sufrido varios ciclos de escasez aguda de productos básicos que han tenido contra las cuerdas al sector sanitario, incluyendo una falta generalizada de medicinas para enfermedades crónicas o de combustible para el funcionamiento de los hospitales.
“En 2006, el Líbano no tenía una migración de recursos sanitarios, no teníamos escasez de medicinas o suministros médicos como ahora. No teníamos una gran crisis financiera en el país y tampoco teníamos más de dos millones de refugiados, el equivalente a un tercio de la población”, explicó el ministro.
“Por esta escasez de recursos no es que fuera importante, era indispensable, era esencial que el Gobierno hiciera algún tipo de plan de preparación”, agregó.
Medicinas y combustible
Al tiempo que mantiene contactos a nivel doméstico e internacional para evitar que los choques deriven en una guerra abierta, el Ejecutivo libanés trabaja en el desarrollo de un Plan de Emergencia Nacional que le permita responder a varios niveles ante tal eventualidad.
En su marco, el departamento encabezado por Abiad ha activado un centro de operaciones; ha organizado una red de unidades móviles y trabajadores comunitarios para garantizar la asistencia a desplazados; y ha hecho un mapeo de recursos para identificar “lagunas”.
“Debido a la crisis financiera teníamos un problema de importación, especialmente al pagar por muchas de esas existencias en moneda fuerte. Así que cuando contamos nuestras reservas de emergencia vimos que no teníamos mucho, es de entre seis y ocho semanas, y en algunas áreas incluso menos”, apuntó el ministro.
Por ello, desde hace tres semanas se afanan por incrementar las cifras con iniciativas que van desde pedir a la industria farmacéutica local un aumento de la producción hasta solicitar suministros a agencias de la ONU y ONG.
Ante la posibilidad de un conflicto con Israel – que en 2006 bombardeó el aeropuerto, carreteras, puentes y puertos libaneses-, las autoridades también buscan introducir más combustible en Líbano, pero el titular de Salud Pública afirma que “no es fácil de hacer”.
Abiad destaca como dato positivo que muchos de sus centros sanitarios han sido equipados con placas solares dada la escasez generalizada de electricidad que sufre el país desde hace dos años, lo que les permitiría operar “un poco más” en un contexto de guerra.
Sin embargo, sabe que no podrían mantener sus servicios mínimos solo con esa energía.
“Es imposible y por eso creo que es imprescindible que la comunidad internacional haga su trabajo y se asegure de que tenemos un alto el fuego. Considero que uno no puede pedir a los centros sanitarios que trabajen sin combustible, sin medicinas, sin suministros médicos”, zanjó el titular.
“La situación que estamos viendo en Gaza es una mancha en la conciencia de la comunidad internacional (…) Lo que estamos haciendo aquí como un Gobierno, como un Ministerio, es prepararnos lo máximo que podemos. Pero creo que claramente hay mucho trabajo que necesita hacerse en otros lugares”, alertó.
Tratar con fósforo blanco
La crisis económica también provocó una fuga de cerebros que ha afectado especialmente al sector sanitario, por lo que el Ministerio de Salud Pública está organizando sesiones de entrenamiento, algunas centradas en los daños asociados al fósforo blanco.
“Ya estamos viendo en algunas de nuestras fronteras sur a pacientes que han sufrido por estas armas prohibidas internacionalmente y por eso parte de lo que estamos haciendo es entrenar a nuestro personal en el manejo de las armas químicas que se están usando”, dijo Abiad.
Además, han buscado rutas alternativas para el traslado de pacientes en caso de que la infraestructura sea bombardeada y se han asegurado de que los hospitales tengan planes de evacuación, aunque el ministro, que también es cirujano, apela a soluciones más básicas.
“Una de las cosas que hemos estado observando en Gaza es el ataque intencionado y deliberado a centros sanitarios y ambulancias. Y también aquí creo que es indispensable volver a que la comunidad internacional haga respetar las leyes”, advirtió.
“Regresamos a uno de los principios con los que trabajamos en medicina: más vale prevenir que curar”, concluyó el ministro.