Sin duda, le toca una tarea titánica a Milei, aun contra muchos que se desgarran las vestiduras denunciando la corrupción, la politiquería y la ineficiencia del Estado, pero ahora lo prejuzgan como un dictador, igual que hacen con Bukele.
Hace unos meses escribí un artículo que titulé “La Esclavitud del Siglo XXI”, en el que decía que se ha generado en el mundo, un nuevo tipo de esclavitud, que es la esclavitud de la autoestima, del honor, de la honestidad, de la ética y la solidaridad, una esclavitud interna del individuo, que afecta a todas las personas y en todos los regímenes y cuya característica es el clientelismo, el paternalismo y el populismo, que se ha adueñado de las sociedades; primero se adueñó de los partidos políticos, luego de los gobiernos y hoy de los pueblos.
Esa esclavitud se manifiesta cuando los gobiernos no se interesan en modernizar la educación, en fomentar los hábitos saludables de vida, por preservar el medio ambiente, por eliminar la ineficiencia de la administración, por erradicar la corrupción, por asegurar acceso a la justicia.
Por el contrario, mantienen la obsolescencia académica, porque un pueblo ignorante es un pueblo manipulable, nos llenan de hospitales, mientras no existen políticas de promoción de la salud, de la alimentación y el ejercicio; porque en todos los contratos hay coimas; porque mantienen la burocracia ineficiente para generar más cargos públicos que manejan como cuotas electorales, porque compran al elector con becas y jamones, porque alientan la corrupción como la fuente de financiamiento de sus partidos y de sus intereses personales y, obviamente, porque obstruyen la administración de justicia para asegurar su impunidad.
Pero como la historia es un péndulo que nos mueve de un extremo a otro, hoy comenzamos a ver en América Latina el agotamiento del populismo de izquierda. Lo sucedido en Argentina responde a una sola consideración, la gente se hartó de ser pobres y recoger las migajas que la Casta política, como bien la llamó Milei, le daba la gana de dejar caer entre la muchedumbre hambrienta.
Se enteraron de que, mientras millones se levantan día a día a buscar pesos, que cada día valen menos, los políticos “progresistas” enquistados en la Casta, viven suntuosamente y son defendidos por los beneficiados de puestos, bonos, y muchas otras firmas de subsidio esclavizante. Ya estuvo, dijeron los argentinos que laburan por el pan de cada día, ya está bueno de que los que roban manden, ya está bueno que mi trabajo cada día valga menos.
El pueblo despertó, votó al que le dijo que hay que acabar con los subsidios, el que aseguró eliminar docenas de oficinas públicas y cesar miles de cargos públicos, quien dijo que el progreso depende de cada uno, de su trabajo, de su educación y de su esfuerzo, que el Estado no será más el papá benevolente de los vagos.
Sin duda, le toca una tarea titánica a Milei, aun contra muchos que se desgarran las vestiduras denunciando la corrupción, la politiquería y la ineficiencia del Estado, pero ahora lo prejuzgan como un dictador, igual que hacen con Bukele.
Yo le deseo éxito y deseo que sea el precursor del cambio en América Latina, del paternalismo esclavizante, al orgullo de educarse y trabajar.