Cuando Saadi Muslim pregunta a sus compañeros conductores de ambulancias en el paso egipcio de Rafah cuál es su mayor deseo, la respuesta es unánime: entrar a la Franja de Gaza para poder evacuar a todos los heridos posibles sin importar las consecuencias, aunque el precio sea la vida.
Este joven conductor pasa más de 12 horas al día en el cruce de Rafah, que conecta el enclave palestino con Egipto, esperando a que salgan heridos para recogerlos en su ambulancia y llevarlos a los hospitales más cercanos, una tarea que lo ha mantenido alejado de su casa desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás, el pasado 7 de octubre.
Muslim se desvive por su labor y eso le está pasando factura a nivel emocional, pero también físico. Hace unos días se fracturó el brazo mientras realizaba el mantenimiento de la ambulancia, por lo que su jefe le pidió que se tomara una baja hasta que se recuperara.
“Pero me negué y le dije: déjame entrar en Gaza”, asegura el conductor a EFE, que afirma que puede conducir bien con una sola mano.
Pocos heridos evacuados
Desde el pasado 21 de octubre, cuando Israel permitió la entrada de ayuda humanitaria y la evacuación de heridos y extranjeros desde Rafah, tan solo han ingresado unos 300 lesionados para ser tratados en Egipto, según el Gobierno egipcio, una cifra “extremadamente baja” para los conductores de ambulancias que esperan pacientemente cada día en las inmediaciones del cruce.
Tan solo unos pocos heridos reciben el visto bueno para poder abandonar la Franja ante las limitaciones de movimiento que impone Israel en el paso, que también ha sido dañado en diferentes ocasiones por los incesantes bombardeos israelíes y eso ha provocado algunos ceses de actividad.
En función de su gravedad, los lesionados son trasladados a la zona media de Rafah por la Media Luna Roja Palestina y, desde ahí, una ambulancia egipcia los recoge para derivarlos a los hospitales indicados.
Este miércoles tan solo han entrado 12 heridos, asegura a EFE Ahmed Abdelazim, el coordinador de una flota de ambulancias del Gobierno egipcio, que afirma que muchos de ellos han sido amputados sin anestesia, otros sufren quemaduras extremadamente severas y la gran parte fueron víctimas de impactos directos.
“Espero que salgan muchos más porque hay mucha gente dentro”, dice Muslim, que recuerda que en casi dos meses han muerto más de 14.000 gazatíes, mientras que desea que el acuerdo alcanzado entre Israel y Hamás para una tregua de cuatro días sirva también para evacuar a “decenas de miles” de heridos.
“Si los heridos entran (a Egipto) me quedo tranquilo, pero si no, ¿Qué hago yo aquí? ¿Ver cómo bombardean y matan a la gente?”, exclama.
Los camiones de ayuda, limitados
Desde el paso de Rafah han entrado alrededor de 1.500 camiones cargados con ayuda humanitaria para aliviar el sufrimiento de los 2,2 millones de gazatíes, 1,7 millones de los cuales son ahora desplazados.
Tanto la ONU como organizaciones internacionales denuncian que la ayuda que ha entrado en Gaza hasta el momento es insuficiente y recuerdan que antes de la guerra ingresaban a la Franja unos 500 camiones.
El principal impedimento es la burocracia: cada camión debe ser inspeccionado por Israel en el cruce de Nitzana -a unos 50 kilómetros de Rafah- en un proceso que se puede alargar “durante días”, en los que los conductores son sometidos a todo tipo de vejaciones, denuncian.
“Estamos cansados del trato de los israelíes. Ayer se llevaron los camiones y nos dejaron tirados en la calle toda la noche”, dice a EFE Ibrahim Abdelaziz, un transportista que ha salido hoy de la Franja de Gaza para descargar harina.
“Se burlaron de nosotros cuando estábamos saliendo desde ahí, se burlan de los egipcios. Nos tratan como si fuéramos basura”, explica, una experiencia que comparten otros cinco conductores de camiones consultados por EFE.
Por su parte, el transportista Husein Mohamed asegura que durante la inspección, los militares israelíes sacan a los conductores de los vehículos y los hacen esperar durante horas o días, en los cuales desempaquetan toda la ayuda humanitaria e incluso “pinchan” las botellas de agua para “examinarlas”.
“Ya nadie nos busca”
Halima Masoud, una palestina de 68 años con pasaporte sueco fue evacuada este miércoles de Gaza, donde 180 de sus familiares murieron por los bombardeos israelíes, según asegura a la prensa al cruzar hacia Egipto.
“Ya nadie nos busca. Esto es un crimen, lo que ocurre en Gaza es un gran crimen. Tenemos hambre, (y no tenemos) ni comida ni agua ni gas ni nada, y nuestros niños murieron”, asevera Masoud, una de las más de 7.730 extranjeras y palestinas con doble nacionalidad que han sido evacuadas de la Franja.
La anciana asegura que ha dejado atrás “una vida de muerte” y un hogar destruido que no podrá ser reconstruido “ni en un millón de años”, pero no se siente aliviada de haber abandonado Gaza.
“Ojalá hubiera muerto con los que murieron, no soy mejor que ellos (…) Tengo hijos e hijas que aún están ahí dentro”, sentencia.