Tierras Altas es la zona más verde y con clima templado de Panamá, en contraste con el resto de este caluroso país.
Situada en la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, produce la gran mayoría de vegetales y legumbres que se consumen en este país, además de café, incluido el afamado geisha, la especialidad más cara del mundo.
Pero esta región ahora exhibe un paisaje desolador, con sembradíos completos sin ser cosechados, y pudriéndose, de lechuga, repollo, zanahoria y otros.
Estos productos frescos han prácticamente desaparecido de las estanterías en los centros urbanos, a raíz de la crisis que estalló tras la aprobación, el pasado 20 de octubre, del contrato que extendió la concesión a la empresa Minera Panamá, subsidiaria de la canadiense First Quantum Minerals.
Cosechas perdidas
Grupos indígenas bloquean desde hace semanas las vías por las que sale la producción de Tierras Altas, con algunas aperturas parciales. Se trata de pequeños grupos de manifestantes armados con palos y piedras que dicen que solo saldrán de las carreteras cuando cierre la mina.
“Aquí tengo este repollo que está próximo a perderse. Ya cumplió su ciclo de vida y ya se tuvo que haber cortado. Así mismo hay muchos productores que están perdiendo sus cosechas”, lamenta Rodríguez, quien calcula que sus pérdidas superan los 20.000 dólares.
El representante de la Asociación de Productores de Tierras Altas, Augusto Jiménez, afirma a EFE que “muchos productores dependen del día a día, de cosecha, venta y cobro y esa cadena se rompió”.
Toda la producción de octubre y mediados de noviembre se perdió en el campo y ya comienza la producción de diciembre, que también corre riesgos, agrega.
Verisimo Rivera Mora, un agricultor del sector de la Amenaza en Nueva Suiza, confesó a EFE que su esperanza está en sacar a la venta solo la papa y la cebolla que ha logrado salvar, porque perdió 300 quintales de lechuga que era de muy buena calidad porque las condiciones del clima lo habían permitido.
“Si todo esto continúa como está, va a ser una pérdida total y un endeudamiento con los bancos y las casas comerciales que suministran insumos y nos va a costar muchos años la recuperación”, asevera.
La solución para productores
Las aperturas intermitentes de las calles internas en Tierras Altas desde hace 8 días han permitido el envío de mercancía por vía aérea y marítima para aliviar la escasez de estos productos, principalmente en la capital del país, explica a EFE Ante Fistonic, productor de Cerro Punta, que abastece a importantes cadenas de supermercados.
Pero esta forma de enviar pocas cantidades a las ciudades no beneficia ni al productor ni al consumidor, por los altos precios.
La apertura total de las calles es la solución, dicen los productores, desde el más pequeño hasta el más grande, porque urge combustible, muy escaso, para continuar con la producción y para que lleguen los insumos agrícolas para las nuevas siembras.
El rechazo a la operación de la mina ha dejado marchas multitudinarias no vistas en décadas en Panamá, el bloqueo de vías que han resultado en la muerte de 4 manifestantes y pérdidas que superan los 1.700 millones de dólares, además de una huelga docente que tiene sin clases a cerca de 800.000 estudiantes.
El destino de la mina, una inversión de 10.000 millones de dólares, cuya actividad representa el 4,8 % del producto interno bruto (PIB) según la empresa, está en manos de la Corte Suprema de Justicia, que a partir de este viernes analizará dos de los hasta ahora 10 recursos de inconstitucionalidad presentados contra el contrato ley.