Hacia un nuevo orden mundial (Primera parte)

Hacia un nuevo orden mundial (Primera parte)
Empresario.

La geopolítica mundial ha continuado evolucionando hacia un nuevo orden, de la bipolaridad entre dos modelos de desarrollo: el capitalismo y el comunismo. Eso dio lugar a la  confrontación entre las democracias liberales y libre empresa de Occidente y la estatización pregonada por el comunismo, que se trasladó al campo militar entre el llamado Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua (Pacto de Varsovia) bajo el liderazgo de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderado por los Estados Unidos. Se instaló la llamada guerra fría que enfrentó al mundo en la segunda mitad del siglo XX, hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y de la URSS en 1991.

El colapso de la URSS y la intervención de Estados Unidos en Irak entre agosto de 1990 y abril de 1991, la primera guerra del Golfo, conocida como Operación Tormenta del Desierto, hizo que muchos analistas elaboran teorías que argumentan que con la desaparición del llamado bloque comunista, vendría un mundo unipolar dominado por Estados Unidos y aliados. De ese modo una sola potencia sería capaz de formular y ejecutar políticas en el ámbito global: militar, político, tecnológico, de comunicaciones y cultural, que contaban con una serie de coaliciones: OTAN, FMI, Banco Mundial y múltiples tratados comerciales.

Según el profesor Francis Fukuyama “la democracia liberal y el libre mercado acabarían imponiéndose como modelo político a nivel mundial, de modo que ya no existiría la lucha ideológica que había definido las décadas anteriores”. En similar sentido se pronunció quien fuera asesor de Seguridad Nacional, el profesor Zbigniew Brzezinski. “La supremacía mundial de los Estados Unidos es única tanto por su dimensión como por su naturaleza. Se trata de una hegemonía de un tipo nuevo que refleja, en muchos aspectos, el sistema democrático americano: es pluralista, permeable y flexible”, resaltó. Para esos dos reconocidos analistas con el desmoronamiento de la URSS, Estados Unidos se convirtió en la única potencia mundial.  

Simultáneamente otro eminente profesor de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington, expresó su desacuerdo con esa teoría. En un artículo publicado en 1993 en la revista “Foreign Affairs”, titulado “¿Choque de civilizaciones?”,  Huntington sostuvo que “la cultura y las identidades culturales, que en su sentido más amplio son identidades civilizatorias, están dando forma a los patrones de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la post Guerra Fría”, un eventual “conflicto entre civilizaciones son la mayor amenaza para la paz mundial, y un orden internacional basado en civilizaciones es la salvaguardia más segura frente a la guerra mundial”. De acuerdo a ese razonamiento, las diferencias y afinidades culturales serían las principales causas de conflictos y alianzas en el “nuevo orden mundial multipolar”.

En 1994, quien fuera secretario de Estado, el profesor Henry Kissinger, publicó “La Diplomacia” donde analizó lo que será un “nuevo orden internacional” para el Siglo XXI que se caracterizaría por una confrontación entre la fragmentación de estados y la globalización, siendo el reto de la comunidad de naciones conciliar los valores y experiencia entre países de culturas similares. Posteriormente, en 2014 publicó “Orden Mundial. Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia”, en el que sostuvo las premisas de la “Paz de Westfalia” (1648) como el primer intento por institucionalizar un orden mundial.

Se trataba de un consenso de reglas y límites de las acciones en las que los Estados soberanos tenían el propósito de evitar la hegemonía de un solo actor del sistema internacional. Kissinger insistió en que el nuevo orden debe ser cultivado y jamás impuesto. En su opinión cualquier sistema, cualquier orden, deben ser sostenibles, por ello el conjunto de reglas justas y legítimas que se acuerden deben ser por consenso, sin descartar desacuerdos.

Aseguró que las discrepancias y luego el consenso permite un balance de poder, lo que previene que una política domine sobre las demás. Las amenazas al nuevo orden internacional provienen de la interacción entre Estados y de acciones de grupos y amenazas globales: terrorismo, cambio climático, sequias extremas, operaciones de redes transnacionales criminales, corrupción, pandemias.  Para Kissinger, el islam, como civilización y religión, busca un orden mundial basado en un súper Estado donde la fe y el gobierno están unidos.

En lo que guarda relación a Asia hay diferentes visiones del orden: tradicionalmente, Japón visualiza una jerarquía internacional encabezada por el emperador japonés La India busca un sistema de alianzas con el conquistador al centro. El auge de China, no es una novedad del siglo XXI, sino que replica el patrón histórico imperial. Lo que sí es nuevo es el intento de crear una síntesis del legado confuciano y la modernización tecnológica, que piensa en sí misma como el único gobierno soberano, que encabeza una jerarquía universal.

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