Hacia un nuevo orden mundial (Segunda parte)

Hacia un nuevo orden mundial (Segunda parte)
Empresario.

En cuanto a Rusia a pesar de las sanciones impuestas por la crisis ucraniana, Estados Unidos y la Unión Europea la necesitan para avanzar en las relaciones con Siria, en las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán y por el abastecimiento de petróleo y gas.

Lo cierto es que Rusia quiere resurgir como una gran potencia, aunque su presupuesto militar y su PIB es inferior al de Estados Unidos y China, para lo cual busca fortalecer su proyecto de “Unión Económica Euroasiática” (integrada por Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Kirguistán y Armenia).

A su turno Estados Unidos y la Unión Europea buscan contrarrestar la anarquía internacional con una extensa red de estructuras internacionales que promuevan comercio abierto, un sistema financiero estable, principios de solución pacífica de controversias y límites a los conflictos. Esas instituciones, al menos en principio, son neutrales en cuanto abarcan y respetan cada cultura y región en el mundo.

Concluye que las incompatibilidades de los órdenes regionales son el motor de la inestabilidad del orden mundial, en tanto no se superen las diferencias regionales, la conflictividad aumentará hasta que el sistema se resquebraje en zonas de influencia. Será la tecnología la que genere un equilibrio en la organización del nuevo orden internacional, haciendo énfasis que será la ciencia y la tecnología los conceptos centrales como fuerza dominante, ocupando el lugar que otrora estuviera en manos de la religión o el nacionalismo, en donde los protagonistas serán Estados Unidos y China.

Lo cierto es que a partir de la caída de la URSS empieza a configurarse un nuevo orden mundial multipolar, en especial por la hegemonía económica que incluye la creación en 1993 de la Unión Europea y el ascenso de China que día a día viene modernizando su aparato productivo y su estructura legal para seguir en su proceso de atracción a la inversión extranjera. China pasó de economía de rápido crecimiento, a una basada en la calidad. Su nueva estrategia de desarrollo está orientada en la tecnología: ciudades inteligentes, logística robotizada, vehículos autodirigidos, biotecnología, nano computadores, entre otros.

Adicionalmente, está el ambicioso proyecto conocido como OBOR, One Belt-One Road, el cual pretende ser la clave del ascenso de China como superpotencia regional. La ambiciosa iniciativa lanzada por Xi Jinping de conexión de China con el resto del continente Euroasiático puede resultar costosa y difícil, pero a diferencia de la ruta terrestre a través de las repúblicas de Asia central, la vía marítima puede no tardar en ser una realidad en ciertos tramos, pues China ya ha construido importantes puertos en parte del recorrido.

Actualmente tenemos un nuevo orden que introdujo modelos de desarrollo, entre los cuales se encuentra el de la globalización que disminuye la hegemonía de Estado, para dar paso a poderosos bloques multilaterales y alianzas comerciales regionales.

A raíz de la confrontación comercial entre Estados Unidos y China, varios líderes mundiales han planteado la conveniencia de construir otro nuevo orden que no esté definido por esa rivalidad. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, es uno de los exponentes de esas ideas.

En su discurso ante la Asamblea General de la Naciones Unidas en septiembre del 2020, dijo que “el mundo de hoy no puede reducirse a la rivalidad entre China y Estados Unidos, por mucho peso mundial que tengan esas dos potencias. Debemos construir un nuevo orden, y eso significa que Europa tiene que asumir plenamente su responsabilidad”. “África será, con Europa, el motor de esa redefinición de los términos de la globalización”, afirmó.

Viene al caso anotar que existen unas relaciones históricas entre Europa y África. Varios países que hoy conforman la Unión Europea tuvieron colonias en África y mantienen fuertes vínculos, así como intereses y desafíos comunes. Francia: Argelia, Túnez, Burkina Faso, Costa de Marfil, parte de Camerún, Benín, Guinea, Mauritania Níger, Senegal, Mali, Chad, República del Congo, Gabón, Yibuti, Madagascar, Islas Comoras. Alemania: Camerún, Togo, Ghana, Burundi, Ruanda, Namibia, parte de Nigeria y la mayor parte de Tanzania. Italia: Libia, Eritrea, Somalia, Etiopía. Portugal: Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé. Bélgica: República Democrática del Congo. Holanda: parte de Sudáfrica.  España: Marruecos y Guinea Ecuatorial. Reino Unido que hasta hace poco pertenecía a la Unión Europea, colonizó Egipto, Sudán, Sudán del Sur, Kenia, Uganda, parte de Tanzania, Sierra Leona, Gambia, Ghana, Zimbabue, Zambia, Botsuana, Mauricio, Malaui, la mayor parte de Nigeria, parte de Camerún, parte de Mozambique y parte de Sudáfrica. Esos últimos países, con excepción de Zimbabue quien renuncio en 2003, hacen parte de la Commonwealth of Nations.

La reciente guerra comercial entre Estados Unidos y China, sumada las medidas de los gobiernos por la pandemia que afectaron la cadena de suministro y la inestabilidad de los precios del petróleo, están afectando el libre comercio y he generado medidas proteccionistas de parte de las autoridades de varios países. Por ello, cabe recordar la intervención en septiembre del 2020 del entonces presidente chileno Sebastián Piñera, ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

“Promover el libre comercio y la integración, combatir el proteccionismo, eliminar barreras no arancelarias al comercio, armonizar regulaciones y reglas, e impedir y sancionar conductas unilaterales que son contrarias al orden internacional, necesitamos reconstruir un orden económico multilateral, con instituciones respetadas por todos y basadas en reglas conocidas por todos”, sentenció.

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