En 2014, cuando era una estrella política en ascenso en Taiwán, Lai Ching-te visitó China y fue interrogado en público sobre el tema más incendiario para los líderes en Pekín: la postura de su partido sobre la independencia de la isla.
Las personas que lo conocen afirman que su respuesta cortés pero firme fue característica del hombre que fue elegido presidente el sábado y que ahora liderará Taiwán durante los próximos cuatro años.
Lai se dirigía a profesores de la prestigiosa Universidad de Fudan en Shanghái, un público cuyos miembros, como muchos chinos continentales, creían casi con toda certeza que la isla de Taiwán le pertenecía a China.
Lai dijo que, si bien su Partido Progresista Democrático había defendido históricamente la independencia de Taiwán —posición a la que China se opone—, el partido también creía que cualquier cambio en el estatus de la isla tenía que ser decidido por todo su pueblo. Su partido simplemente reflejaba opiniones, no las dictaba, afirmó. La posición del partido “se dio a través de un consenso en la sociedad taiwanesa”, declaró Lai.
Tanto para sus partidarios como para sus oponentes, el episodio reveló el contundente y a veces indignado sentido de convicción de Lai, una cualidad clave de este médico convertido en político que asumirá el cargo en mayo, como sucesor de la presidenta Tsai Ing-wen.
“Hace distinciones claras entre el bien y el mal”, afirmó Pan Hsin-chuan, funcionario del Partido Progresista Democrático en Tainan, la ciudad sureña donde Lai era alcalde en el momento de su visita a la Universidad de Fudan en 2014. “Él insiste en que lo correcto es lo correcto y lo incorrecto es incorrecto”.
Lai, de 64 años, hijo de un minero de carbón, tiene la reputación de ser un político hábil y trabajador que considera que su origen humilde le facilita empatizar con las necesidades de la gente común y corriente en Taiwán. Sin embargo, cuando se trata de sortear los peligrosos matices de tratar con China, puede que no sea tan hábil.
Es probable que Lai tenga que vigilar su tendencia a hacer comentarios espontáneos de vez en cuando, los cuales China podría explotar y convertir en crisis.
“No creo que Lai realmente vaya a buscar la independencia de jure”, opinó David Sacks, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores quien estudia a Taiwán. “Pero lo que sí me preocupa es que Lai no tiene mucha experiencia en política exterior y en las relaciones con China —que son increíblemente complejas— y es propenso a cometer algún desliz, sobre el cual Pekín se podría abalanzar”.
En entrevistas con quienes conocen a Lai, palabras como “obstinado” o “firme” se utilizan a menudo para describirlo. Pero como presidente de Taiwán, Lai tal vez tenga que mostrar cierta flexibilidad al lidiar con una legislatura dominada por partidos de oposición que han prometido escudriñar sus políticas.
Como líder que llevará al poder al Partido Progresista Democrático por un tercer mandato, Lai deberá estar muy atento al estado de ánimo de la población en Taiwán, señaló Wang Ting-yu, un influyente legislador del PPD, en una entrevista antes de las elecciones.
“Cómo mantener la confianza de la gente, cómo mantener la política limpia y legítima: eso es lo que un partido político maduro tiene que afrontar”, dijo Wang. “Siempre hay que tener en cuenta que la ciudadanía no permitirá mucho margen de error”.
Durante la campaña electoral, uno de los anuncios más exitosos de Lai lo mostraba a él y a Tsai juntos en un viaje por el país, charlando amistosamente sobre el tiempo que habían trabajado juntos. El mensaje que quedó claro cuando Tsai le entregó las llaves del auto a Lai, quien ha sido su vicepresidente desde 2020, fue que habría una continuidad tranquilizadora si él ganaba.
Cualquiera que sea la continuidad que pudiera unirlos en cuanto a políticas, Tsai y Lai son líderes bastante distintos con antecedentes muy diferentes. Tsai, que ha liderado Taiwán durante ocho años, sigue siendo apreciada y respetada por muchos. Pero también gobernó con una especie de reserva tecnocrática y rara vez dio conferencias de prensa.
Tsai ascendió como funcionaria negociando acuerdos comerciales y elaborando políticas en torno a China. En contraste, los orígenes de Lai como alcalde lo han hecho más sensible a problemas como el aumento de los costos de vivienda y la escasez de oportunidades laborales, dicen sus partidarios.
“Lai Ching-te ha venido desde las bases —como delegado del Congreso, legislador, alcalde, primer ministro— y ha ascendido escalón por escalón”, afirmó Tseng Chun-jen, un veterano activista del PPD en Tainan. “Ha sufrido frío y pobreza, por lo que comprende muy bien las dificultades que atravesamos las personas de a pie en esos tiempos”.
Tsai y Lai no siempre han sido aliados. Tsai hizo que el PPD regresara al poder en 2016, luego de que este sufriera una derrota devastadora en las urnas. Lai fue su primer ministro, hasta que renunció tras unos malos resultados electorales y la desafió osadamente en las primarias antes de las elecciones de 2020.
“Tsai Ing-wen se unió al PPD como una ‘outsider’, cuando el PPD necesitaba un ‘outsider’”, dijo Jou Yi-cheng, un ex alto funcionario del partido que conoció a Lai cuando este comenzaba en la política. “Pero Lai Ching-te es diferente. Ha crecido dentro del PPD”.
En 2017, como primer ministro, Lai hizo el comentario más citado por sus críticos. Ante las preguntas de los legisladores taiwaneses, Lai se describió a sí mismo como un “trabajador pragmático por la independencia de Taiwán”.
En ese momento, la oficina gubernamental de China para asuntos de Taiwán condenó el comentario. Desde entonces, Pekín y los críticos taiwaneses de Lai han presentado el comentario como prueba de su imprudente búsqueda de la independencia. Sin embargo, las palabras de Lai estaban en línea con el esfuerzo general de su partido por contener las tensiones sobre la cuestión del estatus de Taiwán, argumentando que la isla ya había alcanzado la independencia en la práctica, porque era una democracia autónoma.
Aun así, Lai estará bajo una gran presión para evitar hacer tales comentarios como presidente. China se ha fortalecido en lo militar y, bajo el mandato de Xi Jinping, está cada vez más dispuesta a utilizar esa fuerza para presionar a Taiwán. En su discurso de victoria la noche de las elecciones, Lai enfatizó su esperanza de abrir un diálogo con Pekín.
“Lai mantuvo el discurso vago y, a mi entender, no dijo ninguna de las frases que Pekín considera intolerables”, afirmó Kharis Templeman, investigador de la Institución Hoover que estudia Taiwán y monitoreó las elecciones. “Se dio a sí mismo la oportunidad de luchar para evitar, o al menos retrasar, la reacción más dura de Pekín”.