Se convirtió en una de las mujeres más poderosas de Hollywood. Lo suyo era la provocación, a partir del desparpajo sexual y de una gran inteligencia
West fue una pionera entre pioneras, figura indiscutible del espectáculo en Estados Unidos.
Bajita y voluptuosa, con un ingenio tan desarrollado como sus curvas, actriz, productora, guionista, directora y empresaria, la hija de un boxeador de Brooklyn nacida en 1893 subió a un escenario a los 14 años y se convirtió en la mejor paga y en una de las mujeres más poderosas de Hollywood.
Lo suyo era la provocación, a partir del desparpajo sexual y de una gran inteligencia.
Después del estreno del musical Sex, debió pagar $500 de multa por “corromper la moral de la juventud” y pasó 10 días en la cárcel. Al salir, aseguró que visitaría al alcalde y su mujer, con su mejor ropa interior de seda.
Para burlar la censura admitía incluir en sus guiones palabras que sabía serían tachadas, de modo de distraer a los censores y evitar que eliminaran cuestiones más medulares.
De lengua filosa, dejó una cantidad de frases antológicas:
- “Cuando soy buena, soy buena. Pero cuando soy mala, soy mejor”
- “El sexo con amor es lo mejor de la vida. Pero sin amor tampoco está tan mal”
- “Tener cerebro es una ventaja, si lo escondes”
- “Solo se vive una sola vez. Pero si hiciste las cosas bien, una vez es suficiente”
- “Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”
Murió en 1980, a los 87 años, en la cama que compartía desde 1955 con el mismo hombre, 30 años menor que ella.