La verdad verdadera

La verdad verdadera
El autor es especialista en Medicina del Trabajo. Foto, archivo.

Estamos llegando al final de la campaña política que nos debe llevar a la elección de un nuevo presidente, que nos permita enrumbar este país por derroteros de decencia, sin clientelismo, ni corrupción.

Nos acercamos a un nuevo debate, el miércoles 13 de marzo, y este pueblo se mantiene firme frente a la decisión de hacer un alto en el estilo de gobierno que hemos tenido en los últimos quince años, caracterizado por compra o adquisición de diputados, decisiones judiciales amañadas, funcionarios removidos por no alinearse con el ejecutivo, y muchos vicios más.

En este período de elecciones vuelven a aparecer figuras conocidas por sus malas actuaciones, que han dejado amargo sabor de boca y evidencia de un manejo poco apegado a los niveles de honestidad, decencia y respeto por el electorado.

Sin embargo, muchos apelan a la escasa memoria histórica del panameño. Pretenden, creen o esperan que se hayan olvidado de los Varela-papers, donde se dejó en evidencia muchas irregularidades, muchas verdades que se sustentan, hasta pidiendo la ira divina, a través de un escandaloso rayo, que, aunque no se hayan percatado, si cayó.

Cayó en el deterioro del gobierno actual, en el resentimiento del pueblo panameño contra el PRD, en el masivo rechazo contra la mina, en la denuncia de hijos contra el padre, en fin, en la destrucción gradual de estructuras viciadas, a las cuales no queremos, ni debemos volver a mirar, so pena de convertirnos en estatuas de sal.

Lastimosamente, aún existen algunas figuras que pretenden incursionar, o seguir incursionando en política, pretendiendo que la gente olvide, las calles inundadas en vía Argentina, luego de una administración municipal que acabó con los negocios de calle Uruguay. Que olvide la denominación histórica de dos expresidentes como corruptos, con el impedimento de ingreso a Disneylandia para su familia cercana y asociados, vinculado uno de estos, a la represión de la población indígena, a la que condenaron a ser invidentes.

O que olvide el triste papel de un abogado, que ha sabido lucrar de la venta del país, mediante la utilización de 25 violaciones a la Carta Magna, para vender nuestra nación, nuestros recursos naturales, venta que solo pudo ser detenida por un pueblo unido en torno a un objetivo común y por qué no decirlo, una Corte Suprema que se vistió de gala.

Todo esto, se pretende olvidar, de la misma manera que esa otra figura en el tablero político que, mediante gritos y espectáculos circenses en cada aparición, pretende acabar con la corrupción, estando convencido de que los gritos o la imitación de un par presidentes de nuestra área, lo convierte en heredero de ese derecho, olvidando que este pueblo quiere propuestas, no gritos, ni maledicencias.

Con todo esto busca que la gente olvide que sus nombramientos para ir a estudiar fueron por contactos, por su “papito” que solicitó que lo nombrasen.  Ese mismo señor, que fue condenado por su actuación en el monopolio de la harina, lo cual, incrementaba el precio del pan a los panameños.

Por eso mismo no pudo, ni podrá responder a las preguntas de otro honesto candidato que le recuerda que, monopolio y oligopolio también es corrupción.

En los próximos días nos adentramos a la Semana Santa, período que los cristianos destinamos a reflexionar. Algunos se perciben como los más honestos, tal como el fariseo que se alababa y se elogiaba frente al Señor, sin percatarse ellos que, en esta campaña, ellos mismos han procurado el “asesinato de carácter” de un candidato, el único, con virtudes y defectos, pero con un legado que puede ser objetivado por su actuación en el manejo de la cosa pública.

Es evidente, en unos de tantos logros, que Martín Torrijos dejó las arcas en superávit después de haberlas recibido en rojo, el único que tuvo el coraje para enfrentar, oportunamente, la situación de la Caja de Seguro Social. Objetivado esto, quien es la única persona que, con evidencia palpable, podría afrontar satisfactoriamente una situación similar dejada por este gobierno, que gracias a Dios finaliza.

Concluyendo, es menester que los panameños, los jóvenes principalmente, puedan indagar, rebuscar en las diferentes fuentes que puedan acceder para encontrar la verdad, no solo la que los demás pretenden enunciar, sino la verdad verdadera.

*Especialista en Medicina del Trabajo.

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