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La encrucijada de Pedro Sánchez: la cuestión de confianza una vía que entraña riesgos

La encrucijada de Pedro Sánchez: la cuestión de confianza una vía que entraña riesgos
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en una comparecencia en el Congreso. EFE/Mariscal

Los socios de Gobierno pueden redoblar sus exigencias y si el presidente no obtiene los votos necesarios, cesa de manera inmediata

Si Pedro Sánchez da marcha atrás y opta por no abandonar el gobierno, algunos analistas aseguran que la cuestión de confianza se presenta como una vía de escape que le permitiría una salida “digna” de la encrucijada política en la que él se situó tras publicar su “carta a la ciudadanía” y plantear su posible dimisión.

Una decisión que, según se ha podido confirmar con sus más cercanos, adoptó en solitario y sin pedir opinión a ninguno de sus asesores, ni de su equipo más cercano ni de sus ministros.

Pero es arriesgada porque, en caso de no contar con los votos necesarios, la consecuencia sería su cese inmediato. Y también el de todo el Ejecutivo.

 

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (i-abajo), junto a diputados socialistas en el Congreso. EFE/ Mariscal

Y es que son varios los caminos que Sánchez tiene ante sí. Uno es el más obvio y en el que muchos creen: continuar al frente del Gobierno después de estos cuatro días de reflexión.

Unas jornadas que tuvieron ayer un punto culmine con el acto de exaltación que el PSOE celebró en su Comité Federal. El problema, en este caso, es la crisis de credibilidad y de reputación a la que se enfrenta. La coherencia del líder socialista será objeto de cuestionamientos, y con motivo, señalan fuentes consultadas por el diario La Razón.

El segundo camino es dimitir y que se active el artículo 99 de la Constitución. El Rey celebraría su tradicional ronda de contactos con los representantes de las distintas formaciones políticas con el objetivo de proponer un nuevo candidato al gobierno para celebrar una nueva investidura.

Una tercera vía es que anuncie la disolución de las Cortes “en diferido” y una nueva convocatoria de elecciones generales una vez termine el mes de mayo. Esto porque la disolución es imposible de realizar antes del 29 de mayo, ya que la ley establece que debe transcurrir un mínimo de un año desde la anterior convocatoria.

 

Un momento de la marcha con el lema “Por amor a la democracia” convocada por el colectivo La Plaza Madrid y que ha transcurrido este domingo por el centro de Madrid. EFE/ Borja Sánchez-Trillo

Y la cuarta vía, la que le permitiría salvar los muebles en un intento por seguir al frente del Ejecutivo, pero refrendado por el Parlamento es la cuestión de confianza. Este instrumento legal que regula el artículo 112 de la Carta Magna la puede promover el propio gobierno y se presenta como una opción que le ofrece una vía de escape intermedia.

 

Es una buena salida política. Está prevista un poco para casos como este. El presidente puede decir ‘bueno, me siento acosado y no tengo el respaldo que necesito’ y se somete a una cuestión de confianza”, señala un experto jurista.

 

Pero hay un problema que no se puede pasar por alto. La moción de confianza entraña un riesgo de alto impacto: si alguno de los partidos que son socios de Gobierno se baja en el último minuto y no da su voto, Sánchez cesaría de manera inmediata. Y con él, todo el Ejecutivo. Es algo como el todo o nada, dependiendo de los apoyos que reúna. Pero todo tiene que quedar atado y bien atado.

Con esta fórmula, la presión sobre Sánchez se puede elevar a límites nunca vistos, por encima de lo que se ha visto desde la investidura. Y es que algunos partidos, aprovechando la necesidad de votos del mandatario para salir airoso de la cuestión de confianza, pueden retorcer y elevar al cubo sus demandas y exigencias. Una situación que pondría en jaque la legislatura y el inestable equilibrio con el que cuenta el gobierno socialista.

 

Sánchez puede usar la cuestión para medir sus fuerzas. Pero ojo, porque si la pierdes, te la juegas”, señala otra fuente que cree que el bloque independentista, Junts y ERC, no pondrán problema a la cuestión de confianza dado lo que hay en juego.

 

Si el presidente no la supera, cesa ese mismo día por una votación de cuestión de confianza. Y todo el gobierno también, que quedaría en funciones  con la vicepresidenta María Montero como presidenta interina.

Si, tras las consultas realizadas por el Rey, transcurren dos meses después de la primera votación para la investidura de un candidato, las Cortes se disuelven de manera automática, incluso si no ha transcurrido un año después de la anterior convocatoria de elecciones. Esto es algo que se da únicamente en este caso, porque es una excepción, advierten los juristas consultados.

Por lo tanto, si Sánchez quiere continuar, pero quiere reforzar su posición de cara a la opinión pública y a las Cortes, puede como presidente del Ejecutivo someterse a una cuestión de confianza y limitar la merma de credibilidad que sufriría si, directamente, dice que sigue sin más, después de todo lo que ha ocurrido como consecuencia de su carta y del amago de dimisión. Eso sí, siempre y cuando esté dispuesto a asumir los riesgos que entraña esta vía.

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