Asamblea Nacional: La historia se repite

Asamblea Nacional: La historia se repite
Analista político.

Sin lugar a dudas, tres diputados independientes, Juan Diego Vásquez, que los lideró, Gabriel Silva y Edison Broce, demostraron que se puede saber lo que pasa en la Asamblea Nacional y en el país sin tener una aplanadora en ese órgano del Estado.

Fui legislador por primera vez hace 40 años, en la primera elección general desde el golpe de Estado de 1968. Fuimos minoría en medio de la dictadura militar. Ahora hay otra dictadura: La de la corrupción.

En 1984, los demócratas cristianos éramos solo cinco (Bertilo Mejía, Jorge Montemayor, Carlos Arellano Lennox, Raúl Ossa y yo) que, sumados a los panameñistas y MOLIRENA que no se vendieron a los militares, constituimos una minoría muy pequeña, pero muy influyente al punto que, por nuestro trabajo en ese quinquenio, logramos los demócratas cristianos obtener 27 curules en 1989.

Lo sembrado por los diputados Vásquez y Silva con su movimiento Vamos, ha producido una buena cosecha que esperamos que dure todo el periodo legislativo y se proyecte para el futuro. El país se lo agradecería.

La Asamblea Nacional es una fuente permanente de tentaciones, económicas y de cualquier otra índole. No es lo mismo ser candidato que estar en funciones, sobre todo cuando tendrán a su lado a algunos diputados que querrán mantener las mismas prerrogativas y prebendas que han tenido antes y que ven el cargo, no para servir desde allí a los demás, sino para ver cómo reponen lo gastado en campaña y cómo mejoran su propia economía.

Cuando estuvimos en el poder por quince meses, desde la invasión en diciembre de 1989, hasta el día en que el presidente Endara nos sacó del gobierno, el 8 de abril de 1991, no hubo casi problemas. Teníamos acceso a muchos cargos dentro del gobierno, sobre todo a nivel del interior. Eso no duró mucho. Hubo indisciplina en los nombramientos de algunos legisladores, recordando un caso de colega que tenía nombrada a su hijastra de 12 años con salario de B/2.000.

Algunos legisladores vendieron a terceros las exoneraciones de auto y andaban pidiendo favores a los ministros, a pesar de ser opositores.

Los tiempos han cambiado. Al inicio de nuestra gestión solo disponíamos de nombramientos de $4,000 al mes para nuestro equipo.

En algunos casos eso ha sido 10 veces más alto para los oficialistas, en muchos casos de gente nombrada pero que le pasa su “moche” al diputado que los nombró. Hasta en las comisiones se pasan leyes para las cuales los interesados en promoverlas dan regalito$ a los diputados.

Aplaudo la decisión de Vamos que, de seguro el número 20 electo como independiente, Betserai Richards, también se sumará. Los diputados electos han acordado renunciar a muchos de los privilegios que actualmente gozan.

Reformar el reglamento interno de la Asamblea Nacional, ley de la República, no será fácil, porque habrá muchos que tratarán de impedir que les quiten lo que ellos llaman derechos adquiridos.

La ventaja que tienen los independientes es que en esas pretensiones de saneamiento moral legislativo. tendrán el apoyo de la ciudadanía consciente. Se estará muy pendiente de lo que haga o no haga la Asamblea Nacional, regresando la sintonía de las transmisiones legislativas al nivel que tuvimos en 1984, cuando por primera vez se pudo criticar a la dictadura en público y a nivel nacional. Ahora se dispone de los canales digitales.

La población tiene mucha esperanza en la nueva Asamblea Nacional. Quiere que cumpla con su deber de hacer buenas leyes y deje las zoquetadas de perder el tiempo al andar creando el día nacional de la yuca y la carimañola. Quiere que cumpla su rol de fiscalizar al Órgano Ejecutivo, labor que ha dejado de cumplir por muchos años. Que haya discusiones serias y profundas para la búsqueda de la legislación que el país requiere con la mayor participación ciudadana. Que la Asamblea Nacional sea el eco de las necesidades de toda la población y todos los grupos que la representan.

Vivimos un nuevo amanecer democrático. Es importante que lo aprovechemos para darle más solidez a la enclenque situación en que hemos dejado a las instituciones democráticas y mejoremos nuestra deteriorada imagen internacional, que nos coloca como uno de los países más corruptos del hemisferio.

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