Han redoblado las críticas al fiscal Alvin Bragg y al juez Juan Merchan, un magistrado al que Trump acusa de “corrupto”
Durante el juicio penal a Donald Trump en Nueva York los políticos republicanos han sido la cámara de eco de los ataques al proceso del expresidente y candidato y altavoz de los insultos y amenazas que él está limitado a hacer por la orden mordaza en el caso, informó el diario El Periódico.
Más trascendental si cabe:
Esos representantes, senadores, gobernadores o fiscales estatales han sido los aliados de su líder en el asalto contra el sistema de justicia de Estados Unidos, minando la confianza en su integridad.
Desde que el jueves se conoció el histórico veredicto de culpabilidad, han redoblado esos papeles y han cerrado filas, aún más si cabe, en torno a Trump.
No ha faltado un solo líder republicano en esa exhibición de lealtad
Mike Johnson, el republicano que como presidente de la Cámara de Representantes es el conservador más poderoso del país, segundo en la línea de sucesión presidencial, ha tildado el juicio de “farsa” y ha hablado de “lawfare”.
El poder de Johnson, en cualquier caso, va más allá de las palabras en un comunicado o un tuit.
Y en la Cámara Baja, que controlan los conservadores, ya se han vivido momentos en que incluso se han borrado de las actas declaraciones demócratas que meramente enumeraban los casos penales contra Trump.
También el que ha sido líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConell, un político que ha mantenido una tensa relación con Trump especialmente tras el asalto al Capitolio pero que aún así le ha dado su respaldo para las elecciones de noviembre, ha cuestionado el proceso contra Trump.
“Esos cargos nunca deberían haberse presentado en primer lugar”, ha dicho, mostrándose convencido de que la condena “será revertida en la apelación”.
Numerosos políticos conservadores se han hecho eco de las denuncias de Trump, sin pruebas, de que Joe Biden ha estado detrás de la persecución judicial en Nueva York y ha usado políticamente al Departamento de Justicia aunque el caso, a diferencia de los de Florida y Washington, no ha sido iniciado desde ese Departamento sino por una fiscalía estatal, como en Georgia.
Han redoblado también los ataques al fiscal Alvin Bragg y al juez Juan Merchan, un magistrado al que Trump acusa de “corrupto” y afectado por supuestos conflictos, un terreno donde incluyen el trabajo de su hija como consultora para los demócratas pero, también, una donación de 15 dólares que el juez hizo en 2020 a la campaña de Biden.
Se han visto las exageraciones a las que también acostumbra Trump, como en el caso del senador Roger Marshall, que ha tildado el veredicto como “la más atroz injusticia en la historia de la nación”.
El asalto a la integridad del sistema judicial puede ser, en cualquier caso, el efecto más dañino de la muestra extrema de lealtad a Trump de los republicanos, que a lo largo de las siete semanas en que se ha prolongado el juicio han estado viajando a Nueva York para acompañar a Trump al tribunal.
El senador de Ohio J.D. Vance, cuyo nombre está en las quinielas como posible vicepresidente de Trump, ha hablado de “una vergüenza para el sistema judicial” y Steve Scalise, el número dos de los republicanos en la Cámara Baja, ha hablado de “una derrota para los estadounidenses que creen en el principio legal básico de que la justicia es ciega”.
No respeto el veredicto ni nadie debería hacerlo”, ha dicho, por su parte, el senador de Utah Mike Lee.