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Europa elige su lugar en el mundo con las amenazas de Rusia y China al acecho

Europa elige su lugar en el mundo con las amenazas de Rusia y China al acecho
Vladimir Putin. Foto: EFE.

Almacenes estratégicos de componentes básicos, pensados para momentos de crisis, y la participación de Ucrania en los programas europeos

Más de 370 millones de europeos votan el nuevo Parlamento Europeo con el auge de los ultras que amaga con imponer un cambio de rumbo.
Entre este 6 y 9 de junio, los europeos vuelven a acudir a las urnas para elegir la composición del próximo hemiciclo europeo durante los cinco años venideros. Se reparten 720 escaños, 15 más que en la legislatura anterior, informó el diario español La Razón.
Tras una legislatura marcada por la pandemia de coronavirus, la lucha contra el cambio climático y la guerra en Ucrania, las encuestas vaticinan que el Partido Popular Europeo (PPE) volverá a ser la fuerza más votada en las urnas y el auge de los partidos considerados de extrema derecha y euroescépticos.
Personal militar inspecciona una zona atacada en Ucrania, en una imagen de archivo. Foto: EFE, EPA, Sergey Kovlov.
Un panorama que puede debilitar la tradicional coalición centrista de populares, socialistas y liberales que ha gobernado durante décadas la Unión Europea y abrir numerosos interrogantes sobre el rumbo del club comunitario, en un momento especialmente turbulento y dominado por la incertidumbre en la escena internacional.
Cuando la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, bautizó al comienzo de su mandato su Comisión Europea como “geopolítica” muchos recibieron el término con escepticismo.
Pero la guerra en Ucrania y la emergencia de China como gran potencia han convencido a la mayoría de las cancillerías europeas de la necesidad de una posición mucho más asertiva en política internacional y que abarca todos los ámbitos.
Proyectos de la UE
Foto de archivo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen Foto: EFE, EPA, OLIVIER MATTHYS.
Desde incentivar la industria de defensa europea hasta una mayor autonomía también en el suministro de aquellas materias primas que marcarán el desarrollo tecnológico del siglo XXI.
Eso también incluye la ampliación a los países de los Balcanes occidentales, para que no caigan en las garras de Moscú y Pekín, deseosos de crear inestabilidad a las puertas de la UE.
Tras el período de paz que siguió a las dos guerras mundiales y la caída del Muro de Berlín, los felices años de 1990 no hacían presagiar que el final del siglo XX y el principio del XXI iban a deparar un mundo multipolar con el poder más fragmentado que nunca.
China no está dispuesta a participar en una conferencia de paz sobre Ucrania sin Rusia. Foto: TINGSHU WANG, EFE.
Por eso, los europeos han dejado de confiar únicamente en lo que en política internacional se denomina “soft power” (poder blando), la capacidad de influir en la esfera internacional en áreas como el comercio, el modo de vida y la cultura.
Ahora hace falta emplearse también en el denominado “hard power” (poder duro), lo que el máximo representante de la diplomacia comunitaria, el español Josep Borrell, define como hablar el lenguaje del poder.
Una necesidad que se hace más acuciante si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca tras las elecciones del 5 de noviembre y cumple sus amenazas de dejar a los europeos a la intemperie si no gastan lo suficiente en Defensa.
Foto: EFE, EPA, PETER FOLEY.
El camino parece ya trazado. Bruselas pretende aprender de las experiencias de la pandemia y la crisis energética, desatada tras la guerra en Ucrania, y replicar esos mismos mecanismos de compras de vacunas conjuntas y subastas de gas en la adquisición centralizada de armas por parte de los países europeos.
Buscan así conseguir ofertas más competitivas en el mercado y mejorar la interoperabilidad, ya que ahora mismo existen hasta circo versiones diferentes de la misma arma, lo que dificulta las economías de escala y la competitividad en el sector.

El objetivo reside no solo en gastar más sino en gastar mejor.

Además, esto irá unido a la puesta en marcha de almacenes estratégicos de componentes básicos, pensados para momentos de crisis, y la participación de Ucrania en los programas europeos para mejorar también la interoperabilidad de su ejército.
Rescatistas ucranianos cargan los restos del misil ruso con el que fue bombardeada una zona residencial en Járkov, Ucrania. Foto: EFE, EPA, Sergei Kozlov.
La meta reside en que para el 2030, los Estados europeos adquieran el 40% de su equipamiento de Defensa a través de proyectos colaborativos y que la mitad sean de fabricación europea, lo que suponga la mitad del presupuesto de las licitaciones y el 60% en el 2035.
Además, se espera que en el 2030, el comercio entre los países europeos ascienda hasta el 35% del valor del mercado de Defensa.
A pesar de que, tras la invasión de Ucrania por parte del ejército de Vladimir Putin, Bruselas presionó a los países europeos para la adquisición de armas de manera conjunta y Made in Europe, desde el comienzo de la guerra hasta junio del 2023, casi el 80% de los pedidos (el 78%) se hicieron a empresas fuera del bloque y, de esta cantidad, el 60% han sido fabricadas en Estados Unidos. De momento, el porcentaje para desarrollar capacidades militares conjuntas tan solo llega al 18% cuando la meta es del 35%.
Aunque quizás muchos electores no sean conscientes cuando depositen su papeleta en las urnas, este domingo se dirime el lugar de la UE en el mundo y si puede ser un actor global y hablar de tú a tú a Pekín y Rusia, aunque también a aliados tradicionales como Estados Unidos.

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