El líder de la asonada no encontró respaldo en los cuarteles y su aventura, que duró poco más de tres horas, fue derrotada
El momento de mayor tensión se produjo en Bolivia, en el dramático intento de golpe de Estado, cuando una tanqueta, acompañada por militares fuertemente armados, embistió contra la puerta del Palacio Quemado, como se conoce la sede del Ejecutivo en el centro de la ciudad de La Paz, informaron medios de prensa internacional.
El presidente Luis Arce actuó rápido y dio posesión a la nueva cúpula militar, obligando al general golpista Juan Zúñiga a retirarse de la plaza Murillo, con lo que se conjuró el intento de golpe de Estado registrado este miércoles y que puso en vilo a la comunidad internacional con la OEA a la cabeza, que celebra hasta el viernes su asamblea anual en el vecino Paraguay.
El líder de la asonada no encontró respaldo en los cuarteles. La aventura pareció ser derrotada. Sin embargo, la sensación de intranquilidad y sorpresa no se disipaba.
“Los militares deben respetar nuestra Constitución”, dijo Arce en una declaración pública con la cual nombró un nuevo alto mando militar luego de la breve sublevación del ejército que duró poco más de tres horas.
Arce, que denunció un intento de golpe de Estado, decidió sustituir a todos los comandantes militares del país, después de la indisciplina del general Zúñiga, jefe del ejército boliviano.
Había manifestado su inconformidad con la intención de Evo Morales de presentarse de nuevo a una elección presidencial.
Hace dos días dijo que el exmandatario “no puede ser más presidente de este país” y advirtió que “llegado el caso” no permitiría que “pisotee la Constitución, que desobedezca el mandato del pueblo” y sumó, en ese sentido, que las Fuerzas Armadas “son el brazo armado del pueblo, el brazo armado de la patria”.
El general Zúñiga desconoció la orden presidencial. Después de un acto oficial, dirigió la movilización de vehículos blindados en la plaza Murillo donde funciona la sede del gobierno. Allí el Zúñiga amenazó con “tomar” la sede del Ejecutivo.
La televisión boliviana mostró imágenes de Arce discutiendo cara a cara con el golpista en las puertas del palacio de gobierno mientras el militar era insultado por otros civiles.
Horas más tarde, anunció que se retiraría del lugar, “por ahora”.
“Hoy, el ejército se encuentra movilizado, en emergencia, acuartelado, acudimos al clamor del pueblo. El pueblo pide basta de saqueos, basta de ultrajamientos. Aquí están las Fuerzas Armadas por su pueblo”, dijo el general Zúñiga y adelantó que “seguramente pronto va a haber un nuevo gabinete”.
También sostuvo que los presos políticos del país debían ser liberados, incluida la expresidente interina Jeanine Áñez, que lleva tres años de cárcel por haber sido condenada por la causa el golpe de Estado contra contra Morales. Incluyó al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, investigado también por los hechos del 2019 que derivaron en la renuncia de Morales, acusado de fraude electoral.
Con una multitud de civiles respaldándolo, en la sede del gobierno Arce encabezó un acto para destituir formalmente, y en ausencia, al general Zúñiga de su cargo. Nombró en su lugar a José Wilson Sánchez Velásquez.
“Deploramos las actitudes de malos militares que, lamentablemente, repiten la historia, tratando de hacer un golpe de Estado cuando el pueblo boliviano siempre ha sido un pueblo democrático”, sostuvo Arce y aseguró que se mantiene firme junto a su gabinete, el pueblo y “los buenos militares, que saben respetar la Constitución”.
Arce deseó el mayor éxito a los nuevos mandos y reiteró que la disciplina es un mandato legal. “La cadena de mando no puede romperse, pues está constitucionalmente prohibido. Los militares deben respetar nuestra Constitución política”. Dijo que hará respetar la democracia “a través de los votos”.
El nuevo comandante del Ejército, Sánchez Velásquez, agradeció “al hermano presidente” su nombramiento.
“Pido, ordeno, dispongo, que todo el personal que se encuentra movilizado en las calles debe retomar a sus unidades”, declaró desde el mismo acto en el cual habló de la “derrota” de la intentona “golpista”.