Éxito de Panamá dependerá del compromiso de la próxima administración estadunidense
El Centro de Estudios de Inmigración de Estados Unidos tras una investigación pone en duda el éxito del programa de repatriación de migrantes acordado el 1 de julio entre los gobiernos de José Raúl Mulino y Joe Biden. El informe se basa en una investigación de campo de primera mano realizada del 6 al 18 de agosto del 2024, en ambos lados del Darién, reseñado por el diario Crítica.
El informe dijo que esos migrantes, de más de 170 países distintos, representan el mayor volumen de personas que ha llegado a la frontera estadunidense en la historia y plantean problemas de seguridad pública y nacional para Estados Unidos. Los porcentajes más altos que utilizan la brecha son los de venezolanos y haitianos.
Es poco probable que la ayuda sostenida para una frecuencia de vuelos de expulsiones necesaria para crear disuasión se materialice hasta al menos el final del mandato de Biden-Harris.
Además, a falta de una contribución de presión diplomática de Estados Unidos, los acuerdos panameños con Colombia y otros países de origen para recuperar a sus ciudadanos expulsados, se retrasaron.
Una reducción significativa del tráfico humano siguió a las órdenes iniciales de Mulino, que pretendían canalizar los flujos migratorios de varias rutas a través del Darién a una sola, en preparación para las esperadas expulsiones aéreas apoyadas por Estados Unidos.
Pero la desaceleración subsiguiente, que ha sido significativa, probablemente no se debió tanto a las medidas de Panamá.
El informe reconoce dos factores. Las decisiones iniciales de los migrantes de esperar en el lugar para observar si Panamá cumplía con sus planes de expulsión. El otro, los venezolanos, una de las principales nacionalidades que utilizan la brecha, aparentemente se quedaron en casa para votar en las muy esperadas elecciones nacionales del 28 de julio.
Si bien las primeras medidas de control del gobierno de Mulino alteraron los patrones de flujo migratorio a través de algunas áreas, los migrantes que retrasaron sus planes de viaje en Venezuela, Colombia u otros países sudamericanos parecieron haber comenzado a regresar a las rutas.
Se los vio en cantidades cada vez mayores a fines de agosto y principios de septiembre del 2024, cuando se hizo evidente que las elecciones venezolanas no lograron derrocar a Maduro y que Panamá todavía permitía el tránsito de casi todos los recién llegados en ausencia de expulsiones significativas de extranjeros no criminales.
El éxito de Panamá dependerá, en gran medida, del compromiso de la próxima administración estadunidense de brindar apoyo financiero incondicional y de aplicar su fuerza diplomática a países clave para que cambien de manera más decisiva y demostrable sus políticas de libre tránsito, como Colombia y Ecuador.
Es menos probable que una administración de Kamala Harris asuma esos compromisos necesarios que una administración de Trump.
Por lo tanto, Panamá probablemente se encontrará en una posición mayoritariamente unilateral al menos hasta que finalice el mandato de Biden-Harris el 20 de enero del 2025.
El éxito o el fracaso de la táctica de Panamá probablemente dependa del resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre del 2024, concluyó el informe.