No pudo sobrevivir a las 83 bombas de una tonelada cada una que destrozaron su cuartel general situado bajo varios edificios residenciales
Hezbolá ha confirmado este sábado la muerte de su líder, Hasan Nasrala, tal como había dado a conocer a primera hora de la mañana Israel. “Hasan Nasrala, el líder del grupo terrorista Hezbolá y uno de sus fundadores, fue eliminado por las Fuerzas de Defensa de Israel junto a Ali Karki, el comandante del frente sur de Hezbolá y otros comandantes de Hezbolá”, anunció el ejército israelí un día después del masivo ataque de los cazas F-35 contra el búnker de la milicia chií en el distrito de Dahiya, en los suburbios del sur de Beirut, informó el diario español El Mundo.
Ante el prolongado silencio oficial de Hezbolá sobre el estado de su líder en los últimos 32 años, las declaraciones de una fuente cercana al grupo proiraní sobre la “pérdida de contacto con Nasrala desde la noche del viernes” y la convocatoria de una reunión de emergencia del liderazgo en Irán, Israel confirmó que uno de sus enemigos más poderosos, temidos y conocidos en las últimas décadas no pudo sobrevivir a las 83 bombas de una tonelada cada una que destrozaron su cuartel general situado, según lsrael, bajo varios edificios residenciales.
Su muerte se produjo en el ataque que, según el Ministerio de Sanidad libanés, causó al menos seis muertos y 91 heridos, se trataría de “un terremoto” en la región dado su papel tanto en Líbano, donde nació hace 64 años, como en la instrucción y cooperación con otras milicias como Hamas en Gaza y los hutíes en Yemen.
A nivel inmediato, tendrá consecuencias en la actual escalada entre Israel y Hezbolá. A nivel histórico, constituye un punto de inflexión en la guerra entre Israel y el eje liderado por Irán.
Nasrala presumía de conocer perfectamente la sociedad israelí y disfrutaba del hecho que sus discursos eran seguidos con mucha atención por su gran enemigo.
Pero el veterano dirigente no creyó que Israel iba a cruzar esta línea roja en su peor enfrentamiento desde la guerra del 2006.
Ni siquiera en las últimas dos semanas cuando decidió cambiar radicalmente de estrategia y escalar el duelo ante la milicia para garantizar la vuelta de los más de 60,000 habitantes del norte de Israel evacuados por los ataques desde Líbano en el último año y poner fin a la guerra de desgaste iniciada por Hezbolá en apoyo de Hamas contra la agresión israel al día siguiente del ataque yihadista que desató la masiva ofensiva en la Franja de Gaza.
Tras las explosiones contra los beepers y walkie talkies de efectivos de Hezbolá, la muerte de los cabecillas de la Fuerza Radwan y los bombardeos más extensos desde la guerra del 2006, las autoridades israelíes creyeron que Nasrala cesaría el frente abierto desvinculándose de Gaza.
“Los colonos no volverán a sus casas hasta que Israel no cese su agresión a Gaza”, avisó Nasrala que realizó su último discurso desde el búnker el pasado 19 de septiembre lo que elevó la intensidad del fuego y declaraciones del liderazgo israelí.
La orden de acabar con la vida de Nasrala fue tomada hace unos días en la sede central del ejército y Defensa en Tel Aviv.
El servicio de Inteligencia y la Fuerza Aérea ultimaron el plan que hace unas semanas parecía ciencia ficción teniendo en cuenta la importancia política y armada de Nasrala en Líbano, en el bloque iraní y en la región.
Al día siguiente, Netanyahu viajó a la ONU para realizar el discurso ante la Asamblea General de la ONU siendo consciente que tras la luz verde todo dependía de la “oportunidad operativa”.
De haber anulado su viaje, hubiera provocado sospechas. Nasrala imaginó que Israel no haría una acción de gran envergadura con su primer ministro fuera del país.
El viernes, la Inteligencia confirmó la presencia en las profundidades en un suburbio de Beirut de Nasrala y los principales cabecillas que aún no habían sido alcanzados por los misiles israelíes. A media tarde, llegó la luz verde y los cazas se dirigieron a Dahiya.
El letal ataque contra Nasrala puede por fin a la escalada para abrir las puertas de una guerra. Todo depende de las capacidades de Hezbolá y de cómo Irán reaccionará a la muerte de su principal activo en el eje contra Israel en la región.