Ambos candidatos demócratas ganaron en voto popular, pero perdieron en votos electorales
El centenario Jimmy Carter fue vapuleado cuando pretendió lograr su segundo mandato presidencial. Más que una humillante derrota fue una operación de castigo ejecutada por un actor de Hollywood. Un republicano en tierras demócratas que se adelantó a Arnold Swarzanegger como gobernador de California, informó el diario español La Razón.
El antaño actor Ronald Reagan obtuvo 489 votos electorales por solo 49 Carter en 1980, una diferencia aplastante, impensable para los tiempos que corren, donde la igualdad es máxima y con un Donald Trump recortando diferencias a Kamala Harris.
A menos de un mes para las elecciones presidenciales, los candidatos van a la par –según las últimas estimaciones– pese a que en voto popular Harris va claramente por delante.
Reagan fue una reacción conservadora al mandato del progresista Carter, como Trump lo fue en el 2016 tras el segundo mandato de Obama.
Como curiosidad, los citados gobernadores de California se identificaron con el Partido Demócrata en sus años mozos. Y ambos, con la madurez, acabaron en el otro extremo. Aunque no solo resolvieron ser republicanos si no que empujaron al Partido Republicano más hacia la derecha.
Cabe recordar que Reagan delató y prestó testimonio contra varios compañeros de Hollywood por “comunistas” en plena era del macartismo, una auténtica cacería de brujas que, entre otros, obligó a Charles Chaplin a dejar Estados Unidos por Suiza.
Fue contra Obama cuando emergió una figura desconocida que encandiló a las bases del Partido Republicano. Era el espíritu que encarnó Reagan.
Dio alegría, pasión y entusiasmo a una alicaída candidatura republicana. La gobernadora de Hawai, Sarah Palin, irrumpió como un trueno cuando fue confirmada como “ticket” electoral para hacer tándem junto a John McCain.
Obama logró la reelección ante Mitt Rommey con una victoria holgada, pero menos. Obama volvió a llevarse los 29 votos de Florida. Sería la última vez.
Trump acabó en el 2016 con la hegemonía demócrata en Florida y liquidó las aspiraciones de Hillary Clinton pese a que esta se impuso en voto popular por tres millones de votos. Florida y el “cinturón del óxido”, antaño demócratas, dieron la victoria al excéntrico millonario.
Y se lo negaron a Al Gore (vicepresidente con Bill Clinton) en el 2000, con presunto pucherazo incluido. Por un puñado de votos en el Estado de las flores, la victoria se la llevó George W. Bush, dejando en la cuneta a un Al Gore que, como luego le ocurriría a Hillary Clinton, quedó por delante de su rival en voto popular.
Con el cambio de tercio, la división, se acentuó con la entrada en escena de Trump y tuvo tintes dramáticos con la victoria de Biden que Trump y sus seguidores, como si de Venezuela se tratara, se negaron a reconocer.
Si era habitual que una parte significativa de demócratas o republicanos pactaran enmiendas con el presidente de turno, desoyendo la posición del partido, con Obama los bloques pasaron a ser de cemento armado. El cambio que pregonaba Obama desató una ola de simpatía.
Con un empuje al alza de Trump, al comité de campaña demócrata le sobreviene la pesadilla de Al Gore y Clinton. Ambos ganaron en voto popular. Pero perdieron en votos electorales, los únicos que a la postre cuentan.