En un eventual segundo mandato no promete hacer las cosas muy diferentes a la primera vez. Anuncia deportaciones masivas, recortes fiscales y más
Justo en la recta final de la campaña electoral, Donald Trump aprovechó el comentario del presidente Joe Biden llamando “basura” a sus seguidores para dar un golpe de relaciones públicas que ópticamente lo benefició en un momento clave: llegó a un mitin en Wisconsin manejando un carro de basuras y con la vestimenta de los trabajadores que la recogen, informó el diario español La Razón.
Como en ese caso, su olfato los últimos años nunca le ha abandonado. Nada más explica cómo un expresidente pudo sobrevivir a dos intentos de destitución, y cómo alguien que está acusado de instigar y acelerar esfuerzos para revertir un resultado electoral, sigue a punto de convertirse en el líder de la primera potencia del planeta.
Actualmente está en el punto más alto de su poder dentro del Partido Republicano en un momento en que sus preferencias políticas, antes marginales o poco ortodoxas, dominan.
Muchos coinciden en que el primer mandato de Trump estuvo rodeado de personas que intentaron frenar sus impulsos. Eso explica que actualmente más de 30 de sus viejos colaboradores lo rechacen públicamente o que su relación con el ex vicepresidente Mike Pence sea de distanciamiento absoluto.
En esa misma línea, la elección en esta oportunidad del senador J.D. Vance como fórmula vicepresidencial es un ejemplo de lo que busca Trump para una posible segunda administración.
Esta vez se espera que esté rodeado de personas leales que atiendan sus caprichos. Vance se opuso a Trump en el pasado pero luego se plegó a su voluntad, hasta el punto que, a diferencia de Pence, respalda el falso relato de un fraude electoral en el 2020.
Otro de los nombres que parecen sonar es el de Robert F. Kennedy Jr., de quien hasta ahora se sabe estaría en el equipo de transición. El tercer candidato renunció a su aspiración presidencial para respaldar a Trump y muchos votantes que no hacen parte del movimiento MAGA le ven como una figura que podría intervenir de manera “positiva” en las decisiones de gobierno.
Quizá el nombre más importante que podría barajarse es el del hombre más rico del mundo: Elon Musk, un magnate recién convertido al trumpismo, que básicamente hace las veces de defensor del exmandatario en su red social X.
Incluso, recientemente Trump propuso que el dueño de SpaceX liderase una suerte de comisión supervisora de las tareas de algunas instituciones de Gobierno, una tarea no muy clara y que podría dar pie a denuncias sobre conflicto de intereses por parte de la eventual oposición demócrata.
Durante la semana de la Convención Nacional Republicana también había empezado a sonar para secretario de Estado nombres como el del senador hispano de Florida Marco Rubio, defensor de la línea dura con Cuba y Venezuela, y quien además fue finalista como posible vicepresidente.
Otros personajes del círculo de Trump con influencia para ingresar a su gabinete son su fiel asesor Stephen Miller, el arquitecto de las políticas antiinmigración o Richard Genell, su polémico exembajador en Alemania.
En cuanto al clan familiar, esta vez se mantienen apartados de su campaña su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, sin que esté muy claro si juegan un rol tras bambalinas. En su lugar han ganado influencia el primogénito, Donald Trump Jr.,y su nuera Lara Trump.
Una vez formado su nuevo equipo, de ganar la presidencia Trump intentará llevara cabo sus promesas de campaña, enfocadas en el combate de la inmigración ilegal a través de la implementación del “mayor plan de deportación en la historia de Estados Unidos”, así como la aplicación de recortes impositivos para, según él, recuperar la economía “destrozada” en los cuatro años de Biden-Harris.
En el ámbito internacional, Trump se ha autocalificado como el “único capaz determinar con las guerras en Gaza y Ucrania en un día”.
Nadie sabe exactamente cómo actuaría, pero se referencian su buena relación con el jefe del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, para inferir que tendría una posición menos dura que la actual administración frente a Israel, lo que en sí mismo solo parece ser indicativo de que su resistencia a los planes militares israelíes sería muy mínima.