Suecia lleva años tratando de contener una oleada de tiroteos y atentados relacionados con ajustes de cuentas y la lucha por controlar el mercado de las drogas ilícitas
“Hermano, no puedo esperar mi primer cadáver”, escribe en Instagram un niño de 11 años en Suecia, donde las pandillas utilizan sitios de chat encriptados para reclutar a menores que, por su edad, no pueden ser procesados como asesinos a sueldo. “Mantente motivado, ya llegará”, le responde su contacto de 19 años, informó el diario español La Razón.
En esa conversación del 16 de diciembre del 2023, el adulto promete al niño $14,000 por un asesinato, además de ropa y el traslado al sitio del crimen, según una investigación policial preliminar llevada a cabo en la provincia de Varmland, en el oeste del país.
En ese caso, cuatro hombres de 18 a 20 años fueron acusados de reclutar a cuatro menores de entre 11 y 17 años para una banda criminal. Todos fueron detenidos antes de que pasaran al acto.
La investigación incluye una serie de capturas de pantalla que los menores compartían entre sí posando con armas, algunos a pecho descubierto o con capuchas. En el interrogatorio policial, el niño de 11 años dijo que escribió el mensaje para parecer “cool” y “no mostrar temor”.
Suecia lleva años tratando de contener una oleada de tiroteos y atentados relacionados con ajustes de cuentas y la lucha por controlar el mercado de las drogas ilícitas en un país de 10.5 millones de habitantes. El año pasado, 53 personas murieron en tiroteos, cada vez más frecuentes en sitios públicos. En ocasiones, dejan víctimas inocentes.
La criminalidad pandillera sueca es compleja y organizada: Los líderes operan en el exterior mediante intermediarios que utilizan sitios de chat encriptados como Telegram, Snapchat y Signal para reclutar menores.
El número de casos relacionados con asesinatos en Suecia con personas de menos de 15 años subió de 31 en los primeros ocho meses del 2023 a 102 en el mismo período del 2024, según la fiscalía. Esto incluye, entre otros casos, asesinato, conspiración para asesinar, tentativa de asesinato, complicidad en asesinato e incitación al asesinato. Los menores de 15 años no pueden ser procesados. En lugar de ello, los servicios sociales determinan el tipo de apoyo o cuidado que se les debe brindar.
¿Quiénes son estos chicos que aceptan misiones de asesinato anunciadas en redes sociales?
A menudo, jóvenes con dificultades escolares o con déficit de atención, problemas de adicción o que han estado en líos con la policía.
Los reclutan para conflictos con los que no tienen relación alguna, son mercenarios y no necesariamente han formado parte pandillas antes.
Algunos niños buscan ellos mismos las misiones, según un informe del Consejo Nacional de Prevención del Delito (BRA). Y esto pueden hacerlo ya sea motivados por la descarga de adrenalina, el reconocimiento, un sentido de pertenencia o las cuantiosas recompensas financieras. Los atrae la camaradería, la ropa vistosa y la promesa de lealtad inquebrantable.
“Ahora todo el mundo quiere ser un asesino”, señaló Viktor Grewe, un expandillero de 25 años que se topó con la policía por primera vez a los 13. “Es increíblemente triste ver que esto es a lo que aspiran los chicos”, que glorifican en TikTok el estilo de vida criminal, dijo.
Tony Quiroga es un jefe policial de la localidad de Örebro, 200 kilométros al oeste de Estocolmo. “Hay una explotación implacable de jóvenes cuyas vidas apenas comienzan”, declaró. Los subcontratistas “no quieren arriesgarse ellos mismos” para protegerse a sí mismos y a sus superiores, señaló.
Hay voluntarios que patrullan por las calles de barrios marginales de Örebro para conversar con los jóvenes sobre el riesgo que entrañan las pandillas. Viktor Grewe, que se apartó de la vida pandillera a los 22 años, dice que los criminales jóvenes no tienen fe en su futuro, y que la mayoría no viven más allá de los 25 años.
Según un reciente informe del BRA, reclutar niños es parte del modelo empresarial de las pandillas, y una vez que el niño ingresa, es difícil que salga. Tony Quiroga lamenta que la policía se enfrenta a conflictos “que nunca terminan”.