Según el exjefe de la CIA en Roma Robert Gorelick, el futuro presidente intentará excluir a Francisco de la “escena internacional” y uno temas de conflicto será China
Donald Trump no es aún presidente de Estados Unidos, pero la guerra con el Papa ya ha empezado. Y la tensa y accidentada relación que ambos mantuvieron durante el primer mandato del republicano parece estar en camino de repetirse. Esto es lo que reflejan los primeros gestos de interlocución entre los dos líderes, y también es la conclusión a la que se ha llegado durante un simposio sobre la cuestión celebrado este miércoles en Roma.
“El diálogo entre Washington y el Vaticano ya es mucho más conflictivo”, afirmó en ese foro el exjefe de la CIA en Roma, Robert Gorelick, informó el diario español La Razón.
El enfrentamiento más reciente, a pocas semanas de la toma de posesión del republicano, tiene que ver con algunos nuevos nombramientos efectuados por los dos mandatarios.
En diciembre, Trump anunció que su candidato propuesto como nuevo embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede sería Brian Burch, un feroz detractor de Francisco y presidente del grupo conservador CatholicVote.
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Pocos días después, Francisco comunicó haber elegido al cardenal progresista Robert McElroy, crítico de Trump y defensor de los migrantes, como nuevo arzobispo de Washington, una de las diócesis más importantes del país.
“Burch tiene un perfil muy distinto al de su predecesora Sara Greengrass, que fue una embajadora muy hábil. Trump eligió el conflicto con el Vaticano. Y el Papa eligió a McElroy. Es un choque que ya se ve”, insistió Gorelick.
Resultado de ello será un previsible intento de exclusión del Papa de la “escena internacional”, alejándolo de los principales foros de negociación diplomática y sobreseyendo sus posturas.
“Hacer como si su punto de vista no existiese”, ha explicado el exagente de inteligencia.
Un dato ratifica esta afirmación: En los últimos años, tanto la Iglesia estadunidense como los propios feligreses católicos del país -incluidos los latinos- se han ido escorando tanto a la derecha que han sido una de las piezas claves de la victoria de Trump (el 56% votó por él, según un sondeo The Washington Post) en los comicios de noviembre pasado.
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“Joe Biden tuvo problemas con la jerarquía católica estadunidense por sus aperturas sobre el aborto, pero ahora la situación es otra, existe un catolicismo mucho más de derecha”, reflexionó Gregory Alegi, catedrático ítalo-estadunidense de la Universidad Luiss de Roma y especialista en historia de América.
Además, se trata de un catolicismo que “no se puede leer desde la fe, sino como manifiesto político”, añadió Alegi, al subrayar que este sector se encuentra lógicamente en un polo opuesto al de Papa.
Y más aún. “Gaza quizá no, porque se acaba de firmar un alto el fuego, pero la crisis climática que el Papa considera un problema grave y Trump niega, y China pueden ser grandes temas de enfrentamiento”, explicó Gorelick, al recordar el durísimo choque ya mantenido en 2020 por Francisco y la Administración Trump por las gestiones del Vaticano para recuperar su relación con el gigante asiático, un país donde sus fieles y sus obispos eran perseguidos hasta hace muy poco.
Consecuencia posible de ello será, según los observadores, que el Vaticano deje de ser consultado o llamado por Estados Unidos a intervenir o mediar en crisis o conflictos internacionales, como ha ocurrido en el pasado en incontables ocasiones, también en estos últimos meses y esta misma semana.
Esta misma semana se ha conocido que la intermediación del Vaticano facilitó un acuerdo para la liberación de 550 presos recluidos en Cuba, lo que a su vez coincidió con el anuncio del gobierno de Joe Biden de que el país será eliminado de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.