Nos hemos sentido mal representados durante la crisis creada por las declaraciones del presidente de Estados Unidos. Es incomprensible la orden de que el único que pueda hablar sobre el tema es el presidente.
Nuestra posición se defiende con la verdad que nos asiste, además con gallardía y elegancia. La historia nos respalda. De nada vale que enfrentemos el problema culpando a los periodistas que buscan las lógicas explicaciones que los funcionarios encargados tardan en darnos o con bravuconadas que a nada conducen. El respeto y la consideración se ganan.
Los muertos durante la construcción de Canal por los franceses ascendieron a 22,000, producto de enfermedades tropicales y accidentes. Desde 1904, al continuar la construcción los estadounidenses, los decesos no superaron los 5,500, no los supuestos 38,000 ciudadanos fallecidos de Estados Unidos. De esa cantidad, los estadounidenses no fueron más de 300, tal como explica la mejor obra sobre el Canal, escrita por el norteamericano David McCollough (Path Between the Seas).
El resto provenían de las islas del Caribe y de Europa, el grueso de la contratación de trabajadores para la construcción del Canal.
Sobre que Estados Unidos, lo construyeron, es cierto. Pero en suelo ajeno: El de Panamá. Que lo pagaron, también cierto, $302 millones, en la actualidad alrededor de $9,000 millones.
Pero, qué beneficios lograron:
Durante 85 años no pagaron nada por el tránsito de sus buques de guerra. No dieron un centavo por 14 bases militares desplegadas en todo Panamá. Por 85 años utilizaron miles de millones de galones de agua para operar el Canal, sin pagarnos nada. Durante la II Guerra Mundial utilizaron 132 sitios de defensa, pagando solo el alquiler de los terrenos privados usados para la emergencia bélica. El politólogo cubano estadounidense,
Orlando J. Pérez, gran conocedor de la política panameña, nos dice que Estados Unidos recuperó con miles de millones su inversión.
Al firmarse los tratados Torrijos-Carter, en 1977, el compromiso fue devolver a Panamá su administración en 1999, quizás por considerar que estratégicamente el Canal ya no era tan importante. Perdieron interés en la obra y no se actualizaron en tecnología, nuevas mejoras y eficiencia, proveyéndole a la vía solo el mantenimiento indispensable.
Se recibieron los puertos en el Atlántico y en el Pacífico, así como el ferrocarril interoceánico en un estado que no era el mejor. Los puertos y el ferrocarril, inicialmente operadas por el Estado, pasaron posteriormente a manos privadas, quienes se encargaron de ponerlas en las condiciones requeridas por un mercado muy exigente y moderno. El asunto que hoy nos tiene en el tablero mundial debería centrarse en lo positivo que el
Canal ha sido, no solo para Panamá y los Estados Unidos, sino para el mundo entero.
¿Ha sido el Canal más eficiente y competitivo en manos panameñas? ¿Se ha perjudicado el comercio mundial con la administración panameña?
El Canal, operado y administrado por Estados Unidos desde 1914 a 1999, contó con muchos trabajadores y técnicos panameños, los cuales siguieron allí después de la reversión.
La preparación de Panamá para recibir el Canal, desde la ratificación de los tratados por el Senado estadounidense en 1978, tomó más de 20 años. Lo hicimos en forma diligente y responsable, precisamente para evitar traumas en una transición que, a pesar de su complejidad, se hizo prácticamente imperceptible a sus usuarios.
El 31 de diciembre de 1999 ya estábamos preparados. Por ello, todos se ajustaron sin problemas a los nuevos administradores y así ha seguido por 25 años.
En adición a lo hecho en 1999 a la fecha, es importante señalar que, ante la gran demanda mundial, el Canal se amplió en 2017 con una inversión de $5,500 millones, pagados totalmente por Panamá. Ello lo abrió a un mayor tránsito y, sobre todo, a permitir su uso por los grandes tanqueros, satisfaciendo las nuevas demandas de las navieras. El Canal ampliado dejó como una reliquia a aquel construido por Estados Unidos.
Para Panamá ha significado un gran aporte. En 85 años de administración gringa recibimos de compensación de solo $1.800 millones, mientras que en manos panameñas solo el año pasado recibimos $2,400 millones.
La transparencia y la seguridad de la operación del Canal ha sido elogiada por todo el mundo, inclusive por varios gobiernos de Estados Unidos. En lugar de achicopalarnos, debemos estar conscientes de que hemos cumplido a cabalidad el destino que nos dieron cuando el Canal se situó en el istmo de Panamá.
Lástima que así no lo percibe la población.