Según un reciente sondeo, el 85% de los groenlandeses no quiere ser parte de Estados Unidos, aunque la mayoría está a favor de la independencia
El interés de Estados Unidos en adquirir Groenlandia ha situado la cuestión independentista en el centro de la campaña de las elecciones legislativas del próximo martes en este territorio autónomo danés, en un debate marcado también por la economía, la sanidad, la educación, los problemas sociales y la relación con Copenhague, informó la agencia EFE.
La independencia ha sido un tema recurrente en las elecciones groenlandesas desde hace décadas y, en especial, desde el 2009, cuando se aprobó un nuevo Estatuto de Autonomía que reconoce el derecho de autodeterminación.
Según un reciente sondeo, el 85% de los groenlandeses no quiere ser parte de Estados Unidos, aunque la mayoría está a favor de la independencia.
Los partidarios de mantener los vínculos con Dinamarca han ido perdiendo peso y varios partidos han cambiado su postura: en el actual Parlamento todas las fuerzas políticas están a favor, sólo difieren en los ritmos y la forma de fundamentar la independencia.

EFE/EPA/Mads Schmidt Rasmussen, Arctic Creative
El socialista Inuit Ataqatigiit (IA) del presidente autonómico, Múte B. Egede, y principal fuerza política, defiende un nuevo marco de “colaboración” con Dinamarca y crear una base económica “sólida” sobre la que basar un futuro Estado independiente.
“Lo más importante es ser minuciosos, acercarnos a nuestro objetivo cada día. No quiero dar una fecha”, ha dicho Egede.
El socialdemócrata Siumut -tradicional dominador de la política groenlandesa y socio menor de la coalición de gobierno- representa una línea similar, aunque ha evidenciado divisiones internas y su presidente, Erik Jensen, ha mandado mensajes ambiguos sobre activar las negociaciones con Copenhague la próxima legislatura.
“Una negociación real puede durar mucho. No podemos decir si formaremos un Estado mañana, el año que viene o el futuro próximo”, ha afirmado Jensen.
Las tensiones internas del Siumut se han plasmado en la salida de Aki-Matilda Høegh-Dam, una de las dos diputadas groenlandesas en el Parlamento danés, que se ha ido al Naleraq, al igual que su pareja, Kuno Fencker, protagonista de un polémico viaje a Estados Unidos hace semanas en el que se reunió con gente del círculo del presidente de EEUU, Donald Trump.

El Naleraq, tercera fuerza parlamentaria y que representa una línea más rupturista, defiende un tratado de libre asociación con Estados Unidos a cambio de apoyo económico y de garantizar la seguridad, aunque tampoco se atreve a dar una fecha concreta y admite que el proceso puede llevar tiempo.
Los Demócratas, cuarta fuerza, insisten en la importancia de asumir más competencias -sólo tres en los últimos 15 años de las más de 30 que permite el Estatuto- y reducir la dependencia económica de Copenhague: “No podemos empezar a construir la casa por la chimenea”, afirma su líder, Jens Frederik Nielsen.
Nielsen declaró recientemente que no iba a “permitirle” a Trump -cuyo hijo visitó a principios de enero la isla- comprar Groenlandia ni “amenazar” su democracia.

“Groenlandia es nuestra. No queremos ser estadounidenses, tampoco daneses, somos groenlandeses. Los estadounidenses y su líder deben entenderlo. No estamos en venta y no pueden adquirirnos sin más, porque nuestro futuro lo decidimos nosotros en Groenlandia”, respondió hace dos días Egede a las últimas declaraciones de Trump.
Jensen habló de “falta de respeto” de Trump y calificó sus palabras de “preocupantes”, mientras el Naleraq llamó a la unidad y a definir quién es groenlandés, reiterando su idea de crear un “registro” para inuit, una polémica propuesta que hasta ahora ha sido rechazada por el Parlamento.