Cualquier previsión es quimérica con aranceles cruzados por encima del 100% y otros variados guantazos
China subió al ring en forma. Su economía creció al 5,4% en el primer trimestre, el mayor ritmo en año y medio y varias décimas por encima de los pronósticos. Es el último periodo ajeno a los criminales aranceles estadunidenses que morderán su economía, ha prevenido ya Pekín, pero es preferible pelear con vigor que alicaído, informó el medio El Periódico.
Ese 5,4% permitiría, en un contexto razonable, adelantar que China alcanzará el crecimiento anual “alrededor del 5%” que fijó su régimen en la reciente Asamblea Nacional Popular.
Cualquier previsión es quimérica con aranceles cruzados por encima del 100% y otros variados guantazos.
Serán fatales, eso seguro, pero falta medir el daño. Sheing Laiyun, alto funcionario de la Oficina Nacional de Estadísticas, asumió este miércoles que este ecosistema “ejercerá ciertas presiones al comercio internacional y la economía” del país.
Pero también descartó el naufragio: “Los cimientos económicos son estables, resistentes y con gran potencial, así que tenemos coraje, capacidad y confianza para lidiar con los retos externos y alcanzar los objetivos de desarrollo establecidos”, ha defendido.
El pasado año cumplió China su objetivo por el sprint a finales de año de las exportaciones. Ese motor se presume ahora gripado tras sus últimos estertores.

Son estos, de hecho, los que explican la lozanía del primer trimestre: la fábrica global apresuró sus envíos a Estados Unidos antes de que entraran en vigor los gravámenes. El éxito económico chino pasa, esta vez sí, por aumentar el autoconsumo.
Durante más de una década ha pregonado el Gobierno que iba a relevar a las exportaciones como principal fuente de riqueza pero su plan se ha estrellado contra la secular pulsión ahorradora china. No han escaseado los estímulos fiscales y de variados tipos en los últimos años pero los expertos juzgan que Trump recomiendan otra vuelta de tuerca.
Necesita China más autoconsumo y mercados más profundos. A lo último se emplea sin pausa la diplomacia china con su presidente a la cabeza. Hoy en Malasia, segunda etapa de su gira por el sudeste asiático, Xi Jinping ha buscado más aliados contra el unilateralismo y matonismo de Trump.
La zona desbancó dos años atrás a la Unión Europea y Estados Unidos como el mayor destino de sus exportaciones. Hoy teme, al igual que Europa, que los productos chinos que iban a Estados Unidos les lleguen como un alud. No ocurrirá eso, ha prometido Xi.
La jornada ha dejado el sorprendente relevo de Wang Shouwen como jefe negociador de asuntos comerciales por Li Chenggang.
Wang está bregado en 1,000 batallas y ya lidió con Estados Unidos en la primera guerra comercial así que era previsible que repitiera su rol en las próximas negociaciones. Ese toro lo lidiará Li tan pronto Pekín y Washington den con la fórmula para citarse en la mesa sin que nadie quede como el derrotado del pulso. Las negociaciones serán una tarea homérica. En la anterior guerra comercial, con posturas mucho más cercanas a las actuales, fue necesaria una docena de rondas.