El crecimiento de la izquierda criolla ha logrado una gran acumulación de fuerzas alcanzado niveles de penetración al ganarse la mente y los corazones de un gran sector de nuestro pueblo.
Entre los factores puede hablarse de corrupción, que ha provocado el desgaste del modelo posinvasión democrático. Hay insnsatisfacción y agotamiento de una sociedad, de un pueblo que cada día se empobrece. Es más ancha la brecha entre ricos y pobres.
Está también la pobreza. La falta decidida de los gobernantes en solucionar la calidad de vida al pueblo, aumentó la pobreza. No han resuelto los problemas de falta de agua, salud, alto costo de la vida, mala calidad de la educación, deficientes servicios públicos de electricidad, basura, transporte.
Está también el desgaste de la clase política. Cero credibilidades. Corrupción sin freno.
A lo que se suma la inseguridad y sicariato, la consolidación de las pandillas. La inseguridad que ataca amplios territorios de Colón, San Miguelito, Pedregal, Arraiján. Una Policía que no puede actuar por falta de un respaldo decisivo del Ejecutivo.
Panamá es un país clasificado como rico que se consolida como un referente de crecimiento y estabilidad económica en América Latina, según la actualización de las perspectivas de la economía mundial publicada el miércoles pasado por el Fondo Monetario Internacional.
A eso se añade un sistema judicial corrupto. El aumento de $4,000 a los magistrados de la Corte Suprema, es una bofetada. Abona más el descontento popular.
Está también la coyuntura aprovechada por la izquierda. La penetración ideológica, silenciosa, pero efectiva. China está jugando su papel y logrando sus objetivos sin prisa, pero sin pausa.
El movimiento de masas es una realidad crece y se consolida. Hay una gran confusión sectores de nuestro pueblo.
Está también el escenario de ingobernabilidad.
Actualmente existe una situación preinsurreccional en el pueblo panameño. El gobierno no la quiere ver o vive de espaldas a lo que está ocurriendo.
En el frente interno, el Gobierno no dispone de fuerzas políticas, ni bancada, y sin aparente capacidad de reorganizar fuerzas decisivas en su favor. No basta con sus actuales aliados: CoNEP, la APEDE, Cámara de Comercio, CAPAC, el SIP porque no pueden cambiar las cosas ni influir en la balanza política en favor del Ejecutivo. La actual correlación de fuerzas no beneficia al gobierno. Está aislado.
En el frente externo, una limitada comprensión (ningún pronunciamiento de la ONU, ni de la OEA) de la situación en desarrollo. Lo mismo que el impacto geopolítico de Estados Unidos y su campaña de apropiarse del espacio vital, el Canal de Panamá.
La fuerza de la izquierda en los últimos 10 meses ha venido de menos a más. Hoy la acumulación y la correlación de fuerzas está más consolidado, que cuando las pasadas elecciones. Es un error analizar y hacer declaraciones en base a los resultados electorales. Hay otra realidad.
Pasó por varias etapas. De organización, respaldo internacional, motivación y, lo más importante, ha logrado alcanzar una penetración en el pueblo, inyectando su discurso de lucha de clases. Actualmente están en el desarrollo de las acciones.
Esa situación se activa con mayor fuerza por el enfrentamiento de modelos ideológicos. Un gobierno que se definió como “un gobierno empresarial”, con un gran sector de nuestro pueblo que no se ve representado en esa definición de “gobierno empresarial”. Por ese tipo de gobierno no votó nuestro pueblo en las últimas elecciones del pasado mayo 2024.
Después de transcurridos 35 años de sistema democrático y 25 años de total autonomía y soberanía sobre nuestro país, la izquierda lidera un gran sector de nuestro pueblo. Sobre esta realidad hay que repensar cómo manejar la actual crisis en desarrollo.
Negar, o descalificar la fuerza del movimiento popular, produce como reacción una mayor rebeldía popular.
Otra fuerza perversa que viene en crecimiento son las pandillas. Controlando provincias, puertos, distritos, barriadas, siembran el terror, aplicando la ley de la fuerza. Representa otra gran amenaza en una coyuntura de ingobernabilidad del país, actúen coordinadamente para aumentar el caos.
A la Fuerza Pública le falta mayor respaldo del Ejecutivo para poder actuar frente a la crisis. Órdenes claras, que autorice el uso de la fuerza letal. Y que exima de toda responsabilidad a la tropa en cumplimiento de la misión de mantener el orden y la paz social. No existe actualmente ese respaldo decidido.
En ese contexto, el presidente Trump está desarrollando su plan para contrarrestar a China aliándose con Rusia y lanzando su guerra comercial contra China.
La definición de la paz de la guerra en Ucrania pasa por la definición de territorios vitales y estratégicos para ambas potencias. Así Washington y Moscú pretenden repartirse el mundo.
No hay otra interpretación del discurso inaugural del pasado 20 de enero: “Recuperar el Canal de Panamá”, usando cualquier método, medias verdades, propaganda.
Panamá es parte del espacio vital por recuperar por parte de Estados Unidos, en su guerra comercial con China, porque no somos confiables.
Vislumbro una fórmula de la antigua Guerra Fría con un nuevo formato adoptada a la guerra comercial con China.
Estados Unidos presiona por una salida a la paz en Europa, que Ucrania ceda (por actos de guerra) la península de Crimea a Rusia, asegurando su espacio vital en el Mar Negro, con Sebastopol como la principal base naval rusa
Frente a una debilidad en el Mediterráneo cuando a inicio de año perdió por efectos de la guerra civil su base naval Tartus en Siria por efectos de la guerra.
Del mismo modo, Estados Unidos se apropia del Canal. China maniobra en Panamá, bloqueando la venta de la concesión de los puertos de Balboa y Cristóbal, manteniendo su actual influencia y impulsando decididamente su agenda.
