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El efecto Trump en Canadá resucita a los progresistas y hunde a los conservadores

El efecto Trump en Canadá resucita a los progresistas y hunde a los conservadores
Foto de archivo del primer ministro de Canadá, Mark Carney. EFE/NEIL HALL / POOL.

Desde que Donald Trump es presidente, los liberales de Justin Trudeau y Mark Carney han pasado de perdedores a ganadores

Nada une tanto como un enemigo común y, si no, que se lo pregunten a Mark Carney, primer ministro saliente y entrante de Canadá. Carney, nuevo en política, acaba de ganar las elecciones que su partido tenía perdidas hasta hace tres meses, hasta que Donald Trump volvió a la presidencia de los Estados Unidos, el vecino del sur, informó la cadena española RTVE.

El 6 de enero, el primer ministro Justin Trudeau se rindió a la evidencia e hizo lo que tanto les cuesta a los políticos: Dimitió.

Lo hizo como primer ministro y como líder del Partido Liberal, los progresistas.

Fue un servicio al partido porque, tras casi una década en el gobierno, la mayoría de los canadienses suspendían la gestión de Trudeau y su partido.

Ese año habría elecciones y los sondeos de intención de voto llevaban meses dando una clarísima ventaja a la oposición conservadora de Pierre Poilievre. Tal vez, fue el razonamiento, cambiando de líder los liberales tuviesen mejores resultados. Tal vez.

El exprimer ministro canadiense, Justin Trudeau. EFE/Julio César Rivas

Pero el factor decisivo que le ha dado la vuelta a la tortilla electoral no han sido los movimientos internos del Partido Liberal, sino un factor exterior, el segundo mandato de Donald Trump a partir del 20 de enero.

Una regla que suele cumplirse en política es que una crisis puede hundir o encumbrar a un gobernante en función de cómo reaccione. Tenemos ejemplos para ambos casos en varios países: del 11-S en los Estados

Unidos de George W. Bush, al 11-M español de José María Aznar, pasando por las inundaciones en la Alemania de Gerhard Schöder.

Mark Carney ha sabido jugar esa carta dos veces en tres meses, primero como candidato en las primarias del partido y luego como candidato a primer ministro. Lo de Carney y el Partido Liberal en este trimestre sí es una remontada para estudiar.

En enero, según la media de sondeos de opinión que hace la televisión pública, la intención de voto para los conservadores era del 43% y para los liberales de un 21%, 22 puntos de diferencia.

Ese 28 de abril los liberales han ganado con un 43,5% de los votos y los conservadores se han quedado en 41,4%, una remontada de 22 puntos en tres meses de una derrota por goleada a la victoria, ajustada, pero victoria. Todo indica que los potenciales votantes de partidos minoritarios se han decantado por Carney.

Carney, economista, es nuevo en política, aunque llevaba años coqueteando con ella. En su curriculum y fama sobresalen dos cargos en dos momentos oportunos a posteriori: fue Gobernador del Banco de Canadá durante la Gran Recesión, la crisis de las hipotecas (2008-2013), y Gobernador del Banco de Inglaterra, el primer extranjero en el cargo, en el proceso del Brexit (2013-2020).

El líder del Partido Liberal de Canadá Mark Carney, habla durante un mitin este sábado en Mississauga (Canadá). EFE/ Julio César Rivas

“Dos y dos son cuatro”, debió de pensar Carney cuando saltó a la arena para sustituir a Justin Trudeau al frente del partido y aspirar a primer ministro. Se presentó como el candidato experto en gestionar crisis y, por lo tanto, el más idóneo para la crisis económica y diplomática que causará la segunda presidencia Trump.

En el escaso mes y medio como primer ministro, Carney ha hecho buena otra máxima política, que un cargo aporta autoridad a poca habilidad que se tenga, y la ha tenido. En este mes y medio se ha presentado más que como candidato como primer ministro, líder de la resistencia nacional frente a la política agresiva del presidente Trump.

Una y otra vez, ha anunciado con solemnidad que la relación histórica entre Canadá y los Estados Unidos había terminado, y que Canadá nunca renunciaría a su soberanía, nunca se convertiría, como pretende Trump, en un estado más de Estados Unidos. Liderazgo y patriotismo/nacionalismo ha sido un bingo electoral.

La política arancelaria y la retórica prepotente y anexionista de Trump despertaron el nacionalismo canadiense, en lo simbólico (el himno, la bandera y la selección nacional de hockey sobre hielo) y en lo práctico, boicot a los productos made in USA. Carney ha sabido aprovechar ese sentimiento colectivo.

No todo son méritos de Carney, también ha habido lastres y fallos en el contrincante. Poilievre ha cargado con el lastre de ser el más afín ideológicamente a Trump, y en hacer una campaña electoral centrado sobre todo en las cuestiones internas de Canadá, especialmente el problema de acceso a la vivienda.

En su equipo de campaña reconocen que los liberales han entendido mejor que la rabia contra Trump superaba en estos momentos el malestar con la gestión del gobierno liberal en esta última década.

A quien le interese la estrategia política y la psicología social tiene en el Canadá del 2025 un buen fenómeno para estudiar.

Una Respuesta
  1. YA ESCUCHE LA NOTICIA—ESTE SEÑOR QUIERE SER EL PROXIMO JEFE DEL VATICANO–DIOS MIO—-TODOS A REZAR EL PADRES NUESTRO—Y RECORDAR EL GRAN PENSAMIENTO DE NUESTROS ANCESTROS QUE POSTULA–BENDITO SEA EL FRUTO DE TU VIENTRE JESUS–Y SE INICIO LA GRAN ERA CRISTIANA GRACIAS AL IMPERIO ROMANO—-TREMENDA EMPATYIAM HISTORICA HASTA NUESTRO DIAS—–CLARO QUE SI SEÑOR TRUMP–UNA NUEVA ERA ES NECESARIA—-TODOS JUNTOS CON LA GRAN CRUZ ROMANA—–

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