El método de imponer algún tipo de gobernanza empleando las pandillas y bandas proxis en América, data desde los años 80 del siglo pasado. Cuba lo desarrolló como un nuevo tipo de “guerra hibrida”. Exportó a los “Marielitos” a Florida, imponiéndose un nuevo tipo de violencia política con una lógica criminal de expansión en todos los países enemigos de los regímenes como ahora es el caso Venezuela: Con el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles.
Las disidencias de las FARC y del ELN, operan desde territorio venezolano. Las guerrillas colombianas lo usan como refugio y base de operaciones para sus actividades ilícitas y la minería ilegal que son parte de la estructura del narcotráfico.
En Venezuela opera la inteligencia cubana con todos sus componentes de fuerzas. Son el real poder y el balance interno que asegura al régimen.
Cuba ha ayudado a Venezuela al menos oficialmente desde el 2008 (17 años) cuando se firmaron dos acuerdos, en mayo del 2008, que permitieron a Cuba redefinir la seguridad de Venezuela, a través de Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).
La alianza militar permitió a las Fuerzas Armadas de Cuba un vasto acceso al sector militar de Venezuela y amplia libertad para espiarlo y reformarlo.
Los acuerdos permitieron a los cubanos una estricta vigilancia de oficiales y tropas y entrenar agentes de inteligencia venezolanos en La Habana.
Cambiaron la misión del servicio de inteligencia de espiar a rivales extranjeros y con la asesoría de militares cubanos, Venezuela reformuló la unidad de inteligencia, a un servicio que espía a sus propias fuerzas armadas, infundiendo miedo y paranoia y aplastando a la disidencia.
El Cartel de los Soles es una organización criminal con un método de trabajo y régimen paramilitar. El brazo operativo es el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) una oficina del G-2, como se conoce al servicio secreto cubano.
Han pasado más de 35 años desde la invasión a Panamá, estamos en medio de la Guerra Fría definiéndose los espacios entre las potencias: Rusia que invadió a Ucrania, China y los Estados Unidos.
Hoy la administración del presidente Donald Trump viene imponiéndose en el mundo, aplicando su poder militar como lo usó en Yemen e Irán, donde atacó con su poder aéreo, sin bajas en sus filas, y alcanzó sus objetivos estratégicos. De esas lecciones del manejo de la crisis quedan lecciones y lecturas.
En menos de un año en el poder Trump ha empleado a fondo el poder aéreo como fuerza disuasiva para imponerse en los diferentes escenarios de conflicto en el planeta.
En las Américas hay amenazas reales, como la expansión de China, Irán, Rusia, el crecimiento del narcotráfico manejado por organizaciones criminales, bandas proxis, carteles de drogas con mucho poder, que responden a intereses geoestratégicos de potencias extracontinentales, como el Tren de Aragua, el Cartel de los Soles, el Clan del Golfo, Los Lobos, los carteles mexicanos, la mafias rusa, china, albanesa.
Ese es el orden de batalla en nuestro entorno.
