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Dominicanos deportados de EE UU relatan el fin de su sueño migratorio

Dominicanos deportados de EE UU relatan el fin de su sueño migratorio
Luis Alberto Tejada posa durante una entrevista con EFE el 1 de septiembre de 2025, en Sabana de la Mar (República Dominicana). EFE/Orlando Barría

Tras años trabajando en Puerto Rico, decenas de repatriados cada semana aterrizan en Santo Domingo, dejando atrás empleos, familias y la esperanza de una vida mejor

Cada semana, aviones fletados por el gobierno de Estados Unidos aterrizan en Santo Domingo con decenas de dominicanos deportados, atrás quedan sus hogares temporales en Puerto Rico, sus empleos precarios, y el sueño de alcanzar una vida mejor, informó la agencia EFE.

La mayoría de ellos partió en yola desde lugares como Sabana de la Mar, un humilde municipio pesquero en el este de la República Dominicana, convertido en punto de partida hacia la isla vecina.

Fausto Espino, padre de seis hijos y ebanista de oficio, fue uno de los muchos que emprendieron ese viaje desesperado.

“Me detuvieron en frente de mi casa cuando llegué de trabajar”, relató Espino a EFE, fue arrestado en Puerto Rico tras siete años de vida irregular y trabajos diversos, y terminó deportado a su país tras una travesía por centros de detención en San Juan, Aguadilla, Miami, Texas, Luisiana y finalmente Santo Domingo.

Fausto Espino, ebanista dominicano y padre de seis hijos, quien fue recientemente repatriado desde EE.UU., al posar durante una entrevista con EFE, el pasado 1 de septiembre en Sabana de la Mar (República Dominicana). EFE/Orlando Barría

Espino aprovechó el caos posterior al huracán María en el 2017 para embarcarse hacia Puerto Rico, cuando, según recuerda, todo el mundo corría para ir allá y había poca vigilancia.

Durante sus años en Puerto Rico, Fausto envió dinero a su familia, algo que ahora, de vuelta en su pueblo natal, es prácticamente imposible. “Aquí tienes que pelearte bien para ganar $5,000 al mes. No es lo mismo el salario de aquí que el de allá”, lamentó.

Una historia similar vivió Luis Alberto Tejada, de 35 años, también de Sabana de la Mar. Trabajó como albañil por dos años en Puerto Rico, hasta que fue detenido mientras cambiaba un cheque en una entidad bancaria.

“Fue como si el banco hubiera llamado a las autoridades para que fueran a buscarnos”, recordó Tejada. Tras su arresto, fue trasladado a Luisiana y luego al centro de detención de Krome, en Florida, donde estuvo recluido junto a inmigrantes de todo el mundo. Tras 15 días de encierro, fue finalmente deportado junto a otros 200 dominicanos.

Ambos relatos ponen en evidencia un patrón creciente, el flujo de migrantes dominicanos hacia Puerto Rico a través del mar, impulsado por la falta de oportunidades laborales y el anhelo de una vida más digna.

Con más de 2,100 dominicanos deportados en lo que va del año, las autoridades migratorias estadunidenses han intensificado los controles, especialmente desde la llegada de Donald Trump a un segundo mandato presidencial.

“El único problema que tuvimos fue ahora con Donald Trump”, declaró Tejada. Según él, antes de las nuevas políticas migratorias, la vida para los dominicanos indocumentados era más llevadera. “No queremos coger el mar otra vez”.

Ahora de vuelta en su país, Tejada intenta retomar su vida como albañil especializado en cerámica, aunque reconoce que “en Sabana de la Mar no hay muchas salidas”.

“Deberían crear más fuentes de trabajo para que los jóvenes no tengan que coger el mar otra vez e irse a Puerto Rico”, expresó con resignación.

Mientras tanto, los aviones siguen llegando. Y cada uno trae consigo una historia de sueños truncados, promesas rotas y esperanzas que naufragan al tocar tierra.

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