Fue en 1989 la última vez cuando Panamá aportó tropas a las órdenes de la ONU para la independencia de Namibia, luego en la separación de fuerzas en Angola. Fui parte del contingente de 20 oficiales (capitanes y mayores), que envió las Fuerzas de Defensa. A mi patrulla se nos asignó el frente de Angola.
En 1974 la Guardia Nacional aportó dos batallones de infantería para la separación de fuerzas en el Medio Oriente para fiscalizar el alto al fuego después de la guerra Yom Kipur de octubre de 1973.
Llegamos el 8 de diciembre de 1973 como parte del primer batallón en el desierto del Sinaí.
El general Omar Torrijos tuvo la visión estratégica de enviar tropas a un conflicto bélico como escenario de guerra en el Medio Oriente y esos objetivos fueron mantenidos por sus sucesores en el mando militar.
El general Torrijos buscaba demostrar, con hechos y acciones, la capacidad militar de la Guardia Nacional, que operacionalmente estaba capacitada para la defensa del Canal.
Esas operaciones fuera de las fronteras, les permitía ganar experiencia real en situaciones de guerra y ejercer el mando y el liderazgo de la cadena de mando de la Guardia Nacional. También lograba obtener imagen internacional para el país.
Panamá no es solo el Canal o el centro financiero, es una nación en pleno desarrollo, capaz de mantener el orden interno y la estabilidad, y estar en capacidad de respaldar las misiones internacionales de la ONU. La misión se cumplió.
Artículo V del Tratado de Neutralidad Permanente del Canal: “Solo la República de Panamá manejará el Canal y mantendrá fuerzas militares, sitios de defensa e instalaciones militares “.
La Fuerza Pública debería tener la capacidad militar para la defensa del Canal, está obligada a hacerlo conforme a los Tratados Torrijos Carter.
Con Paso Firme
La Fuerza Pública debió aprovechar ese escenario internacional y participar con unidades pequeñas, como un pelotón de fuerzas especiales. Serían voluntarios con paga extra, el doble de lo que cobran. A ese pelotón se le revelaría cada tres meses, haciendo rotación de personal.
El envío de policías también tendría un efecto psicológico de impacto sobre nuestras pandillas. Eso elevaría la imagen de la institución, demostrando la destreza y el liderazgo en situaciones reales de combate, no solo en entrenamientos o competencias deportivas.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, siguiendo la propuesta de Panamá y de Estados Unidos aprobó crear una Fuerza de Eliminación de pandillas (GSF).
La decisión anunciada la semana pasada, en conferencia de prensa, por el presidente Mulino al declarar que no enviaría tropas a respaldar el esfuerzo de la ONU para pacificación en Haití, luego de que Panamá fuera proponente y empujara esa resolución, no es coherente en política exterior.
Si la decisión era no enviar policías y solo brindar entrenamiento en Panamá –porque la Fuerza Pública carece de experiencia en misiones de la ONU, pues no ha participado en los últimos 35 años-, desdibuja nuestra imagen internacional.
La exposición internacional de Panamá ante la ONU en el caso de Haití, a mi criterio, es comprometida. Se sabía la peligrosidad de la misión de Haití, y que la nueva resolución era para combatir y eliminar a las pandillas. Nunca se debió exponer el nombre de Panamá, si la intención no era aportar policías en el terreno. ¿Que ganó Panamá?
