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El compas resiste a la violencia y conquista a la UNESCO desde la noche de Puerto Príncipe

El compas resiste a la violencia y conquista a la UNESCO desde la noche de Puerto Príncipe
Baila compas, un estilo musical haitiano inscrito este mes por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. EFE/Patrice Noel.

En medio de la inseguridad que golpea a la capital haitiana, los clubes nocturnos se mantienen como refugios culturales

En los clubes nocturnos de Puerto Príncipe, santuarios del compas haitiano, el ambiente es tenso pero vibrante, desafiando la inseguridad que domina la capital de Haití, la gente continúa saliendo con cautela para bailar, socializar y aferrarse a un estilo musical que este mes fue inscrito por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, informó la agencia EFE.

Al cruzar el umbral de los locales, la atmósfera cambia por completo. Juegos de luces de colores, DJ que reviven clásicos del género y parejas entregadas a un baile fluido y sensual construyen un espacio donde, por unas horas, el miedo queda fuera.

Los clubes están llenos, pero organizados, con una energía casi familiar, la de un pueblo que, pese a todo, se niega a renunciar a la celebración de la vida.

En contraste, las calles aledañas permanecen casi vacías, marcadas por el temor y el escaso tráfico. Dentro, el compas -conocido también como kompa o konpa- funciona como un territorio de libertad y una forma discreta de resistencia cultural.

 

Fotografía que muestra una pareja bailando en un club nocturno en Puerto Príncipe (Haití), santuario del compas, estilo musical haitiano inscrito este mes por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. EFE/ Patrice Noel.

 

“El kompa es una memoria viva. Con cada nota cuenta una historia: la de nuestros antepasados, nuestras luchas, pero también nuestra alegría de vivir. Es una herencia que llevamos con elegancia y emoción”, explica Luisdy Langlois, habitual de las pistas de baile.
“Cuando escucho kompa me siento como en casa, esté donde esté. Esta música une a las personas, nos reconforta y nos recuerda que, a pesar de las dificultades, la cultura haitiana es rica y está muy viva”, añade.

Para Langlois, el compas es un idioma universal con un toque haitiano que trasciende fronteras incluso sin necesidad de comprender sus letras.

La UNESCO inscribió el pasado 10 de diciembre al compas de Haití en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tras evaluar la candidatura presentada por el país caribeño ante el Comité Intergubernamental reunido en Nueva Delhi.
Hoy, este género tiene una presencia global gracias a la diáspora haitiana y ocupa un lugar central en la vida social del país. Sus letras evocan la libertad, el amor, la resistencia y la paz, y han servido como sostén emocional en momentos críticos, como tras el devastador terremoto del 2010.

El Ministerio de Cultura de Haití celebró la inclusión del compas en el listado de la UNESCO y destacó su valor identitario. “El compas haitiano es mucho más que un género musical, es una voz, una identidad, un espíritu colectivo”, señaló en un comunicado.
Según la institución, esta tradición une las herencias amerindias, africanas y occidentales del país y es uno de los símbolos más vibrantes de la creatividad y la resiliencia del pueblo haitiano.

Para el ministerio, el reconocimiento internacional es fruto de un esfuerzo sostenido durante décadas, en el que han participado funcionarios, músicos, investigadores, escuelas de música, asociaciones de danza y comunidades artísticas.

 

Fotografía que muestra una pareja bailando en un club nocturno en Puerto Príncipe (Haití), santuario del compas, estilo musical haitiano inscrito este mes por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. EFE/ Patrice Noel.

Jean Eddy Desius, otro aficionado al compas, coincide en que este baile representa “mucho más que solo música”. “Es un símbolo de identidad y orgullo nacional”, afirma.

“Cuando bailo kompa siento un diálogo silencioso, una conexión profunda con mi pareja y con la música: movimientos fluidos, una guía sutil y las caderas marcando el ritmo de la percusión”, dijo Desius.

En un Haití golpeado por la violencia y la incertidumbre, la consagración del compas como Patrimonio de la Humanidad se vive como un rayo de esperanza. “Es una gran victoria y un inmenso orgullo para Haití”, concluye Desius, mientras la música sigue sonando, desafiante, en la noche de Puerto Príncipe.

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