El presidente electo de Chile hizo reiteradas referencias a Dios tras su triunfo electoral, en línea con una formación religiosa
José Antonio Kast, presidente electo de Chile, dejó en claro el peso que la religión tiene en su vida y en su visión política durante su primer discurso tras conocerse los resultados de las elecciones, informó la BBC News.
“Nada es posible si no tuviéramos a Dios”, afirmó ante miles de seguidores congregados en Santiago, en una intervención de casi una hora en la que incluyó al menos cinco referencias explícitas a su fe.
“Nada ocurre en la vida, para los que somos de fe, que no sea en relación directa con Dios”, añadió el abogado de 59 años, quien luego pidió “humildemente” a su creador que le concediera “sabiduría, templanza y fortaleza” para estar a la altura del desafío que asumirá el próximo 11 de marzo, cuando releve a Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda.

Estas expresiones no sorprendieron a quienes conocen la trayectoria personal y familiar de Kast. El mandatario electo y varios de sus hermanos se formaron bajo los lineamientos de Schoenstatt, un movimiento católico conservador con presencia en más de 100 países, incluidos todos los de América Latina.
Según explicó a BBC Mundo el filósofo chileno Álvaro Ramis Olivo, los vínculos de la familia Kast con el movimiento comenzaron gracias a su hermano mayor, Miguel Kast, aunque otras versiones apuntan a que fueron sus padres, Michael Kast y Olga Rist quienes tuvieron el primer contacto.
Schoenstatt se define como un movimiento apostólico de renovación, nacido en el seno de la Iglesia, con un marcado carácter mariano. Su objetivo es la “formación de un hombre y de una comunidad nueva que sirvan a la Iglesia y a la sociedad”, explicó el padre Felipe Ríos, coordinador del movimiento en América.
Fue fundado en 1914 por el sacerdote alemán José Kentenich, pocos meses después del inicio de la Primera Guerra Mundial, en la localidad de Schoenstatt, a orillas del río Rin.
El movimiento se caracteriza, entre otros rasgos, por la construcción de réplicas idénticas de la pequeña capilla original restaurada por Kentenich y sus estudiantes.
Actualmente existen alrededor de 200 santuarios filiales en todo el mundo. Schoenstatt cuenta con una rama laica y otra religiosa, que incluye sacerdotes y comunidades de mujeres consagradas que no toman votos, además de institutos seculares cuyos miembros se comprometen a vivir en pobreza, castidad y obediencia sin abandonar su vida profesional.
Expertos comparan a Schoenstatt con el Opus Dei, aunque subrayan diferencias importantes. “Aunque existen semejanzas, Schoenstatt no ha intentado influir directamente en la política”, señaló Ramis, quien destacó que el movimiento prioriza la vida familiar por sobre la pública.
Hasta la elección de Kast, el único miembro del grupo que había ocupado un alto cargo en Chile fue su hermano Miguel, ministro y presidente del Banco Central durante la dictadura de Augusto Pinochet.
El movimiento tiene una fuerte implantación en sectores acomodados, así como en clases medias profesionales y empresariales. Es considerado conservador en lo moral, aunque algunos especialistas apuntan a un mayor pluralismo ideológico que en otras organizaciones católicas.
Desde Schoenstatt rechazan las etiquetas de ultracatólico o ultraconservador. “Somos un movimiento dentro de la Iglesia y seguimos sus lineamientos; no somos de los más conservadores”, afirmó Ríos.
Sudamérica fue la primera región fuera de Europa donde se expandió Schoenstatt. Llegó a Argentina en la década de 1930 y luego a Brasil, Uruguay y el resto del continente. Hoy tiene presencia en casi toda América Latina, administra decenas de santuarios, más de una docena de colegios y un hospital en Buenos Aires, además de diversas obras sociales.
La figura de su fundador, sin embargo, ha estado rodeada de controversias. Kentenich fue detenido por la Gestapo en 1941 y enviado al campo de concentración de Dachau hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Años más tarde, sectores de la jerarquía católica cuestionaron su liderazgo y, en 1951, el papa Pío XII lo separó del movimiento y lo envió al exilio en Estados Unidos. Décadas después, investigaciones históricas, como las de la italiana Alexandra von Teuffenbach, señalaron presuntos abusos sexuales, acusaciones que Schoenstatt ha negado, aunque reconoce aspectos controvertidos de su comportamiento.
Estos antecedentes han vuelto a poner bajo escrutinio público al movimiento tras la elección de Kast, cuyo discurso y formación reflejan una fe profundamente arraigada que, a partir de marzo, acompañará su llegada a la Presidencia de Chile.
