Hasta hace poco, la arqueología se limitaba a lo que un investigador podía ver en el lugar estudiado. Sin embargo, la tecnología de teledetección óptica —o lídar, por su sigla en inglés— ha transformado el campo, pues ha proporcionado un método para escanear regiones enteras en busca de sitios arqueológicos.
Con una gama de láseres, los investigadores pueden echar un vistazo a través de densas cubiertas forestales o distinguir la silueta de construcciones ocultas del pasado, además de crear mapas de sitios antiguos a lo largo de miles de kilómetros cuadrados. Este proceso, que alguna vez requirió décadas de expediciones para elaborar mapas y marchas por la jungla con equipo de búsqueda, ahora puede llevarse a cabo en cuestión de días desde la comodidad relativa de una aeronave.
Sin embargo, los mapas lídar son costosos. Takeshi Inomata, arqueólogo de la Universidad de Arizona, hace poco gastó 62.000 dólares en un mapa que cubría 90 kilómetros cuadrados, e incluso tenía un buen descuento. Así que se mostró emocionado el año pasado cuando hizo un gran descubrimiento usando un mapa lídar que había encontrado en línea, bajo dominio público, completamente gratis.
El mapa, publicado en 2011 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México, cubría 11.500 kilómetros cuadrados de los estados mexicanos de Tabasco y Chiapas. Se elaboró como parte de la misión del instituto de crear mapas precisos para el uso de negocios e investigadores.
Inomata se enteró del mapa gracias a Rodrigo Liendo, arqueólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México. La resolución del mapa era baja. Sin embargo, el contorno de un sinfín de sitios arqueológicos llamó la atención de Inomata. Hasta ahora, lo ha usado para identificar las ruinas de 27 centros ceremoniales mayas antes desconocidos, los cuales cuentan con un tipo de construcción que los arqueólogos jamás habían visto. Estos sitios quizá revelen información sobre los orígenes de la civilización maya.
“Podemos observar un panorama mucho más completo de toda la sociedad”, comentó Inomata.
Sus hallazgos aún no han sido arbitrados, pero Inomata ya ha presentado su trabajo en cuatro conferencias a lo largo del año pasado. “Sus descubrimientos son esenciales para nuestro entendimiento del desarrollo de la civilización maya”, explicó Arlen Chase, arqueólogo de la Universidad de Pomona, quien no colaboró en el trabajo de Inomata.
La civilización maya surgió entre el año 1000 a. C. y el 400 a. C. Cuando Inomata comenzó a estudiar a los mayas siendo estudiante de posgrado en la década de 1980, sus profesores principalmente estaban interesados en el periodo clásico, entre el año 250 d. C y el 900 d. C., cuando los mayas vivían su auge político y económico. Sin embargo, Inomata estaba más interesado en el inicio de su cultura, y los artefactos que podían responder sus preguntas estaban sepultados aún más abajo de la superficie.
Pasaron años antes de que tuviera suficiente dinero de subsidios, así como un cargo académico asegurado, para comenzar ese proyecto. Finalmente, en 2005, él y Daniela Triadan, su esposa y antropóloga de la Universidad de Arizona, comenzaron a excavar la ciudad antigua de Ceibal en la selva del Petén en Guatemala, donde descubrieron algunas de las construcciones mayas más antiguas que se conocen. El centro ceremonial de la ciudad data del año 950 a. C., pero Ceibal no tuvo una ubicación permanente sino hasta 200 años después.
Triadan e Inomata creen que los primeros mayas probablemente aún tenían un estilo de vida nómada e iban a Ceibal solo por motivos religiosos. Las grandes preguntas que Inomata y Triadan buscan responder son cómo hicieron la transición para asentarse en ciudades grandes y qué papel desempeñó la civilización olmeca, que precedió a la maya, en la fundación de esta civilización. Se encontraron artefactos con estilo olmeca en las primeras construcciones de Ceibal, lo cual indica que los olmecas influyeron en la civilización maya desde el principio. “La relación entre los mayas y los olmecas conforma el origen de la civilización mesoamericana en general”, precisó Inomata.
Las civilizaciones olmeca y maya diferían en aspectos importantes. El poder en el Estado olmeca se concentraba en un solo gobernante; las famosas cabezas olmecas de piedra, que se tallaron a partir de rocas enormes, quizá hayan sido retratos de sus reyes.
Se sabe menos sobre los primeros gobernantes mayas porque ellos no glorificaron a sus reyes con monumentos sino hasta mucho después. Los mayas y los olmecas también desarrollaron lenguas únicas, al igual que sus propios estilos arquitectónicos y artísticos.
Después de descubrir algunas de las primeras construcciones mayas que se conocen en Ceibal, el siguiente paso evidente para entender cómo influyeron los olmecas en los comienzos de la cultura maya era estudiar el territorio entre Ceibal y los centros de la cultura olmeca. El mapa lídar que el gobierno mexicano puso a disponibilidad del público facilitó sorprendentemente el trabajo de Inomata.
Los 27 sitios que identificó en el mapa tienen un tipo de construcción ceremonial que Inomata y sus colegas jamás habían visto: plataformas rectangulares y bajas, pero extremadamente grandes, algunas con una longitud de hasta dos tercios de kilómetro.
“No te das cuenta cuando caminas sobre esos lugares”, dijo Inomata sobre las plataformas. “Son tan grandes que parecen formar parte del paisaje natural”. Las similitudes entre estos sitios y las primeras construcciones que encontraron en Ceibal les hicieron creer que ambos datan de entre el año 1000 a. C. y el 700 a. C.
“La cantidad de mano de obra es asombrosa“, dijo Triadan. “La masa de tierra que se desplazó es increíble. Estos pobladores lograban cosas de otro mundo”. Describió una escena de cientos de personas que se unían desde toda la región para excavar y cargar canastas de tierra con el objetivo de construir las plataformas. “Quizá eran poblaciones relativamente móviles que se esforzaron mucho por terminar estas construcciones comunitarias masivas”, especuló.
Inomata y Triadan ahora están dirigiendo excavaciones en el centro ceremonial más grande que encontraron en el mapa lídar gratuito, un sitio al que llamaron Aguada Fénix, donde esperan aprender más sobre los primeros rituales de los antiguos mayas.
Ver en detalle la arqueología de toda una región permitirá que los arqueólogos respondan preguntas de perspectiva más amplia, como las que Inomata se hace sobre las interacciones que los mayas tuvieron con los olmecas en el comienzo de su civilización.
Con el fin de cubrir zonas nuevas, el gobierno mexicano está ampliando el mapa lídar que Inomata usó para su descubrimiento. Otros países, entre ellos Estados Unidos, están llevando a cabo programas de mapeo similares.
“En el futuro, todos los mapas se harán con lídar, como los mapas topográficos de la actualidad”, comentó Inomata.