En los últimos dos días, al menos 10 manifestantes murieron a manos de las fuerzas del orden en la capital. En toda la región sur de Irak, numerosos piquetes de huelga consiguieron paralizar las administraciones públicas.
Nuevos muertos y enfrentamientos en Bagdad y en el principal puerto del país, sumados a otro prolongado corte de internet hacían temer el martes que Irak, escenario de un movimiento que reclama “la caída del régimen”, se hunda en el caos.
Desde el inicio de este movimiento espontáneo, iniciado el 1 de octubre, murieron más de 270 personas, en su mayoría manifestantes, según un balance de la AFP.
Las autoridades propusieron reformas sociales y elecciones anticipadas. Una comisión encargada de redactar varias enmiendas a la Constitución comenzó a reunirse el martes. Pero no basta para calmar a las calles, que desean la renuncia de todos los responsables políticos.
En los últimos dos días, al menos 10 manifestantes murieron a manos de las fuerzas del orden en la capital, pero en la plaza Tahrir los presentes aseguran “no tener miedo”.
El lunes, dos manifestantes murieron tiroteados en Bagdad en enfrentamientos entre policías y manifestantes. La violencia continuó hasta bien entrada la noche, sobre todo alrededor de los puentes que llevan hacia la embajada de Irán, la sede del gobierno y los ministerios de Relaciones Exteriores y de Justicia.
En Nassiriya, al sur, otros dos manifestantes murieron en enfrentamientos con la policía, según fuentes médicas.
En Basora, también al sur, donde están los principales pozos de petróleo, los manifestantes bloquean desde hace varios días el acceso al puerto de Um Qasr, vital para las importaciones. La mayoría de los navíos salió del puerto sin descargar la mercancía, según fuentes portuarias.
El martes, las fuerzas del orden cargaron contra los manifestantes para dispersarlos y dos civiles murieron en la ciudad, según fuentes médicas.
En toda la región sur de Irak, numerosos piquetes de huelga consiguieron paralizar las administraciones públicas, según pudieron comprobar periodistas de la AFP el martes.
– Aislado del mundo –
Las autoridades cortaron el suministro de internet desde la medianoche del lunes hasta el martes a las nueve de la mañana. Posteriormente volvieron a cortarlo a mediodía.
“Ya nos dejaron sin internet antes y no sirvió de nada. Como ocurrirá ahora”, decía Ammar, de 41 años, presente en la plaza Tahrir de Bagdad.
Internet estuvo cortado del 3 al 17 de octubre. El bloqueo de las redes sociales se mantiene desde el 2 de octubre aunque los usuarios pueden saltárselo gracias a aplicaciones VPN.
“Los dirigentes no nos dan miedo, son ellos los que tienen miedo de nosotros, porque somos pacíficos”, decía una manifestante a la AFP. “Los tiranos pasan pero los pueblos permanecen”, corroboraba un anciano, con el tradicional kufiya o tocado árabe en la cabeza.
El sur chiita de Irak se ve especialmente afectado por este movimiento de protesta: cuatro manifestantes murieron la noche del domingo al lunes en la ciudad santa de Kerbala, 100 km al sur de Bagdad, donde los manifestantes intentaron incendiar el consulado de Irán, país que tiene las riendas del gobierno de Irak, según los manifestantes.
– Balas contra los manifestantes –
La policía ha comenzado de nuevo a disparar contra los manifestantes en Irak y ha despertado los miedos y los tristes recuerdos de hace un mes.
En ese momento, en un país aislado del mundo, sin internet ni redes sociales, los francotiradores habían disparado contra la multitud durante cinco días. Del 1 al 6 de octubre, según cifras oficiales, 157 personas, la mayoría manifestantes, murieron.
Después de 18 días de calma, debido a la gran peregrinación chiita, las protestas se renaudaron el 24 de octubre.
Esta vez, las manifestaciones parecen un gigantesco movimiento de desobediencia civil pacífica aunque sí se han registrado episodios violentos durante los ataques contra las sedes de partidos y milicias.
Desde el lunes, la violencia ha vuelto a estallar y el martes, en señal de la preocupación creciente, los dirigentes del Kurdistán iraquí, un territorio autónomo que hasta ahora se mantuvo al margen, se reunieron con el presidente iraquí Barham Saleh, que también es kurdo.
Desde hace varios días, la cólera de las calles se dirige a Irán, que junto con Estados Unidos, es el país que más interviene en la vida política iraquí.
El general Qassem Soleimani, comandante de los efectivos militares iraníes encargados de las operaciones exteriores, multiplicó sus visitas a Irak. Además, el guía supremo iraní, Ali Jamenei, que denuncia un “complot” estadounidense e israelí, ha crispado los ánimos de los iraquíes.
“Los iraníes dirigen el país. Preferimos morir que seguir bajo su yugo”, decía el martes una manifestante en la plaza Tahrir.