El sacerdote es señalado por la presunta comisión del delito de encubrimiento en el caso de homicidio de Eduardo Calderón.
“Dios los bendiga,,,mucha calumnia, demasiada calumnia” fueron las primeras palabras a los medios por parte del sacerdote David Cosca a su llegada a la sede del Sistema Penal Acusatorio (SPA) en Plaza Ágora en donde debe enfrentar una audiencia intermedia en su contra por el presunto delito de encubrimiento en el caso del homicidio ocurrido el 7 de julio de 2018, en una habitación de un hotel El Panamá.
Cosca enfrente cargos por la presunta comisión del delito de encubrimiento en el caso de homicidio de Eduardo Calderón.
Por este caso Hidadi Saavedra, amigo cercano del clérigo, fue condenado a 20 años de prisión. La Fiscalía estima que Cosca obstruyó la investigación, para protegerlo.
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“Salmo 27 contra todos los medios de comunicación” expresó el clérigo para así evitar a los medios de comunicación.
Salmo 27
Salmo de David.
1 El Señor es mi luz y mi salvación,
entonces ¿por qué habría de temer?
El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro,
entonces ¿por qué habría de temblar?
2 Cuando los malvados vengan a devorarme,
cuando mis enemigos y adversarios me ataquen,
tropezarán y caerán.
3 Aunque un ejército poderoso me rodee,
mi corazón no temerá.
Aunque me ataquen,
permaneceré confiado.
4 Lo único que le pido al Señor
—lo que más anhelo—
es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida,
deleitándome en la perfección del Señor
y meditando dentro de su templo.
5 Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades;
me esconderá en su santuario.
Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará.
6 Entonces mantendré mi cabeza en alto,
por encima de los enemigos que me rodean.
En su santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría,
y con música cantaré y alabaré al Señor.
7 Escúchame cuando oro, oh Señor;
¡ten misericordia y respóndeme!
8 Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».
9 No me des la espalda;
no rechaces a tu siervo con enojo.
Tú siempre has sido mi ayudador.
No me dejes ahora; no me abandones,
¡oh Dios de mi salvación!
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me mantendrá cerca.
11 Enséñame cómo vivir, oh Señor.
Guíame por el camino correcto,
porque mis enemigos me esperan.
12 No permitas que caiga en sus manos.
Pues me acusan de cosas que nunca hice;
cada vez que respiran, me amenazan con violencia.
13 Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor
mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes.
14 Espera con paciencia al Señor;
sé valiente y esforzado;
sí, espera al Señor con paciencia.