También conocido como ablación, la mutilación genital sigue marcando a las niñas en el país. La ONU intentó prohibir la práctica, sin embargo, autoridades religiosas se opusieron
La pequeña Salsa Djafar lleva una corona de oro y un vestido violeta para una fiesta familiar particular: la celebración de su ablación genital en una región aislada de Indonesia. Pero para esta niña de año y medio, como para muchas otras, es una pesadilla.
En una modesta vivienda de la provincia de Gorontalo (centro), una circuncisora tradicional cubre a la chiquilla con una sábana blanca y luego mete la cabeza debajo, con un pequeño cuchillo en la mano.
De repente, corta la cubierta del clítoris de la niña así como los labios menores, haciéndole aullar de dolor.
La ejecutora agarra entonces los trozos cortados y los clava en un limón con su cuchillo. Este gesto marca el final de un ritual que supuestamente debe librar a la pequeña Salsa del pecado y señalar que es oficialmente musulmana.
“Es duro verla gritar así, pero es la tradición”, explica el padre, Arjun Djafar, un obrero de 23 años, durante la ceremonia amenizada con música local.
La itu (MGF) -expresión médica que designa la ablación parcial o total de los órganos genitales externos de una mujer- se practica desde hace generaciones en Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo.