Investigadores del Smithsonian en Bocas del Toro están compartiendo nuevos resultados sobre el comportamiento de los delfines durante la cuarentena.
Los animales salvajes están cambiando su comportamiento a medida que el coronavirus mantiene al mundo encerrado: los pumas pasean por las calles de Boulder, Colorado y los delfines se divierten a lo largo de las playas de Lima, Perú, en reemplazo de la multitud habitual de surfistas. En la Estación de Investigación de Bocas del Toro del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá, los investigadores están compartiendo nuevos resultados sobre el comportamiento de los delfines con y sin embarcaciones turísticas, lo que nos da algunas pistas sobre cómo los delfines pueden estar experimentando el mundo a medida que los humanos mantienen cuarentena.
En Bocas del Toro, en la costa del Caribe occidental de Panamá, la observación de delfines es una de las principales atracciones turísticas. Si bien la mayoría de los delfines nariz de botella no están en peligro de extinción, el grupo de unos 37 animales en Dolphin Bay es genéticamente distinto de otros grupos de la región.
“La observación de delfines, cuando se hace correctamente, puede ser una herramienta poderosa para educar al público y también es económicamente gratificante”, comentó Laura May Collado, investigadora asociada en el Smithsonian y profesora de la Universidad de Vermont. “Nuestro objetivo es proporcionar información confiable sobre sus impactos a corto y largo plazo en estos animales”.
May-Collado y su equipo han estado trabajando en Bocas durante casi 17 años, observando directamente a los animales, estudiando sus relaciones y genética además de utilizar el monitoreo acústico para comprender cómo cambian sus comunicaciones submarinas cuando están presentes las embarcaciones turísticas. También han compartido sus resultados con todos, desde escuelas hasta agencias de turismo.
En este estudio, registraron el tiempo que los delfines pasaban buscando comida, descansando, socializando y viajando con y sin turistas. En presencia de embarcaciones turísticas, el tiempo que los delfines pasaron socializando disminuyó significativamente. Los animales individuales pasaron menos tiempo buscando comida y más tiempo viajando. También les tomó más tiempo recuperarse, volver a buscar comida, después de haber sido interrumpidos por las embarcaciones turísticas que cuando fueron interrumpidos por eventos naturales.
“En el 2014 tuvimos una reunión con diferentes sectores de la comunidad de Bocas. En ese momento había 12 compañías de turismo, 165 embarcaciones y 179 capitanes que participaron en el turismo de delfines. La mayoría de las compañías ofrecen tours todos los días a la misma hora del día”.
Como resultado del taller, la comunidad generó una propuesta al Instituto de Turismo de Panamá (ATP) para construir un centro de delfines como plataforma para la educación, la ciencia ciudadana y la regulación. Las pautas de observación de delfines recientemente actualizadas de Panamá estipulan el número máximo de botes que pueden observar a los animales a la vez, el tiempo máximo de interacción y cómo acercarse y salir del área.
Pero a May-Collado todavía le preocupa que la alta rotación de capitanes de embarcaciones involucrados les dificulte asegurarse de que estén al tanto de las investigaciones sobre cómo la forma en que se acercan a los delfines puede afectar su comportamiento.
“En algunos países, los conservacionistas han trabajado para establecer un sistema de licencias para empresas que ofrecen observación de delfines con un sistema de renovación que requiere evidencia de capacitación y cumplimiento”, comentó May-Collado. “Otros países establecen un sistema de guardaparques para monitorear el número de visitantes y su comportamiento. El gobierno de Panamá está analizando la posibilidad de establecer un área protegida en Dolphin Bay. Eso sería un cambio de juego para estos delfines y para las comunidades que dependen económicamente en su salud y bienestar”.