Crónicas en tiempo del Coronavirus
Una de las realidades estamos observando y que pronto requerirá una reingeniería es la forma como funciona y opera el Estado Panameño para cumplir con las necesidades de la sociedad.
La crisis como la que vivimos demuestran las falencias de la burocracia panameña. Las consecuencias de un Estado débil, deteriorado por la corrupción y el acomodo personal en la gestión pública de los aspirantes a trabajar en el gobierno. Fuera del corona virus y sus efectos mortales la verdadera pandemia panameña es tener unos estamentos policiales que no controlan la seguridad del pais, un ministerio de educación que no promueve la educación panameña y un ministerio de salud y Caja de Seguro Social que desconoce sobre la salud de los panameños.
Los problemas se nos agrava por esta realidad reinante a la cual solo una crisis como la que vivimos en carne propia nos desnuda las falencias existentes. El Estado panameño a través de los gobiernos ha aprendido a vivir de las apariencias, de los aplausos entre ellos, de la publicidad en los medios, distanciados de una población cada vez más incrédula, sarcástica y hasta decepcionada.
Solo observemos las manifestaciones ciudadanas en las redes sociales y aprendamos de la dislocación entre pueblo y gobierno. Esta realidad debe ser subsanada pero la confianza solo retornada con resultados optimos. Estos resultados solo se obtendran cuando la acción del Estado esté de conformidad con las expectativas ciudadanas. Y aquí observamos un gran abismo. No es posible en un país con presupuesto de miles de millones de dólares y una escasa población de cuatro millones de habitantes sufra de una incapacidad manifiesta para realizar las tareas esenciales del Estado. Antes con menos dinero hacíamos más.
Hoy con más dinero hacemos menos. Es hora de aceptar nuestros errores, nuestra tolerancia a la mediocridad del servicio público, nuestra indiferencia hacia la población en su sentir de abandono en temas vitales como su propia salud, su seguridad y su bienestar personal. Hoy observamos , a pesar de las buenas intenciones de muchos , es la pérdida hace años de un norte en la función del Estado.
El Estado panameño ha caído en una desidia como si la pos modernidad haya traslado inclusive sus tareas esenciales al individuo a un “defiéndete como puedas” . Es hora de enrumbar el país y hacerlo funcional y eficiente. Descontar a las lacras acomodadas al status quo y volver a otorgarle al Estado su funcionalidad de la cual todos dependemos de no ser así para que tener un Estado.